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Wolf asintió.

—No estoy acostumbrado a que me lean el pensamiento.

—Oh, tengo mucha práctica con esa pregunta. Pensé que era mejor eliminar esa distracción antes de ponerse a trabajar. ¿Qué novedades hay acerca del caso Guam? Recibí órdenes de enviar un informe a Ciudad Tycho esta noche, y por el momento no sé qué voy a decirles. ¿El laboratorio ha establecido un momento y una causa de la muerte?

—Hace tres días, y todos murieron con pocas horas de diferencia. Fueron asfixiados, pero lo extraño es esto: sus pulmones estaban llenos de aire normal. No había gases venenosos ni sustancias contaminantes. Se asfixiaron respirando lo mismo que nosotros respiramos ahora.

Park Creen olisqueó y puso cara de perplejidad.

—Se transformaron en algo para lo cual el aire era venenoso. Eso no me gusta. ¿Cómo llegaron al lecho marino?

—Los arrojaron allí veinticuatro horas después del deceso. Lo tienen que haber hecho de noche. De lo contrario alguien los habría visto. Esa parte de la costa está atestada de pescadores durante el día. Mi conjetura es que murieron a gran distancia de allí.

—Perdón por mi ignorancia, pero no sigo la lógica del razonamiento.

—Bien, es sólo una conjetura, pero creo que la idea era arrojarlos a la Fosa de las Marianas. Siete kilómetros más abajo no los habrían encontrado nunca. En tal caso, los arrojaron varios kilómetros al oeste de donde debían, lo cual sugiere que quien lo hizo no conocía muy bien la geografía local. Además llevaba prisa, o habría sido más cuidadoso. A su vez, eso sugiere que fue un accidente, sin mucho tiempo para planes detallados. Alguien ansiaba librarse de los cuerpos cuanto antes. No pareces muy sorprendido —añadió Wolf cuando Creen asintió despacio—. ¿Sabes algo que no se hayan molestado en informarme?

El corpulento Creen se había acomodado en una silla y se rascaba la barbilla con su manaza.

—Concuerda con algunas cosas que sé acerca de los fallecidos —respondió—. ¿Qué más se sabe sobre ellos?

—No demasiado. Sólo lo que obtuve en las biografías de los bancos de datos. Los tres pertenecían al Cinturón de Asteroides, todos vinieron en la misma nave, la Jasón. Llegaron a la Tierra hace tres semanas, forrados de dinero, y desaparecieron. Se perdieron de vista hasta que aparecieron muertos frente a Guam. No teníamos razones para seguirlos una vez que habían pasado la cuarentena. A propósito, allí no tuvieron problemas, lo cual parece descartar algo como las esporas Purcell o cualquier otra enfermedad conocida. Cuando murieron estaban en medio de un cambio de forma.

—Todo eso es correcto —convino Creen—, pero pasas por alto un par de datos que cambian mucho las cosas. Ante todo, dijiste que eran del Cinturón de Asteroides, y técnicamente es cierto. Trabajaban para el Cinturón. Pero en términos de la FEU, eran meros exploradores mineros en busca de elementos transuránicos. Habían buscado más de dos años cuando sus monitores al fin olfatearon al viejo Loge. Tal vez no lo sepáis en la Tierra, pero la única fuente natural de elementos transuránicos en el Sistema Interior son los fragmentos de Loge que vienen en los cometas de período largo. Los exploradores los monitorizan usando radar profundo. Si encuentran un buen filón, amasan una fortuna.

—Y la Jasan encontró un buen filón, por lo que veo —dijo Wolf—. No podía creer el crédito cuando vi el historial.

—Hallaron un gran filón hace tres meses. Estaba atiborrado de asfanio y polkio, los elementos 112 y 114. Extrajeron el material transuránico y fueron a Ciudad Tycho hace un mes, tan ricos como Karkov y Melford. Se pusieron a celebrarlo, y hace tres semanas vinieron a la Tierra para continuar la juerga. Entonces perdimos contacto con ellos y no sabemos qué hicieron. No nos preocupamos. Ningún habitante del Cinturón viviría en la Tierra, y sabíamos que regresarían cuando se hartaran de la diversión. Adivinarás qué hicieron a continuación.

Wolf asintió.

—Creo que sí, pero me gustaría saber adonde vas. Continúa.

—Vinieron a la Tierra. Ahora bien, yo los vi en el bar de Gippo un par de días antes de que se fueran de la Luna. Tenían muy mal aspecto. Imagínate, un par de años de penurias en el espacio, luego una celebración increíble en Ciudad Tycho. Si llegaras a la Tierra en ese estado, ¿no te tentaría una sesión de condicionamiento acelerado con una máquina de realimentación? No es muy ilegal, y se puede recobrar un estado óptimo más deprisa que con cualquier otra cosa. Es un poco caro, pero les sobraba dinero.

—Y es fácil de arreglar —dijo Wolf—. Yo conozco mil lugares donde hacerlo. Allí no cuentan con equipos sofisticados, pero estamos hablando de algo bastante trivial. Tiene sentido… pero no explica la forma que tenían cuando los descubrieron frente a Guam. No se puede obtener sin un centro de cambio plenamente equipado. Añadiré nuestros datos, y luego dime qué opinas.

Tecleó el intercomunicador y pidió a Larsen que se reuniera con ellos.

—Te lo preguntaré sin rodeos, John —dijo cuando Larsen entró en la oficina—. ¿Ha muerto Robert Capman?

—Eso creí yo hace cuatro años —respondió Larsen. Suspiró y se encogió de hombros—. Ahora no estoy tan seguro. —Se volvió hacia el representante de la FEU—. Bey siempre estuvo convencido de que era una trampa, y casi logró persuadirme. Debo admitir que tenía toda la apariencia de una trampa, pero en cuatro años no hemos oído hablar de Capman, desde que desapareció. Pero estoy de acuerdo con Bey en una cosa: las formas de Guam tienen la apariencia de un producto de Capman.

—Claro que sí —dijo Bey, Se volvió hacia Park Green, quien parecía muy sorprendido—. ¿Cuánto sabes acerca de Capman y sus actividades?

Green reflexionó un instante, arrugando la frente.

—Sólo lo que hemos oído en Ciudad Tycho —dijo al fin—. Capman fue un gran hombre en la Tierra, un genio que inventó las formas C, las que se adaptan a la vida en el espacio. Sin embargo, según los rumores, lo consiguió usando niños humanos en sus experimentos. Varios de ellos murieron, y Capman fue descubierto. Trató de escapar y murió en el intento de fuga. ¿Acaso hay algo más?

—Creo que sí —dijo Bey—. Por lo pronto, John y yo fuimos los encargados del caso, y los que descubrimos en qué andaba Capman. ¿Tienes algún prejuicio personal contra él?

—¿Por qué iba a tenerlo? No lo conocía, y no tengo ninguna confirmación personal de lo que he oído. Si de veras usaba niños, por supuesto que me opondría a eso. ¿Pero qué tiene que ver conmigo?

—Es una pregunta justa. —Wolf se paseó frente a Park Green. La cabeza de ambos estaba casi a la misma altura, a pesar de que el representante de la FEU estaba sentado—. Trataré de explicar la hilación de mis pensamientos. Es posible que el mayor experto de la Tierra en cambio de forma siga con vida, y oculto. Descubrimos un conjunto de formas que desafían toda lógica, que no se corresponden con ningún modelo conocido. Es probable que Capman haya vuelto a la acción. Pero aunque no fuera así, Capman sería el hombre ideal con quien trabajar en esto. Debo añadir algo más. Ni John ni yo hemos conocido a ninguna otra persona cuya capacidad intelectual nos haya impresionado tanto.

Green se movió en la silla, todavía incómodo en la gravedad más alta.

—Sé que me quieres vender algo, pero todavía no entiendo qué. ¿Qué te propones?

—Sólo esto. —Wolf se plantó frente a Park Green—. Quiero encontrar a Robert Capman, por varias razones. Pensamos que no está en la Tierra, que no ha estado aquí en cuatro años. ¿Me ayudarías a encontrarlo? No sé si está en la Luna, en el Cinturón o más lejos. Pero sé que no puedo emitir mensajes al resto del sistema solar sin colaboración de la FEU.

Green comprendió.

—Puedo responder al instante —dijo—. Pides una tremenda ayuda en comunicaciones, y eso cuesta dinero.