vengadora, y con razón,
de las mujeres que amaron
y que mal pagadas fueron
pues que tus ojos rindieron
a quien a tantos negaron:
notable dicha has tenido.
SIRENA Silvia, yo no estoy contenta,
porque, cuando el Amor sienta
que por Alcino le olvido,
querrá, con desconfianza,
vengarse en los dos celoso.
SILVIA No hará; que en un poderoso
es bajeza la venganza.
Si un hombre de gran fortuna
dos mil virtudes tuviese,
como vengativo fuese,
no tiene virtud ninguna;
que es ofensa del valor
el no saber perdonar.
SIRENA Dirá Amor que es castigar
mi amor porque es dios de amor.
Ve, Silvia, y llámame a Alcino,
hable con mi padre luego,
que Amor, de sí mismo ciego,
podrá hacer un desatino;
casémonos, que después
él me guardará mejor.
SILVIA Yo voy.
SIRENA ¿Qué me quiere Amor?
Si es amor, lo mismo es
querer a quien he querido.
VENUS A verte sola esperaba,
menos arrogante y brava,
más amor, menos olvido;
la madre del Amor soy,
Sirena, a quien tratas mal.
SIRENA Yo, planeta celestial,
en tu misma esfera estoy;
no soy ninfa de Diana,
ni sus ejercicios sigo
por estas selvas.
VENUS No digo
que no procedes humana
en querer a quien te quiere,
pero no de mejorarte,
pudiendo en más alta parte,
tu injusto desdén se infiere;
si mi CUPIDO te adora,
¿cómo ofendes su deidad
con ajena voluntad?
SIRENA Antes presumo, señora,
que le ofendiera en mudarme,
pues siendo amor verdadero,
en sabiendo que a otro quiero,
podrá su ley castigarme.
VENUS ¿Serás la primer mujer
que a dos en un tiempo quiera?
SIRENA Seré la mujer primera
que a entrambos pueda querer;
el amor ha de ser uno,
esto bien lo sabéis vos,
porque la que quiere a dos,
no quiere bien a ninguno.
VENUS Poco sabes del papel
del amoroso teatro,
porque a dos, a tres y a cuatro
puede entretenerse en él.
SIRENA Entretener no es amar.
VENUS Pues no ames y entretén.
SIRENA Quiero bien, y querer bien
nunca dio tanto lugar;
que a la mujer que es dichosa
en querer quien la ha querido,
no le ha de quedar sentido
para querer otra cosa.
VENUS Muchos galanes, señora,
acreditan la hermosura.
SIRENA La mujer que honor procura
sin buena fama, no es buena.
VENUS Nunca la verdad se infama;
la virtud ha de vencer.
SIRENA ¿Qué virtud puede tener
quien no tiene buena fama?
VENUS A la virtud que es segura,
no ofenden injustos nombres.
SIRENA En habiendo muchos hombres,
es oficio la hermosura.
VENUS ¡Qué bachillera cansada!
SIRENA Obrar bien no es hablar mal.
VENUS Métete monja vestal.
SIRENA ¿Para qué si estoy casada?
VENUS No has de gozar lo que quieres.
Vase.
SIRENA Será injusto tu rigor,
o enemigos del honor,
mujeres para mujeres:
¡Qué consejos de una diosa!
¡Cuántas se pierden ansí!
Voces de pastores, con silbos y estallidos de hondas.
Dentro.
¡Aquí, pastores, aquí!
SIRENA De todo estoy temerosa.
Dentro.
¡Al lobo, al lobo, pastores!
Salga Bato con pellejo de lobo atado al pescuezo, que le
cubre las espaldas, y la cabeza metida por la suya.
BATO ¡Qué desdicha! ¡Muerto vengo!
¿Adónde podré esconderme?
SIRENA ¡Ay, triste! Una fiera veo:
¿Por adónde podré huir?
BATO Por Dios, Sirena, te ruego
que me defiendas.
SIRENA Él habla:
¡cielos, qué animal tan fiero!
Sátiro o fauno, ¿qué quieres?
¿Tan presto te vengas, Venus?
BATO Que no soy sastre ni macho.
SIRENA ¿Eres centauro?
BATO ¡Eso es bueno!
¿Yo cigarro?
SIRENA Pues ¿quién eres?
¡Ay, Dios!
BATO Un lobo moderno,
que aun no estoy examinado.
SIRENA ¿Lobo? ¡Socorredme, cielos!
Venus le envía a matarme.
BATO ¿Qué viernes o qué embeleco?
Mírame bien, que yo soy;
¿tengo, por dicha, otro gesto
del que tuve siendo Bato?
SIRENA ¡Ay, Bato! Perdona el miedo:
¿Podré tentarte la cara?
Él es, ¿qué dudo?
BATO ¿Tan presto
me desconoces, Sirena?
SIRENA El temor, Bato, es tan ciego,
que cree lo que imagina;
pero dime, ¿quién te ha puesto
desta suerte?
BATO Amor, Sirena.
SIRENA ¿Tú tienes amor?
BATO ¿No tengo
mis diez y nueve sentidos,
sin los demás movimientos?
¿No sabes que quiero a Silvia?
Díjome que por secreto
viniese en forma de lobo;
que hay vecino que del sueño
se quitan por acechar
si hay en la calle requiebro.
Yo, Sirena, que no estaba
ducho a ser lobo, el pellejo
que ves le quité a Diana,
porque me lo dijo Febo.
La Diosa, con el enojo,
cuando las cabañas entro,
solicitó los pastores
de valles, montes y cerros:
juntáronse contra mí;
yo, como era lobo nuevo
y no sabía el oficio,
en cuatro pies iba huyendo;
pero como no sabía,
apenas en pie me vieron,
huyeron, imaginando
que fuese algún dios mostrenco;
porque hay en Arcadia tantos
que ya nos damos con ellos,
pues solamente no es dios
el que no tiene dinero.
De pedradas, finalmente,
y mordeduras de perros,
que por poco me mataran,
tal he quedado, que creo
que soy lobo, y así voy
a llevarle su pellejo
y pedir que me perdone;
que Amor, autor de embelecos,
tuvo la culpa de todo.
SIRENA Él viene, y viene a buen tiempo:
pídele, Bato, justicia
de Silvia.
BATO Ya no me atrevo;
que como andan estos dioses
con tantos enojos, temo
que me convierta en gazapo,
o por ventura en vencejo;
y conozco un arcabuz
que está en tirallos tan diestro,
que ha despoblado los aires,
y no se halla uno dellos
por un ojo de la cara:
pues si en toro me convierto,
sin que lo sepa la muerte,
dará conmigo en el suelo.
Vase.
Sale CUPIDO.
CUPIDO ¡Oh, bellísima Sirena!
No sin causa tan amenos
hallé los prados de Arcadia,
que obedientes florecieron
a la estampa de tus pies.
Pienso que mi madre Venus
habló ya contigo.
SIRENA Aquí
me dijo tu pensamiento;
yo le respondí que amaba
y que, amando, fuera yerro
culpable amar otro amor.
Dilo tú como maestro
de amar, y como quien es
el legislador y dueño
desta universal razón;
di que sin culpa me siento,
pues tú fuiste quien de Alcino
me enamoró; mas yo quiero
quererte si tú me das
la libertad para hacerlo.
Desenamórame, Amor.
CUPIDO Si soy Amor, cómo puedo
ser desamor? Ese oficio
hace la ausencia, los celos
o la ingratitud.
SIRENA Pues todo
te ofrece el mismo remedio;
cánsate de verme ingrata,
y pues celoso te veo
de Alcino, auséntate, Amor;
mas ¿cómo ignoras, con serlo,
que amor con amor se cura?
Quiere bien otro sujeto:
podrá desenamorarte.
CUPIDO Toma tú el mismo consejo,
y enamórate de mí:
verás cómo olvidas luego
a Alcino.
SIRENA No puede ser,
si no me quitas primero
el amor que tú me diste.
Salen Silvia y Alcino.
ALCINO Mucho, Silvia, le agradezco
que quiera que hable a su padre;
que temo algún mal suceso