como el de Dafne, que hoy lloran
con turbias aguas Peneo
y el Príncipe de Tesalia,
que emprendió su casamiento.
SILVIA Ella, que te adora, Alcino,
quiere poner tierra en medio
con casarse; que este Amor
anda en perseguirla necio,
cuanto ella en aborrecerle
discreta.
ALCINO Detente. ¡Ay, cielo!
¿No es CUPIDO aquel? ¡Ay, Silvia,
qué buen aborrecimiento!
Amor y Sirena juntos.
SILVIA Sí, pero yo diferencio
el hablar por accidente
de haber sido por conciertos.
ALCINO No, Silvia, en la selva solos;
si del mismo Amor no tengo
celos, ¿de quién quieres, Silvia,
que tenga en el mundo celos?
SIRENA Amor, Alcino está allí;
que no le demos, te ruego,
celos; que te doy palabra
de amarte en llegando el tiempo
de llevar a la montaña
el ganado, pues con esto
y su ausencia habrá lugar.
CUPIDO El capítulo primero
de amar, es obedecer;
yo me voy, y te obedezco.
Vase.
ALCINO No sé cómo acierte a hablarla.
SIRENA Nunca tuve más deseo
de verte, mi Alcino.
ALCINO Aparta
los brazos, detén el pecho;
que si en él ha entrado amor,
¿cómo podrán estar dentro
dos amores? Muchos años
le goce; que yo no emprendo
competencia con los dioses:
ni soy Tifón ni Japeto.
SIRENA ¿Qué dices? ¿Estás en ti?
ALCINO En ti no estoy, que es lo cierto;
ni en mí, que, si en mí estuviera,
nunca viera lo que veo,
con los ojos no hay engaño;
adiós, que al monte me vuelvo:
si bajare al prado, plega…
SIRENA Bueno está sin juramento;
vete, pues gustas, Alcino,
de tratar con tal desprecio
a quien deja un dios por ti.
ALCINO ¿Tú le dejas?
SIRENA Yo le dejo.
ALCINO¿Cómo, si le tienes?
SIRENA ¿Yo?
SILVIA Buenos andáis de conceptos;
ea, Alcino, habla a Sirena.
ALCINO ¿Que la hable yo primero?
SILVIA Quédate ahí como él plega;
que se está el cielo riendo
de los amantes perjuros:
Sirena, no des con esto
venganza a Amor, da los brazos
a Alcino.
SIRENA ¿Quién, yo primero?
SILVIA ¡Que venganzas tiene Amor
tan tiernas!
SIRENA Yo no me vengo.
ALCINO Pues si yo también me enojo.
SIRENA Pues confiese, como es cierto,
que yo no he tenido culpa.
ALCINO Que soy tu esclavo confieso,
y que mis brazos te doy.
SIRENA ¡Ay, Alcino! ¡Ay, Dios! ¡Ay, muero!
Estará de pies Sirena en la trampa del teatro, y al
abrazarse los dos, se hundirá Sirena.
ALCINO ¡Oh, Júpiter soberano!
Sirena, Sirena, ¿quién
te lleva?
Dentro Sirena.
SIRENA ¡Alcino!
ALCINO ¡Mi bien!
Pero ¿qué te llamo en vano?
SILVIA ¡Qué desdicha! Por aquí
se entró.
ALCINO Seguiréla yo.
Salga una fuente de agua hacia arriba.
SILVIA En agua se convirtió.
ALCINO Lo mismo será de mí,
Sirena del alma mía;
agua son ya tus despojos,
pues hechos fuentes mis ojos,
te harán, de hoy más, compañía;
heroica hazaña de amor
convertir en agua el fuego,
por ver si en ella me anego;
más fue industria que valor:
vuélveme en agua, y tendremos
un mismo fin; vengarás
tu pecho; mas no, querrás
para que no nos juntemos.
¡Triste padre cuando oyere
el suceso, y triste yo:
selvas, Sirena murió;
selvas, Alcino se muere!
Vase.
SILVIA Airados están los dioses,
Arcadio, contra tus selvas.
Sale Bato.
BATO Aquí está Silvia, alahé;
que, aunque nunca Amor se venga,
me lo ha de pagar ahora.
Pues Silvia, ¿es buena conciencia
que me pongas por quererte
en hábitos que me muerdan
cuantos perros tiene el monte,
que los hay de mil maneras,
invisibles y visibles?
SILVIA ¡Ay, Bato, que desas quejas
no es tiempo ahora! CUPIDO,
viendo inútiles sus flechas,
convirtió a Sirena en agua.
BATO ¿Tenemos otra lobera?
SILVIA Pluguiera a Dios: por aquí,
Bato, asoma la cabeza;
verás qué fuente tan linda.
BATO Mas qué, ¿me arrojas en ella?
SILVIA ¿Estas lágrimas son burla?
Sale una llama de fuego.
BATO Voy a verla. ¡Que me queman,
que me abrasan!
SILVIA ¿No era fuente?
BATO Chamuscóme las guedejas.
Cae un lienzo de lo alto en forma de palacio, que
dejándolos en el teatro a los dos, cubre todo el monte.
SILVIA ¡Ay, Bato! ¿Quién por el aire,
sin que los cuerpos lo sientan,
nos ha traído a esta casa?
BATO Silvia, tú eres hechicera;
que desde aquello del lobo,
no es posible que no seas
o la hija del Sil, Circe,
o la de Colchos, Medea.
SILVIA ¿Yo? ¿Cómo si estoy sin mí?
Ni ¿qué encantadora hubiera
que formara este palacio?
BATO Las columnas que sustentan
la machina son de jaspe
y de mil preciosas piedras.
SILVIA Locos debemos de estar,
porque por aquella puerta,
si no es engaño o es sueño,
salen CUPIDO y Sirena.
BATO ¡Sirena está viva! Júpiter
con bien me vuelva a mi tierra,
que desde lo del pellejo
ande, como ánima en pena.
Salen CUPIDO y Sirena, y criados que les ponen sillas.
CUPIDO Sirena, yo soy Amor;
no temas, yo vivo aquí,
todo lo que ves, fingí
de celos de tu pastor.
SIRENA Justo ha sido mi temor,
dulce CUPIDO, hasta verte;
que fuera venganza fuerte
e indigna de tu poder,
por querer y no querer
darme tan injusta muerte.
CUPIDO Siéntate.
SIRENA Dime quién son
los que te sirven aquí.
CUPIDO Los celos, que van tras mí,
linces en toda traición,
la fineza, la ocasión,
la esperanza y la mudanza.
SIRENA Buen criado la esperanza.
CUPIDOY entre éstos, con plaza igual,
los que siempre sirven mal.
SIRENA ¿Quién?
CUPIDO La ausencia y la venganza;
mas por que segura estés,
llega, Silvia; llega, Bato.
SIRENA Serán los dos en retrato.
CUPIDO Serán los mismos que ves.
BATO Danos, señora, los pies.
SILVIAY en albricias de tu vida,
que yo los brazos te pida.
BATO Estoy de contento loco.
CUPIDO ¡Hola! ¡Mientras duermo un poco,
aperciban la comida.
BATO Esta sí que es buena casa;
que sin comer no hay placer,
porque hay dios que sin comer
toda la vida se pasa.
SILVIA Nunca del Amor fue escasa
la mano; aquí comerás
ambrosía.
BATO Por jamás
supe yo que era ambrosía:
di que me den ollería,
que de eso conozco más.
SIRENA Quedóse dormido Amor.
SILVIA Debe de andar desvelado:
cuando tiene el bien hallado,
duerme un amante mejor.
BATO Por allí suena rumor.
Baja Diana por el aire.
DIANA De esta suerte, mi venganza
a Venus y a Amor alcanza.
SIRENA ¡Ay, Dios! ¿Quién me lleva?
DIANA Yo.
Asiendo Diana a Sirena, vuelan juntas.
BATO Silvia, todo se mudó.
SILVIA Todo es venganza y mudanza.
El palacio se sube arriba, y queda descubierto el monte.
CUPIDO ¿Qué es eso, Sirena mía?
BATO ¿Cuál Sirena? Aquí bajó
quien volando la llevó
por adonde nace el día.
SILVIA En la cabeza traía
una luna plateada.
CUPIDO ¿Qué es esto, Diana airada?
¿En fe de tu castidad
te atreves a mi deidad?
¿Ya no estabas bien vengada?
¡Vive el cielo, que has de arder
de amores de Endimión,
si tanta contemplación