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contenta y desenojada.

Vase.

CUPIDO Tú, principio de mi vida,

como me mandas servida,

como mereces amada.

Selvas de Arcadia, montes y riberas,

yo soy Amor; mi madre me ha reñido;

de hoy más, todo mortal guarde el sentido;

que no he de perdonar aves ni fieras.

Tú, que las plantas, al correr ligeras,

por las sendas estampas del olvido,

presto verás, habiéndome ofendido,

lo que va de las burlas a las veras.

Hoy has de aborrecer, y ser querida;

y tú, vanaglorioso Febo, advierte

que no te importa ser fitonicida.

No pienses libre de mis flechas verte,

porque de cuantas cosas tienen vida,

sólo no supo qué es amor la muerte.

Dentro ruido de pastores, y sale Bato.

BATO Desgraciado en premios soy:

si el cielo premios lloviera,

ninguno a mí me cupiera;

por desesperarme estoy.

¡Oh, tiempo, no sé por quién

eres a mi premio ingrato!

Todos alaban a Bato,

pero nadie le hace bien.

¿De cuál peñasco arrojado

me dará fin este río,

que aun de morir desconfío,

según nací desdichado?

Este es bajo, éste eminente,

éste aún no me da lugar;

tal estoy, que no he de hallar

peñasco que me contente.

Un mancebo viene allí.

CUPIDO Dime, que el cielo te guarde,

pastor, ¿qué fiesta esta tarde

celebra el Arcadia aquí,

que tanta gente se junta?

BATO Deciros la causa quiero;

que parecéis forastero

en el traje y la pregunta:

dio Febo muerte a Fitón.

CUPIDO ¿Qué Febo?

BATO El nacido Delo,

el que lleva por el cielo

el dorado cherrión.

CUPIDOY Fitón, ¿quién fue?

BATO Una fiera

serpiente, que se comía

los ganados, y este día

celebran monte y ribera

con juegos, que él ordenó,

de cantar, saltar, bailar,

hacer versos y luchar,

y todos los pierdo yo.

CUPIDO ¿Cantáis vos?

BATO Muy mal.

CUPIDO ¿Saltáis?

BATOMucho peor.

CUPIDO ¿Hacéis versos?

BATO Sí, señor; mas son perversos.

CUPIDO Pues ¿cómo queréis ganar?

BATO Porque como yo sabía

que lo peor se premiaba,

por lo mismo imaginaba que el premio merecería.

CUPIDO ¡Oh, qué cosa tan mal dicha!

BATOYo la he dicho muchas veces.

CUPIDO Donde son dioses jüeces,

culpad a vuestra desdicha;

que los dioses saben bien

quién merece premio o no.

Decid los versos, que yo

quiero ser jüez también.

BATO ¿Es dios su merced acaso?

CUPIDO Decid, que yo os lo diré

después.

BATO Ya van alahé,

pero quítese del paso:

en tomando su arco y flechas

Febo de un espetón

mató a la Sierpe Fitón,

y todos estos montes y riberas;

le hacen fiestas

saltando y bailando,

jugando y andando;

y dicen que el dios CUPIDO

nunca hizo tiro tan llocido,

porque es herrero su padre,

y su madre, por desastre,

le hubo en un sastre,

y nadie se asombre,

que era mujer, y no hombre,

y esto lo puedo jurar,

aunque nunca la vi nadar.

CUPIDO ¿Hay más?

BATO ¿Poco le parece?

CUPIDO Si vos escribís ansí,

¿qué premio esperáis?

BATO A mí

me han dicho que le merece.

CUPIDO Pues porque jamás culpéislos dioses, con este

anillo

os premio.

BATO Me maravillo,

si es fino, que me lo déis.

CUPIDO Mirad que tiene virtud

esa piedra para hacer

que os quiera cualquier mujer.

BATO Dios le dé vida y salud:

Silvia me burló mil veces,

hoy me tengo de vengar.

CUPIDO Ya no podréis murmurar

siendo los dioses jüeces.

Finalmente. ¿a quién premiaron

de las ninfas?

BATO Por mejores

en todas gracias de flores,

los cabellos coronaron

de Dafne y de Sirena,

que cantando las dos, creo

que pudieran, como Orfeo,

suspender la eterna pena.

CUPIDO ¿Dafne premiada?

BATO ¡Pues no!

Tanto, que con dulce guerra

la miró Febo en la tierra,

y en el cielo se paró.

CUPIDO ¿Febo la miró?

BATO Es mujer

que se la pide a Peneo

mueso príncipe Aristeo.

CUPIDO Desde aquí la pienso ver.

Todos los pastores de fiesta, con instrumentos, y Febo

detrás coronado de roble, y Dafne y Sirena, de flores.

ALCINO En grandes obligaciones

nos pone tu majestad,

con hallarte, ¡oh, gran deidad!,

en nuestros juegos fitones;

con esto serán más claros.

tú con más amor servido.

FEBO Mi propio interés ha sido,

pastores, venid a honraros.

Habla Bato con el Amor, y no le ve.

BATO Ahora, ilustre mancebo,

pues que no la conocéis,

la bella Dafne veréis,

veréis al valiente Febo;

mas ¿por adónde se fue?

que sin verle no es posible.

CUPIDO Aquí estoy, pero invisible,

donde ninguno me ve;

desde aquí la flecha de oro

a Febo quiero tirar;

Diana ha de perdonar,

pues no ofendo su decoro;

por enamorar a Febo,

la de plomo a Dafne tiro.

Tira dos flechas a Dafne y a Febo.

FEBO Parece que en Dafne miro

nuevo ser, semblante nuevo;

nunca tanto en su belleza,

como ahora reparé.

DAFNE ¡Qué diferente miré,

de Febo la gentileza

de lo que la miro ahora!

Gallardo me parecía,

como al tiempo que salía

de los brazos del Aurora:

¡qué pena de verle tomo!¡Qué mal talle! No merece

ser deidad.

CUPIDO Ya le aborrece,

ya va haciendo efecto el plomo, y el oro en Febo.

ALCINO Pastores,

Febo querrá descansar;

volvamos a coronar

su templo de almas y flores.

Éntrense todos cantando, y Febo detenga a Dafne.

FEBO Espera, Dafne, espera.

DAFNE ¿Qué quieres?

FEBO Hazme un favor.

DAFNE¿En qué te sirvo?

FEBO Una flor

desa guirnalda quisiera;

ni es mucho a la primavera

pedir flores por favores,

que es propio tiempo de amores.

DAFNE ¿Flores me pides a mí,

cuando al Aurora y a ti

deben los prados las flores?

FEBO Lo que se puede tomar

no puede favor llamarse,

porque es cosa que ha de darse

si favor se ha de llamar.

DAFNE El que a otro puede dar,

es forzoso conceder

que superior viene a ser,

y tu deidad perdería

si yo, de cosa que es mía,le puedo favorecer.

FEBO Dafne hermosa, la deidad

celestial naturaleza,

de cuanto es mortal riqueza

no tiene necesidad:lo que pide es voluntad;

las demás cosas son vanas

para prendas soberanas,

y ésta falta entre las dos;

que siempre está pobre Dios

de voluntades humanas.

El olor del sacrificio,

desde la ardiente ceniza

los aires aromatiza,

porque en su piadoso oficio

es del corazón indicio,

y por eso juzgas mal

en llamarte desigual;

que es tal la fuerza de amor,

que puede hacer inferior

lo inmortal a lo mortal.

La violencia más segura

para hacer desde la tierra

a los mismos dioses guerra,

es la perfecta hermosura.

El oro y la plata pura,

las piedras, los minerales

y las perlas orientales,

las crío y engendro yo;

pero nunca el sol crió

esos ojos celestiales.

Que si pudiera mi mano

dar a tu belleza ser,

¿qué le quedaba que hacer

a Júpiter soberano?

Y aún pienso, y tengo por llano,

que tan perfecta y tan pura

belleza y rara pintura

ella misma se hizo a sí,

porque de otra que de ti