en mataros de amor temiendo olvido.
Tiré sin experiencia
de mi mismo dolor, que no sabía
de celos ni de ausencia;
maté sin ver que se acercaba el día
de dar a todos tan cruel venganza,
que me abrasa de amor sin esperanza;
cual suele en blanda cera
arder la luz y consumirse luego,
en mi abrasada esfera
soy alimento de mi propio fuego,
siendo en la cera, que mi fin recela,
mi propio ardor el alma de la vela.
Aves, fieras, pastores,
una ninfa cruel, una pastora,
mata al Amor de amores;
ya no hay amor, ni mata, ni enamora:
Sirena es ya, Sirena prende y mata,
y siendo Amor con el amor ingrata.
Quebrar el arco quiero
en este tronco de mi mal testigo,
pues de mí propio muero:
yo me maté, yo fui traidor conmigo:
que en tanta confusión, en tanto abismo,
yo mismo soy veneno de mí mismo.
Sale Febo.
FEBO Quedo, señor Amor, blanda la mano;
que este laurel es mío,
que tiene vida y sentimiento humano;
¿no ve que maltratarle es desvarío?
Si quiere enamorarle,
desde lejos podrá mejor tirarle;
que darle con el arco es bajo modo
para el alma que cubre esa corteza,
que tuvo en vida celestial belleza,
si con las flechas mata el mundo todo,
no mate con el arco bajamente;
abrase, tire, prenda, mas no afrente.
Si no le supo herir cuando vivía,
¿por qué le hiere muerto?
o le castiga porque no quería
ser más necia que fue.
CUPIDO ¡Desdicha mía!
Vete, Febo, con Dios.
FEBO Esto le advierto:
respete mi laurel, que ya corona
césares, capitanes y poetas.
¿Cómo no habla? ¿Cómo no blasona?
CUPIDO Vete, Febo, por Dios, que mis saetas
te han vengado de mí; las que tiraba
se vuelven a mi pecho.
FEBO ¿Cómo ha sido?
O ¿quién te hurtó las flechas del aljaba?
Ya soy tu amigo: cuéntame, CUPIDO,
tan grande novedad, que te prometo
sentir tus penas y guardar secreto.
CUPIDO ¿Piensas, Febo, que el alma no te miro?
¿Ahora vienes a engañarme, Febo?
Febo
De verte amar me admiro:
¿no eres tú Amor? ¡Qué prodigioso y nuevo
portento, amar Amor quien no le quiere!
¡Llorad, pastores, que el Amor se muere!
CUPIDO ¡Basta, Febo, no más; ya estás vengado!
FEBO Cuantos males me has hecho, me has pagado.
Ahora, ingrato Amor, verás quién eres,
pues que, siendo el Amor, de amores mueres.
¡Con qué traición mirabas,
con qué crueldad herías!
¡Paga, villano Amor, el mal que has hecho!
Las saetas trocabas,
y a Dafne me rendías,
en cuya nieve se abrasó mi pecho;
ya quedo satisfecho
de todos mis agravios
con verte, Amor, rendido;
mira de hoy más, CUPIDO,
cómo hieres los dioses y los sabios,
que tantas maldiciones
alcanzaron castigo a tus traiciones.
Vase.
CUPIDO ¿Qué tal venganza he dado?
Aves, fieras, pastores,
venid a ver a Amor enamorado;
y dí los pasadores,
el arco y la cadena,
a la bella Sirena;
ella mata de amores,
ella sola es amor, ella enamora;
della os guardad, pastores, desde ahora;
que ya no soy CUPIDO,
sino el Amor, que fue de amor vencido.
Sale Venus.
VENUS Amor, ¿de qué te lamentas?
CUPIDODe mí mismo, aunque acertara
cuando de ti me quejara,
que verme sin honra intentas.
¿Vienes a ver mis afrentas,
por dicha?
VENUS Debes de estar
loco.
CUPIDO Pudiera el pesar
enloquecerme de triste,
porque tú sola pudiste
al Amor enamorar.
Venus
Pues ¿estáslo, Amor, de mí?
CUPIDO Yo siempre de ti lo estoy,
mas hoy que venganza doy
al mundo, no fue por ti.
VENUS ¿Quieres bien?
CUPIDO Señora, sí;
y tú lo sabes mejor.
VENUS Mientes, Amor, que en rigor,
por tus ardientes castigos
¿quién tiene más enemigos
en cielo y tierra que Amor?
¿Nunca has visto en una voz
la gente de algún lugar
juntarse para matar
un fiero animal feroz,
que contra su furia atroz,
de que a todos parte alcanza,
cuál con dardo, cuál con lanza,
cuál con alabarda sale,
porque entre todos iguale
al agravio la venganza?
Pues esto han hecho, contigo
los dioses, y yo pudiera,
pues no hay en Tesalia fiera
como tú fuiste conmigo;
Marte en el cielo testigo,
como Adonis en el suelo:
pero puesto que recelo
la causa, dime quién es,
para ayudarte después
a pedir piedad al cielo.
CUPIDO Dulce madre mía,
Lucero el mayor,
que del cielo esmalta
su azul pabellón;
divino planeta,
celeste esplendor,
prólogo del día,
preludio del sol,
a quien por benigna,
Júpiter le dio
del tercero cielo
la jurisdicción:
yo tuve con Febo,
cuando, cazador,
con valiente brazo
dio muerte a Fitón,
la cuestión que sabes,
de que procedió
el laurel de Dafne
con alma y sin voz,
quejóse a los dioses,
llamóme traidor;
no sé cuál de todos
a todos vengó.
Hay una serrana,
destos valles flor,
gloria de su aldea,
de su prado honor,
basilisco en vista,
humano y feroz,
ángel en belleza,
fiera en condición.
Nunca con tal risa
las hojas abrió
la rosa al rocío
del primero albor,
cuando Abril la esmalta
del rojo arrebol,
que ocultaba el Marzo
en verde botón:
parece que el cielo
jazmines tomó
para hacer al rostro
cándido color.
Si pintar quisiera
tanta perfección,
recibiera agravio
su eterno pintor.
Quien mira su brío,
dice con razón
que la primavera
por allí pasó.
Yo la vi una fiesta
que al valle salió;
no sé qué me dijo,
prestéla atención;
que el oír al ver
siempre fue veloz.
Miróme al descuido,
cuidado me dio;
que en viendo los ojos,
¡ay del corazón!
Reparando en ella,
un helado ardor
discurrió mis venas
y la alma llegó.
Pregunté la causa
del nuevo vigor,
respondióme el alma,
madre, que era yo;
de suerte, señora,
que yo mismo soy
el amor que tengo,
pues muero de amor.
Nunca su ponzoña
al áspid mató,
como a mí me mata
mi propio dolor;
del aljaba pienso
que se me cayó,
yendo a recostarme,
algún pasador,
y por este lado
de suerte me hirió,
que Amor, que era uno,
se ha partido en dos,
a cuanto le digo,
me responde: «No»,
porque todos dicen
que quiere un pastor;
como es igual suyo
presto se rindió,
que amores iguales
verdaderos son;
tales partes tiene,
que celoso estoy;
que hay gustos que dejan
por un hombre, un dios.
Ella viene, madre,
voyme de temor;
dile que me quiera
si tu hijo soy,
de mí no se queje
ningún amador,
yo renuncio el arco,
madre, desde hoy;
Sirena le tenga,
que al Amor venció;
madre, ya soy celos,
ya no soy Amor.
Vase.
Salen Sirena y Silvia.
VENUS Con justa razón se queja
Amor. ¡Qué gentil mujer!
Mas necia debe de ser
si un dios por un hombre deja,
que implica contradicción
ser amor y no le amar.
SILVIA De hoy más te puedes llamar