no fuera tanta hermosura.
Yo puedo hacer en la mina
el diamante y el rubí,
no engastar en carmesí
clavel tu boca divina:
con esto, Dafne, imagina,
si te parece extrañezaque conquiste tu belleza,
que hasta un dios pudo rogar
por lo que le puede dar
la mortal naturaleza.
DAFNE Febo ilustre, yo nacídel claro río Peneo,
como sabes, semideo,
en cuya orilla crecí
hasta que las ninfas vi
de la triforme Diana,
a quien dediqué lozana
verde edad, que no hermosura,
y a su casta imagen pura
la parte que tengo humana.
Aristeo me pidió
por mujer, que de Tesalia
es Príncipe, y la acidalia
Venus tanto se enojó
de que le dejase yo
por seguir su casto coro,
que contra el justo decoro
a que me quieras te obliga,
porque, queriéndote, siga
las leyes de Amor, que ignoro.
Yo no quiero, ni he querido,
ni pienso querer jamás,
si todo el oro me das
de tus rayos producido:
muda el amor en olvido;
que aunque eres deidad, yo humana,
será tu esperanza vana
mientras más loca pretenda,
pues cuanto Venus me ofenda,
sabrá guardarme Diana.
Vase.
FEBO ¡Al autor de la luz tanto desvelo,
tanto desdén y desigual porfía!
Estoy por no salir, ni formar día,
aunque la Tierra se lamente al Cielo.
Caiga la noche de sí misma al suelo,
sin esperanza de la lumbre mía,
porque la caza que estas selvas cría
se envuelva en sombra de su eterno velo.
Suspende el arco al hombro, que profana
la ley de Amor, y si es buscar severa
fieras tu condición, dulce tirana, ¿qué fiera más
cruel hallar espera
que la que tiene con belleza humana,
de piedra el alma, el corazón de fiera?
CUPIDO se le pone delante.
CUPIDO ¿Adónde bueno, gallardoFebo, el del famoso
tiro?
Vienes de ver, por ventura,
las fiestas y regocijos
que a la muerte de Fitón
las riberas deste río
celebran con tanto aplauso
de juegos y sacrificios?
¿O, codicioso de hacer
suerte igual entre estos riscos,
buscas otra sierpe fiera
que derribe excelsos pinos,
que devore los ganados,
y rompa los edificios?
¿Adónde la dejas muerta?
Que yo confieso que envidio
las honras que estos serranos
hacen a tu nombre invicto.
¿Qué dicha mayor que ver
cómo eres dellos tenido
por el mayor de los dioses
que tiene el sagrado Olimpo?
Adórante cuantas ninfas
habitan los extendidos
campos que riega Peneo
en círculo cristalino,
y más entre todas Dafne,
su hija, con quien he visto,
de la florida ribera
entre los verdes alisos,
tan tierna y enamorada,
que parece que yo mismo
la enseñaba los amores
que a tus requiebros ha dicho.
¿Cómo la dejaste ir?
FEBO Mal nacido basilisco,
dulce afrenta de las almas,
grave error de los sentidos,
engaño de la esperanza,
tirano del albedrío,
sinrazón de la razón
y de la memoria olvido;pasión del entendimiento,
de la voluntad hechizo,
suspensión de las acciones,
humano con lo divino,
y divino con lo humano;
el más traidor que ofendido,por envidia y por venganza
te burlas, rapaz, conmigo:
¿Parécete que es victoria
haberme Dafne rendido?
¿Lo que su hermosura ha hecho
atribuyes a tu oficio?
Sus ojos, y no tus flechas,
sus donaires, no tus tiros;
que la hermosura perfecta
no mata con artificio.
Plega al cielo que te veas,
siendo Amor, aborrecido,
y que te deje, a quien ames,
por hombre mortal e indigno,
y que por tus ojos veas,
abrasado en celos vivos,
sus dos almas, sus dos vidas,
en un cuerpo hermafrodito.
Oigan los dioses mis ruegos,
en cuya piedad confío
venganza de tus agravios,
y piedad de mis suspiros.
Vase.
CUPIDO No sé cómo, viendo a Febo
tan triste, el placer resisto;
pero sin comunicarse,
¿qué gusto jamás lo ha sido?
Voy a referir a Venus
sus trofeos y los míos.
Dafne huye, Febo adora,
yo triunfo. ¡CUPIDO, víctor!
Salen Dafne y Sirena.
SIRENA ¿De eso vienes victoriosa?
DAFNE ¿De qué quieres que lo esté
con más razón?
SIRENA Desdén fuede mujer loca y
hermosa;
¿dirás que de virtuosa
el desdén ha procedido?
DAFNE Valor y virtud ha sido.
SIRENA Yo no le doy ese nombre,
pues al que es dios y al que es hombre
tratas con un mismo olvido.
Que desechos a Aristeo
me parece necedad,
y de Febo la deidad,
vanaglorioso trofeo:
¡Que ningún amor ni empleo
tu condición te permita!
¡Qué nación el mundo habita,
que haya despreciado al sol,
desde el indio al español,
y del alemán al scita?
¡Ah, Dafne! Júpiter quiera
que no pague la locura
de emplear tanta hermosura
en ir siguiendo una fiera.
DAFNE Yo sé qué premio me espera,
y no es esperanza vana,
cuando lo sepa Diana,
de cuyo coro me precio,
y por cuyo honor desprecio
toda la riqueza humana.
Mas cuando su celestial
compañía no siguiera,
menos a Febo quisiera,
porque me parece mal;
tanto, que en odio mortal
el respeto he convertido.
SIRENA Si es gallardo y entendido
un hombre, ¿qué ha de tener
para quererte?
DAFNE Nacer
con dicha de ser querido;
tanto sol no me conviene,
ni hay tan rudo labrador
que me parezca peor de cuantos Arcadia tiene.
SIRENA Venus le ama y le entretiene,
y día y noche le sigue.
DAFNE Mal gusto.
SIRENA El cielo te obligue
a hacer presto un necio empleo
en el sátiro más feo,
que tus melindres castigue.
Todas las que sois así,
arrepentidas lloráis
después que a todos vengáis,
como lo espero de ti.
DAFNE Vete. Sirena, de aquí,
y no culpes mi desdén;
que como tú quieres bien,
hablas mal contra el decoro
de Diana.
SIRENA De su coro
me río, y de ti también.
Nace al aurora la flor
vanagloriosa de sí,
y si pasa por allí
el gallardo cazador,
parece que de temor
de que la toque su mano,
aunque fue melindre en vano,
a las hojas se retira,
y cuando ya el sol expira,
la pisa el rudo villano.
Tu aspereza no es virtud,
sino necia vanagloria;
en tanto intenta victoria
tu loca solicitud:
yo culpo tu ingratitud,
de vana arrogancia llena.
DAFNE Vete y déjame, Sirena;
que viciosa compañía
hará que juzguen la mía
por la libertad ajena.
SIRENA Si es porque de Alcino soy,
yo estoy tan bien empleada
como tú estás engañada.
DAFNE En mi daño si lo estoy:
vete con Dios.
SIRENA Yo me voy;
todo el tiempo lo sujeta:
tú verás si eres discreta,
y si yo la necia soy.
Vase.
DAFNE No hay cosa más importuna
que la persuasión de un necio,
cuando presume que sabe
y que enseña al que es discreto.
No de otra suerte combate
la roca en la mar al viento
las ondas de las aguas
una tras otra soberbio,
que como quien burla dél,
firme en su nativo asiento,
vuelve en espumas los golpes,
y en blanda risa los ecos:
así se cansa quien piensa
reducir mi entendimiento
a no seguir de Diana
limpia vida y trato honesto.