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– Así que, todo ese tiempo en el que tú y yo estábamos juntos, yo estaba convencido de que estabas enamorada de otro hombre. Y tú estabas consiguiendo exactamente lo que querías.

– Yo nunca quise hacerte daño -dijo ella tomando la chaqueta del suelo y poniéndosela. -Solo fui un poco egoísta. Después de un tiempo, me resultó mucho más difícil decirte la verdad, aun sabiendo que podría hacerte daño. Pero no lo hice, ¿verdad? Quiero decir que tú estás bien. Lo sé. Todo te irá perfectamente.

– ¿Tú crees?

– No has perdido nada. Estuviste con una mujer que ni siquiera existe, al menos no más allá de los Cayos de Florida. Esta es la verdadera Carrie Reynolds.

– Yo no veo diferencia alguna. Te has cambiado el pelo, llevas gafas, pero sigues siendo la misma mujer que conocí a bordo del Serendipity.

– Eso no es cierto. Yo misma lo reconozco -dijo ella, calándose el sombrero hasta las orejas y envolviéndose en la bufanda. -Ahora que te lo he dicho, creo que es mejor que me vaya. Realmente espero que esto no vaya a poner en peligro nuestra relación comercial, pero lo entenderé perfectamente si decides trabajar con otra agencia en el futuro.

Dev no entendía nada. Después de todo aquello, ¿era mantener sus relaciones comerciales lo único que la preocupaba? ¿Después de la pasión que habían compartido? ¿Acaso era ella tan inmune a aquellos sentimientos que podría salir de su vida de un modo tan sencillo? Carrie no le parecía diferente de Jillian.

Dev lentamente sacudió la cabeza mientras la miraba fijamente y se dio cuenta de que ella tenía razón. La Carrie Reynolds que había delante de él era completamente diferente. Aquella no era la mujer de la que se había enamorado.

– Tal vez tengas razón -murmuró él.

– Ya sabía que te darías cuenta de que yo no soy la mujer que tú necesitas -afirmó ella, con los ojos llenos de pena.

– En estos momentos, no estoy seguro de lo que necesito.

– Tal vez lo que necesites es que las cosas vuelvan a la normalidad. Lo que compartimos en Florida fue… muy agradable, pero ya se ha terminado. Tú puedes volver a tu vida de siempre y yo puedo volver a la mía. Adiós, Dev -añadió, extendiendo la mano.

– Adiós, Carrie -dijo él.

Con eso, ella salió de la casa. Dev se quedó en la puerta durante un largo tiempo, con el viento soplando a su alrededor, a pesar de que se estaba quedando helado. Quería ir detrás de ella, convencerla de que podrían volver a recobrar lo que habían compartido en los Cayos. Sin embargo, no estaba seguro de que a ella le importara lo suficiente.

Sinceramente, Dev ya no estaba seguro de nada. Lo único que sabía era que tenía problemas, ya que estaba más enamorado que nunca de Carrie Reynolds.

– ¿Cómo no me has dicho que Dev vino a la agencia? ¡Y tampoco me has dicho que le dijiste quién era yo!

Carrie estaba de pie, en la cocina de Susie, dejando un charco de agua de nieve en el suelo. Le había llevado casi una hora ir andando desde la casa de Dev hasta el apartamento de Susie, luchando contra el viento y la nieve. Y las lágrimas. Más helada y más mojada de lo que había estado antes en su vida, Carrie anhelaba el calor de sol de Cayo Oeste. En aquellos momentos, se sentía como una rata mojada y emocionalmente destrozada.

Susie se sentó a la mesa, comiendo patatas fritas.

– No le dije nada. Y no te dije nada porque tú me dijiste que no querías volver a pensar en él. ¿Es que no es eso lo que me dijiste?

– Sé que fue eso lo que te dije -dijo Carrie, quitándose los guantes, que tiró al suelo en medio del charco de agua. -Pero esperaba que me lo dijeras si él hablaba de mí contigo. Y vino a la agencia buscando a Carrie Reynolds, es decir, buscándome a mí.

– Sí. Está desesperado por encontrarte. Me pidió ayuda y si no se la doy, va a contratar un detective privado para localizarte. ¿No te parece romántico?

– Bueno, a mí también me pidió ayuda para localizarme. Cuando entró, te estaba buscando a ti, pero él sabía que me encontraría a mí.

– Todo esto me parece muy confuso -confesó Susie, arrugando la nariz y comiendo más patatas. -Además, yo no le dije dónde estabas.

– ¡Ya lo sabía! Estaba jugando conmigo, esperando que yo admitiera toda la historia.

– ¿Por qué iba él a jugar contigo? Está enamorado de ti.

– ¿Cómo? ¿Qué has dicho?

– He dicho que está enamorado de ti.

– ¿Te ha dicho él eso? ¿Dev te ha dicho que me ama? -preguntó Carrie, tomando una silla para sentarse. -¿Te dijo esas palabras exactamente?

– Claro. Bien altas, en la agencia. ¿Por qué si no tendría tantas ganas por encontrarte?

– No sé. No me lo ha dicho. Creo que quería vengarse en cierto modo. Yo pensé que probablemente estaba muy enfadado por lo que había ocurrido, así que fui a su casa y se lo conté todo.

– ¿Todo?

– Después de todo lo que le dije, humillándome de esa manera, él me dejó marchar sin más. No me habló de amor, así que debe de haberte mentido. O tal vez después de verme como soy ahora, cambió de opinión.

– ¿Qué le has dicho? -preguntó Susie, tomándola de la mano.

– Le dije todo. Sobre lo de las fantasías, del tiempo que llevaba enamorada de él… Entonces, le dije que no teníamos un futuro juntos. Se lo puse bien fácil. Y él lo aceptó.

– De nuevo estabas tratando de evitar el rechazo. Solo que esta vez, te has escapado de un hombre que no estaba planeando rechazarte.

– ¡Él no está enamorado de mí! Eso es imposible. Mírame. ¿Cómo me podría querer alguien como él? Él pensaba que me quería, pero se ha dado cuenta de que no es así. Yo tenía razón desde el principio.

Con un suspiro de frustración, Susie se levantó de la silla y tomó a Carrie de la mano.

– Ven conmigo -le dijo, llevándosela al cuarto de baño. Una vez allí, encendió la luz y empujó a Carrie delante del espejo. -Mírate. No mires los detalles, como el pelo húmedo y la nariz enrojecida. Mira el total, Carrie. Eres hermosa. Y eres una de las mejores personas que conozco. Tú nunca dirías nada malo de nadie y sabes cómo guardar un secreto. Eres leal a tus amigos y tienes que admitir que eres muy divertida. ¿Por qué no iba a estar él enamorado de ti?

Carrie se miró durante largo tiempo. Tal vez Susie tenía razón. No era tan poco atractiva como ella pensaba, a pesar de aquel pelo tan oscuro. Aunque su figura no era la de una modelo de pasarela, parecía una mujer de verdad, con curvas en los lugares más adecuados.

– Pero él es un hombre tan… de mundo. Tan experimentado, tan sofisticado.

– Los hombres de bandera se enamoran igual que los hombres más corrientes -dijo Susie, apartándole el pelo húmedo de la cara. -Y se enamoran de mujeres de bandera… como tú.

– ¿Que está enamorado de mí? -murmuró Carrie. -¿De verdad dijo eso?

– Claro que lo dijo. Y no creo que volver a verte, incluso en estas condiciones, le haya hecho cambiar de opinión.

– Pero, ¿por qué me permitió que me marchara?

– Tal vez porque pensó que no compartías sus sentimientos.

– Tengo que irme a casa. Tengo que pensar en todo esto -dijo Carrie, saliendo apresuradamente del cuarto de baño. -Le he dicho que no podíamos tener un futuro juntos. Yo pensé que así lo estaba haciendo todo más fácil. ¿Por qué no me ha dicho lo que sentía?

– Querida, hay una tormenta de nieve ahí fuera -le recordó Susie, volviendo a meterla en el cuarto de baño, -y tú ya estás medio congelada. ¿Por qué no te quitas esa ropa y te das una buena ducha? Yo voy a buscarte un pijama. Podemos tener una fiesta de pijamas y podemos hablar de Dev y de lo que vas a hacer ahora. Y tal vez podamos volver a cambiarte el color del pelo -añadió, con una expresión de horror. -Este no te hace ningún favor.

– Me gusta mi pelo así -afirmó Carrie, apartándole la mano. -Así soy yo.