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Chaney se mostró tan testarudo como ella.

—El fin del siglo está a tan sólo veintidós años de distancia, pero este documento está dirigido a un lejano futuro, al fin del mundo. Describe el fin, los últimos días. Yo lo llamé Eschatos, que significa «el fin de las cosas». ¿Cree realmente Seabrooke que el fin del mundo está tan sólo a veintidós años de distancia?

—No, señor. Estoy segura de que no cree eso, pero nos ha dado instrucciones de que lo estudiemos atentamente como preparación para el sondeo. Puede existir una tenue conexión.

—¿Qué tenue conexión? ¿Dónde?

—Esas referencias a la cegadora luz amarilla llenando el cielo, por ejemplo. Puede ser una alusión a la guerra en el sudeste de Asia. Y hay otras referencias a un clima cada vez más frío, y una serie de plagas. Los dragones pueden tener una connotación militar. El señor Seabrooke mencionó específicamente lo que usted señala acerca del Armagedón en relación con la guerra árabe-israelí. Hay un cierto número de detalles, señor.

Chaney se permitió un audible gruñido.

—Cogido en su propia trampa, amigo —dijo Saltus—. Lo siento por usted.

Chaney comprendía lo que el comandante quería decir. Los críticos y los Moresby de todo el mundo no deseaban creer en su traducción inglesa del papiro del Apocalipsis, pero parecía ser auténtica. Ahora, Seabrooke parecía que deseaba creer en el Eschatos, o al menos estaba dispuesto a creer en él.

Impacientemente:

—La cegadora luz amarilla en el cielo no tiene nada que ver con la guerra de Asia. En la ficción hebrea era una romántica promesa de salud, riqueza, paz y prosperidad para todos. La luz amarilla es un sol benigno, derramando bienestar sobre la tierra. El antiguo profeta estaba diciendo simplemente que al final la tierra pertenecería al hombre, a todos los hombres, y se establecería una paz eterna. Utopía. Nada más que eso.

»Esa utopía tenía que llegar después del final de las cosas, después de los últimos días, cuando todo un nuevo mundo bajo un sol dorado fuera ofrecido a los pueblos de Israel. Es una profecía tan vieja como los tiempos. No tiene nada que ver con nuestra guerra en Asia, ni con el color de la piel de ningún soldado. —Chaney señaló hacia la puerta—. ¿Qué frío hace ahí afuera ahora? Éste es un clima ideal para bañarse. ¿Y dónde están las plagas? ¿Ha visto usted alguna vez un dragón?

Saltus:

—¿Y dónde está Armagedón?

—Su auténtico nombre es Har-Magedon. Es una montaña de Israel, comandante, la montaña de Megiddó surgiendo en la llanura de Esdrelón. Y las profecías llegan un poco tarde… Todas las profecías. Son innumerables las batallas decisivas que se han producido ya allí y luego se han desvanecido en la historia. Fue un lugar favorito para los antiguos fabuladores; su historia era tan sangrienta que estaba firmemente fijada en la mente de los nativos, era un buen lugar para situar otra historia.

—Señor, sabe usted muy bien cómo agitar las aguas frías.

—Comandante, creo que soy realista; creo en los hechos, no en las fantasías. Creo en las estadísticas y en las continuidades firmemente enraizadas, no en las profecías y los sueños. —Chaney clavó un dedo sobre el documento fotocopiado—. El hombre que escribió esto era un soñador, y en cierto modo un plagiario. Algunos pasajes están tomados de Daniel, y algo de Miqueas.

—¿Cree que se trata de un fraude?

—No, definitivamente no. Empecé asegurándome de ello desde el principio. El papiro fue descubierto de la forma habituaclass="underline" por estudiantes universitarios buscando viejas vasijas, en la cueva Q doce. Estaba envuelto en el habitual lino podrido del tipo tejido en Qumran, y ese lino fue sometido a las pruebas del carbono catorce para determinar su antigüedad… Las pruebas fueron efectuadas en el Instituto Libby en Chicago. Repetidas pruebas establecieron una edad de mil novecientos años, más o menos setenta, para el lino.

»Pero nosotros no aceptamos eso como prueba de que el papiro dentro del Uno sea de la misma época. Hay otros métodos para fechar un manuscrito. —Se inclinó sobre las copias y apuntó con un dedo a la primera línea—. Este texto está escrito con letras cuadradas y no contiene vocales, absolutamente ninguna. Se leen de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo cruzando el rollo. Las letras cuadradas empezaron a usarse aproximadamente tres siglos antes de Cristo; antes de eso se utilizaba una escritura más fluida, pero después la escritura cuadrada se hizo común.

Chaney captó un movimiento con el rabillo del ojo. El mayor Moresby se inclinó hacia delante, para observar más de cerca las copias.

—El lenguaje hebreo utilizado en aquella época tenía tan sólo veintidós letras, y todas ellas eran consonantes. Las vocales no habían sido inventadas, y no lo serían hasta dentro de otros seis o setecientos años. Este texto contiene las veintidós consonantes estándar, pero en ningún lado del papiro, ni encima ni debajo de las líneas, o dentro de las palabras, o en los márgenes, hay el menor signo que indique dónde una consonante se convierte en vocal. Eso era significativo. •—Miró a Moresby y descubrió que había captado toda la atención del hombre—. Pero había otros indicios sobre los que trabajar. Ese escriba estaba familiarizado con los escritos de Daniel y de Miqueas. El texto no es puro hebreo; en él se han deslizado algunos toques árameos…, una palabra o una frase que posee más fuerza que su equivalente hebreo. La antigua palabra griega eschatos no aparece, pero debería. Me sorprendió descubrir su ausencia, porque el escriba conocía el drama o melodrama griego. —Chaney hizo un gesto—. La fecha más antigua es unos cien años antes de Cristo. No fue escrito antes de eso.

»Fijar una fecha límite posterior no es mucho más difícil, porque el escriba traiciona los límites de su conocimiento. No podía estar vivo y escribiendo en el año setenta de nuestra era. El texto contiene tres referencias directas a un Templo, un gran Templo blanco que parece ser el centro de toda la actividad importante. Había muchos templos en Palestina y en los alrededores, pero tan sólo un Templo: el lugar más santo de todos los lugares santos, el Templo de Jerusalén. En esta historia el Templo aún está en pie, todavía existe, y es el centro de toda actividad. Pero en la historia real ese Templo tuvo un final. Los ejércitos romanos invadieron Judea y lo destruyeron completamente el año setenta de nuestra era. En la represión de una revuelta hebrea, fue derruido piedra tras piedra, y el Templo ya no volvió a existir.

—Había sido predicho —murmuró el mayor Moresby.

Chaney lo ignoró.

—Así que la fecha de composición está delimitada por ambos lados: no antes del año cien antes de Cristo, y no después del año setenta después de Cristo. Lo cual coincide satisfactoriamente con las pruebas del radiocarbono. Estoy convencido de que el papiro es auténtico, pero el relato que cuenta no. La historia es pura ficción, hecha a base de símbolos y mitos conocidos por los antiguos hebreos.

Arthur Saltus echó una ojeada a las copias y luego a la mujer.

—¿Tenemos que leer todo esto, Katrina?

—Sí, señor. El señor Seabrooke lo ha exigido así.

—Una pérdida de tiempo, comandante —dijo Chaney.

Saltus le dirigió una amplia sonrisa.

—El Gran Jefe Blanco ha hablado, amigo. No deseo volver a esa draga en el mar de la China.

—La Indic no me aceptaría de vuelta; me vendieron al Gran Jefe Blanco.

Brian Chaney apartó los papeles fotocopiados a un lado y tomó el grueso informe de la Indic. Abrió una página al azar y empezó a leer cifras correspondientes a unas elecciones en Alemania occidental hada tres años.

Recordó aquellas elecciones: la gente de su sección las había seguido con interés, y había intentado apostar sobre sus resultados, sin encontrar a nadie que aceptara las apuestas. Poco antes de que el informe fuera cerrado y sometido a la Oficina, el Partido Nacional Democrático había logrado un 4,3 % de los votos populares; sólo siete décimas de un uno por ciento por debajo del mínimo necesario para conseguir la entrada en el Bundestag. El partido había sido acusado de neonazismo, y Chaney se preguntó si habría conseguido superar la imagen de Hitler y ganar el necesario cinco por ciento restante en los últimos años. En tiempo de paz, los periódicos israelíes habrían hablado de ello; lo hubiera sabido. Quizá habían publicado posteriormente noticias de las siguientes elecciones, pese a la carestía de papel y sus problemas internos. Quizá simplemente él las había pasado por alto. Se había pasado mucho tiempo con la nariz enterrada en traducciones. Del mismo modo que las narices de Saltus y de Moresby estaban enterradas en Eschatos ahora…