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Chaney se lo quedó mirando con un recuerdo en particular delante mismo de su mente. Saltus comprendió y enrojeció violentamente. Dejó caer la fotografía, y traicionó su sentimiento de culpa lanzando una mirada de reojo a Katrina.

—Esperamos que cubra usted mucha información, señor —dijo ésta.

—Me gustaría disponer de más de cincuenta horas en una biblioteca. Un trabajo de investigación decente requiere varias semanas, incluso meses.

—Puede que sea posible volver de nuevo una y otra vez, con sus intervalos correspondientes, por supuesto. Se lo preguntaré al señor Seabrooke.

Saltus:

—Oiga…, ¿qué hay de eso, Katrina? ¿Qué ocurrirá después de la investigación? ¿Qué haremos luego?

—No puedo darles ninguna respuesta satisfactoria, comandante. En este estadio de la operación no hay programado nada más allá del sondeo de Chicago. No puede programarse nada más hasta que conozcamos el resultado de estos primeros dos pasos. No podemos dar una respuesta definitiva hasta que vuelvan ustedes de Chicago.

—Pero ¿cree usted que proseguiremos?

—Imagino que se prepararán otros sondeos cuando éste sea completado satisfactoriamente y los datos resultantes hayan sido analizados. —Sin embargo, luego añadió una rápida posdata—: Ésa es mi opinión, comandante. El señor Seabrooke no ha dicho nada de posibles operaciones futuras.

—Me gusta su opinión, Katrina. Es mejor que una cascara de nuez en el mar de la China.

—¿Qué ha ocurrido con las alternativas? —preguntó Chaney—. ¿Con Jerusalén y Dallas?

—¿Qué es eso? —saltó Moresby.

La joven se lo explicó a Moresby y a Saltus. Chaney se dio cuenta de que sólo le habían comunicado a él los dos programas alternativos, y se preguntó si no habría cometido un error al mencionarlos.

—Las alternativas fueron tomadas como último recurso —dijo Katrina—; puede que nunca sean llevadas a cabo. —Miró a Brian Chaney e hizo una pausa—. Los ingenieros están estudiando una nueva cuestión relativa a la operatividad del vehículo; parece que no está claro todavía si el vehículo puede funcionar a la inversa hasta una fecha anterior al establecimiento de su fuente de energía.

—¿Qué significa eso en lenguaje llano?

—Significa que no podemos ir a la antigua Jericó —le dijo Chaney—. Allí no hay electricidad. Creo que lo que ella quiere decir es que el VDT necesita energía a todo lo largo del camino para moverse hasta donde sea.

Moresby:

—Sin embargo, tenía entendido que dijo usted que en esas pruebas con animales los habían enviado un año o más hacia el pasado.

—Sí, señor, eso es correcto, pero el reactor nuclear lleva operando desde hace más de dos años. El antiguo límite inferior del VDT era el treinta de diciembre de mil novecientos cuarenta y uno, pero quizá eso tenga que ser drásticamente revisado ahora. Si se descubre que el vehículo no puede operar antes del establecimiento de su fuente de energía, el límite inferior deberá ser reducido hasta una fecha arbitraria hace dos años. No deseamos perder el vehículo.

—Uno de esos brillantes ingenieros debería sentarse y dedicarse seriamente al trabajo —dijo Chaney—; trazar un gráfico de paradojas, o un mapa, o lo que sea. Katrina, si siguen ustedes tanteando así llegará un momento, más tarde o más temprano, en que se encontrarán contra la pared.

Ella enrojeció y traicionó un minuto de vacilación antes de responderle.

—La Corporación Indiana ha sido incluida en este asunto, señor. El señor Seabrooke ha propuesto que todos nuestros datos sean entregados a ellos para un estudio exhaustivo. Los ingenieros están empezando a ser conscientes de los problemas.

Saltus miró directamente a Chaney y dijo:

Sheeg!

Chaney sonrió y pensó que debía ofrecer una disculpa a Moresby y a la mujer.

—Es una antigua palabra aramea. Pero expresa adecuadamente mis sentimientos. —Consideró el asunto—. No puedo decidir qué es lo que preferiría hacer: si quedarme aquí y trazar paradojas, o ir allá y resolverlas.

—No tiene suerte, civil —dijo Saltus—. Yo estaba casi a punto de presentarme voluntario. «Casi», he dicho. Creo que me hubiera gustado poner los pies en los muros de la ciudad de Larsa y observar la crecida del Eufrates; creo que me hubiera gustado… ¿Qué pasa?

—Los muros de la ciudad de Ur, no de Larsa.

—Bueno, la que sea. Una crecida, de todos modos, la inundación de la que dice que habla la Biblia. Tiene usted una forma convincente de hablar, puede llegar a persuadirme de acompañarlo hasta allí. —Hizo un gesto vago—. Pero me temo que podemos olvidarnos de ello; nunca irá usted al pasado.

—De todos modos no creo que la Casa Blanca autorizara un sondeo hasta tan lejos en el pasado —respondió Chaney—. No verían ninguna ventaja política en ello, ningún provecho para ellos mismos.

—Chaney —dijo el mayor Moresby secamente—, está hablando como un estúpido.

—Quizá. No obstante, si pudiéramos sondear hacia atrás estaría dispuesto a apoyar con todo mi dinero algunos objetivos políticos, pero con nada en absoluto algunos otros. ¿Cómo sería el mapa de Europa si Atila hubiera sido estrangulado en su cuna?

—¡Chaney, ya basta!

Pero él siguió.

—Como seria el mapa de Europa si Lenin hubiera sido ejecutado a causa del complot antizarista, en vez de su hermano mayor? ¿Cómo sería el mapa de los Estados Unidos si Jorge III hubiera sido curado de su demencia? ¿Si Robert E. Lee hubiera muerto en la infancia?

—Civil, puede estar seguro de que no van a dejarle poner el pie en ningún lugar del pasado con ideas como ésas.

Secamente:

—Nunca esperaría una recompensa por ellas.

—¡Por supuesto que no!

Kathryn van Hise aprovechó la pausa para intervenir.

—Por favor, caballeros. Tienen que acudir ustedes a sus últimos exámenes médicos. Llamaré al doctor y le informaré que van a ir ustedes ahora.

Chaney sonrió y chasqueó los dedos.

—Ahora.

Ella se volvió.

—Señor Chaney, me gustaría que se quedara un momento más; desearía un poco de información suplementaria sobre los datos que trajo de su sondeo.

Saltus se mostró rápidamente curioso.

—Eh, ¿de qué se trata?

Ella buscó entre las páginas del montón de papeles fotocopiados hasta que encontró la transcripción de la cinta de Chaney.

—Algunas partes de este informe necesitan algo más de evaluación. Si no le importa dictar, señor Chaney, yo tornaré nota.

—Cualquier cosa que necesite —dijo él.

—Gracias. —Se volvió a medias hacia los demás, sentados alrededor de la mesa—. El médico los está esperando, caballeros.

Moresby y Saltus echaron hacia atrás sus sillas. Saltus atravesó a Chaney con una mirada de advertencia, recordándole una promesa. Su recordatorio fue respondido con un gesto de asentimiento.

Los dos hombres abandonaron la sala de conferencias.

Brian Chaney miró a Katrina desde el otro lado de la mesa en el silencio que los dos hombres dejaron tras de sí. Ella aguardaba calmadamente, los dedos entrelazados encima de la mesa.

Recordó sus pies desnudos en la arena, los sucintos pantaloncillos en delta, la blusa transparente, el libro que llevaba en la mano y la expresión de desaprobación que exhibía en su rostro. Recordó el asombrosamente breve traje de baño que llevara en la piscina, y la forma en que Arthur Saltus la había monopolizado.

—Esto se ha visto demasiado claro, Katrina.

Ella lo siguió estudiando, no dispuesta todavía a hablar. Chaney aguardó a que ella ofreciera la siguiente palabra, manteniendo en su mente la imagen de aquella primera visión de ella en la playa.