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– Lo sería si fueras un roedor que vive en un agujero de la pared. Este color no es para el pelo de una mujer.

– No es muy bonito, ¿verdad?

– Voy a ir la tienda por todo lo que necesitamos. ¿Qué te parece? ¿Rubio miel? Te podrías poner de pelirroja. O de morena. El pelo de un nuevo color te ayudará a ver la vida, y el amor, de otro modo.

– El cambiar el color de mi pelo no me va a ayudar a solucionar todos mis problemas.

– Tal vez te hará recordar lo que es realmente importante. Quien de verdad eres. Después de que te cambiemos el color del pelo, podemos hablar de ti y de Dev y de lo que vas a hacer. Lo dejaremos todo solucionado, luego lo consultas con la almohada y mañana por la mañana ya sabrás exactamente lo que tienes que decirle cuando regrese.

– No creo que pueda hacer nada.

– Vas a tener que volver a hablarle. No puedes dejar que siga pensando que no lo quieres. ¡Está enamorado de ti, Carrie! Esto es muy importante -dijo Susie, dándole un abrazo. -Por supuesto, yo seré tu dama de honor, mientras no me hagas ponerme uno de esos pomposos vestidos.

– ¡No! No habrá ningún vestido, ni pomposo ni de otra manera. No nos vamos a casar. Él no quiere casarse después de lo que le pasó con Jillian.

– Dúchate -le ordenó Susie, abriendo el grifo de la bañera. -Entonces, te teñiré el pelo, te haré la manicura y comeremos algo con muchas calorías. Las cosas siempre parecen más claras después de que te has metido una buena dosis de colesterol en el cuerpo. Voy a traerte un pijama y luego me voy a comprar el tinte. Vas a ver como antes de que acabe la noche hemos encontrado una solución.

Después de que Susie se marchara del cuarto de baño, Carrie se quitó lentamente la ropa mojada. Tenía el cuerpo aterido. Un temblor le recorrió toda la espalda, no de frío sino de la emoción por lo que había descubierto.

Dev Riley estaba enamorado de ella. ¿Por qué no se lo había dicho? Se lo había confesado a Susie, pero a ella no le había dicho nada.

¿Se lo diría si le diera la oportunidad? ¿Podría poner ella entonces todo a un lado y revelarle sus verdaderas intenciones? Ella había hecho todo lo posible por convencerlo de que ella era una mujer diferente de la persona con la que él había hecho el amor. Tal vez se había esforzado demasiado y habría provocado el desamor en Dev.

Carrie se metió debajo del agua caliente y sintió que la sangre se le iba calentando de nuevo. Cerró los ojos, completamente agotada. Poco más de una semana antes, podría haber descrito su vida como «normal», algo aburrida pero nada fuera de lo corriente. De repente, todo en lo que ella se apoyaba había desaparecido en un caos por culpa de Dev Riley. Nada la había preparado para el poder de sus propios sentimientos ni la posibilidad de que él pudiera correspondería. ¿Qué iba a hacer? ¿Podría ella confiar en ese amor? ¿O se habría desengañado él de ella, igual que lo había hecho con Jillian?

Carrie sintió como si un puñal le atravesara el corazón. Había soñado tanto tiempo con el amor de Dev y él estaba enamorado de ella. ¿Sería una situación duradera? Carrie no podría soportar el hecho de que pudiera perderlo tan rápido como lo había encontrado. No había garantías de que ellos se pasaran el resto de la vida juntos solo porque él decía amarla.

Apoyando las manos en los azulejos de la pared, Carrie bajó la cabeza y dejó que el agua le corriera por la espalda. Necesitaba tiempo para pensar, no solo unos pocos minutos o unas pocas horas, en los riesgos de dejarse amar por Dev Riley, y de amarlo ella a él.

Carrie siempre había dado por sentado que cuando finalmente se enamorara, todo estaría muy claro desde el principio. Pero no lo estaba. En aquellos momentos sentía una mezcla de confusión y alegría, de miedo y de felicidad. Todo parecía un sueño que ella tenía miedo de disolver con un ligero parpadeo, tan pronto como intentara alcanzarlo.

Cerrando los ojos, levantó la cara hacia el agua. ¿Por qué no podía adueñarse de ese sueño? ¿Acaso no se merecía ser feliz?

– Me tomaré mi tiempo y lo pensaré bien -murmuró. -Y, cuando me levante por la mañana, decidiré lo que hacer. Si Dev está enamorado de mí ahora, también lo estará mañana.

Carrie puso el neceser en el compartimiento encima del asiento y aprovechó para sacar una almohada y una manta. Luego miró al resto de los pasajeros de primera clase que había en la cabina y se sentó. El asiento de Susie, al lado suyo, seguía vacío y Carrie se estaba empezando a preguntar dónde estaría su amiga. Habían quedado en encontrarse en la puerta pero, como no había llegado para la hora de embarque, Carrie había decidido esperarla en el avión.

Cuando Susie le sugirió que se tomaran unas pequeñas vacaciones juntas, a Carrie la encantó la idea. Después de considerar mil cosas, finalmente se decidió a llamar a Dev, con la mala suerte de que él estaba fuera de la ciudad toda la semana y su secretaría se había negado a decirle cuándo volvería.

Carrie no pudo de dejar sentirse algo aliviada. No estaba segura de lo que iba a decirle. Tal vez, si hubiese estado enamorada antes, hubiera sabido mejor lo que tenía que decirle. Sin embargo, como no lo había estado, todas aquellas sensaciones le resultaban prácticamente desconocidas.

¿Cómo iba a tomar una decisión tan importante sin saber exactamente lo que sentía? El tiempo debería haber sido su aliado, pero cuanto más esperaba más dudaba de sí misma y del amor de Dev.

Había esperado que, al hacer el primer acercamiento, las cosas le resultaran mucho más fáciles. Sin embargo, resultaba evidente que Dev no tenía ninguna prisa. Por eso se había marchado de la ciudad. Toda la semana, estuvo esperando que los recuerdos que compartía con él fueran perdiendo intensidad. Tal vez si no volvía a verlo, las imágenes desaparecerían totalmente algún día, pero estaba segura de que le llevaría mucho tiempo.

Carrie se reclinó en el asiento y suspiró, estrechando la pequeña almohada contra su pecho.

Ella necesitaba volver a verlo para asegurarse de que él todavía sentía lo mismo por ella. Una mujer no da de lado a un hombre como Dev. Tendría que hacer algo… y pronto.

De repente, alguien puso un maletín en el asiento de Susie.

– Me temo que este asiento está ocupado -dijo ella, levantando la mirada.

– Espero que no, porque estás en mi asiento.

El corazón de Carrie dejó de latir al mirar a Dev a los ojos. Él se sentó a su lado, colocando el maletín debajo del asiento delantero.

– Primero mi cama y ahora mi asiento -dijo él. -Nunca te había considerado del tipo de mujer desesperada pero esto está yendo demasiado lejos, ¿no te parece?

– ¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó ella, sonrojándose.

– Me voy de viaje -replicó Dev. -Y supongo que tú estás aquí para apuntarte de nuevo, ¿no?

– ¿Dónde está Susie? -preguntó Carrie, poniéndose de pie y golpeándose la cabeza con los compartimientos del equipaje. -Ese asiento es suyo, no tuyo.

– Ella no va a venir. Es solo tú y yo.

– No me puedo creer que me lo haya vuelto a hacer -protestó ella, de pie en el pasillo. -Yo no he planeado esto. No sabía que tú estarías aquí. ¡Y no estoy tan desesperada! -protestó ella, sacando el neceser del compartimiento superior, dejando a Dev casi inconsciente en el proceso. -¡Quiero bajarme de este avión! -le gritó a la azafata.

– Señora, no puede bajarse -dijo la mujer, acercándose apresuradamente a ella. -Ya hemos cerrado las puertas.

– Entonces, ábralas. No puedo quedarme en este avión.

– Por favor, siéntese, señora. Estamos empezando a dirigirnos a la pista.

– Escúcheme, soy agente de viajes y si no me deja salir de este avión, ¡no voy a contratar vuelos con esta compañía nunca más!

– Y si usted no se sienta y se abrocha el cinturón de seguridad, voy a tener que avisar al piloto. Así que, por favor, siéntese.