—Pasa la cuenta a esta oficina. Mi presupuesto puede resistirla.
—Y tendré que consultar al embajador Brodin. Él está en Paraguay, y ya conoces a Brodin. No aprueba nada a menos que se le pidan los favores en persona. —Se levantó e infló su pecho descomunal con una profunda bocanada de aire—. Será mejor que me vaya antes de que caiga dormido. El horario de Ciudad Tycho es diferente. ¿Cuál es el mejor modo de viajar a Paraguay?
—El enlace Mattin. Hay un punto de salida en Argentina, y puedes volar el resto del camino en un trasbordador local. Podemos estar en el enlace de Madrid en diez minutos, y llegarás a Argentina en dos saltos. Vamos, John y yo te acompañaremos al punto de entrada.
—Os lo agradezco. He tenido bastantes problemas para habituarme a la complejidad de vuestro sistema. En toda la Luna tenemos sólo cuatro puntos de entrada, y aquí hay veinte. ¿Es verdad que habrá más dentro de pocos años?
No era verdad, y nunca lo sería. El sistema de enlace Mattin brindaba transmisión directa e instantánea entre cualquier par adyacente de puntos de entrada, pero la cantidad y la localización eran muy estrictas. Como se requería una perfecta simetría entre cualquier punto de entrada respecto de todos los demás, la configuración del sistema tenía que responder a los vértices de uno de los cinco sólidos regulares. A Platón le habría encantado.
La configuración con forma de dodecaedro, con sus veinte vértices en la superficie de la Tierra, era el mayor sistema que se podía lograr. El sistema lunar era el más simple, con sólo cuatro puntos de entrada en los vértices de un tetraedro regular. Las configuraciones intermedias, con simetría cúbica, octaédrica e icosaédrica, no se habían usado nunca. Los enlaces Mattin lejos de las superficies planetarias eran muy atractivos para el transporte, pero eran poco prácticos cerca de una estrella o de un planeta a causa de los constantes cambios en las distancias orbitales.
Gerald Mattin, el bilioso genio que había soñado con un sistema de transferencia instantánea sin consumo de energía entre dos puntos cualesquiera, había muerto cuando las pruebas del sistema empezaban a tener éxito. El producto de su trabajo distaba de no consumir energía, pues la Tierra no era una esfera homogénea y el espacio-tiempo estaba ligeramente curvado cerca de la superficie. Mattin proponía una solución sin consumo de energía para una geometría exacta en un espacio-tiempo plano, pero nadie había logrado extender su análisis a otras situaciones.
La muerte de Mattin se produjo veinte años antes de que se tomara la decisión de construir el primer enlace Mattin en la superficie de un planeta, veinticinco años de que una universidad recibiera su nombre, treinta años antes de la primera estatua.
12
—Ahora contamos con la aprobación, pero tuve que vender mi alma para que el embajador me la concediera. No quiero derrochar todo ese esfuerzo. ¿Qué hacemos a continuación?
Park Green estaba de vuelta en la oficina de Wolf. Estaba descalzo y estiraba las piernas. La oficina estaba aún más desordenada que antes. Había listados informáticos, bandejas de comida vacías y mapas desparramados en todas las superficies planas. Wolf y Larsen miraban nuevamente la pantalla de la pared, buscando el acceso por enlace Mattin desde el punto de entrada de la Fosa de las Marianas y el punto de entrada del puerto espacial de Australia. Wolf leyó los resultados antes de responder a la pregunta de Green.
—Desde Australia del Norte a las Marianas… así pudieron haber ido directamente desde el puerto espacial, sólo que no lo hicieron. El punto de entrada de las Marianas se conecta directamente con el norte de China, Hawai y, por cierto, nuevamente con Australia del Norte. Ninguno de esos sitios parece prometedor. No hay ningún laboratorio grande de cambio de formas cerca de ellos. ¿Qué opinas, John?
Larsen se rascó la cabeza pensativamente.
—Dos posibilidades. O bien tu corazonada sobre el uso del sistema Mattin está totalmente equivocada, o la gente que trasladó los Monstruos de las Marianas a Guam hizo más de un salto en el sistema. ¿Adonde llegamos con dos saltos?
Wolf analizó las conexiones y meneó la cabeza.
—Eso nos lleva demasiado lejos. Con dos saltos puedes ir casi a cualquier parte, saliendo de las Marianas. Al Polo Norte, a Ciudad del Casquete en el Polo Sur, a la India, a América del Norte… es un lío.
Wolf apagó la pantalla y se acercó a Park Green.
—Estoy más convencido que nunca de que necesitamos la ayuda de Robert Capman —dijo—. Aún no sabemos qué sucedió cuando murieron. Empezaron con algún programa de cambio de forma, y durante el proceso algo salió mal. Ojalá pudiera preguntárselo a Capman.
—¿Sabes que no has respondido a mi pregunta? —dijo Green—. ¿Qué nacemos a continuación? ¿Cuál es el siguiente paso? Hacerle publicidad a Capman no solucionará el problema… si alguna vez reaparece en la Tierra, lo considerarán un asesino.
—Creo que puedo emitir un mensaje que intrigará a Capman pero que otra gente no entenderá —respondió Wolf—. En cuanto a la protección que pueda necesitar, no me preocupa. Estoy seguro de que en estos cuatro años ha encontrado modos de cubrirse. Sí me preocupa otra cosa. No tengo modo de saber lo urgente que es este caso. Podría tratarse de un accidente fortuito que jamás se repetirá, o podría ser el comienzo de una especie de epidemia. Pensamos que no es contagioso, pero aún no tenemos pruebas de ello. Mientras no sepamos de qué se trata, tenemos que suponer lo peor. Trataré de preparar ese mensaje.
El anuncio final fue breve y simple. Se emitió en todos los medios a los catorce mil millones de habitantes de la Tierra y se retransmitió a los desperdigados ciudadanos de la Federación Espacial Unida. La señal sería recibida incluso más allá de Neptuno, y una estación repetidora la volvería accesible aun a ciertas zonas del Halo.
A R.S.C. tengo gran necesidad del talento que hace cuatro años me obligó a perseguirlo por los callejones de la Ciudad Vieja. Le prometo un enigma digno de su inteligencia. Behrooz Wolf.
Los problemas se acumulaban. Bey pasó muchas horas con un representante de la CEB, quien insistía en presentar más datos confidenciales para demostrar que la compañía no tenía nada que ver con los monstruos. La oficina de los coordinadores centrales le envió un claro mensaje, preguntando si habría más muertes del mismo tipo, y en caso afirmativo, cuándo, dónde y cuántas. Park Green estaba sometido a una presión similar por parte de la FEU. A diferencia de Bey Wolf, tenía poca experiencia con esos forcejeos.
Pasaba buena parte del tiempo sentado en la oficina de Bey, mordiéndose malhumoradamente las uñas y tratando de elaborar respuestas alentadoras que no contuvieran ninguna información.
Dos días de vaguedades provocaron una respuesta más enérgica por parte de Ciudad Tycho. Bey llegó temprano a la oficina y encontró a un hombre menudo y pulcramente vestido de pie junto al comunicador. Vestía ropas estilo FEU, y estaba pidiendo datos sobre los tres tripulantes de la Jasón. Se volvió deprisa cuando entró Bey, pero no manifestó embarazo por utilizar la oficina de Bey sin haber sido invitado.
Miró a Bey de hito en hito antes de hablar.
—¿Señor Green? —La voz era como la persona, menuda y precisa, y la pregunta se parecía más a una afirmación.
—No, él llegará más tarde. Soy Behrooz Wolf, y soy jefe de la Oficina de Control de Formas. ¿En qué puedo servirlo?
De pronto Bey recordó su aspecto informal y su pelo desmelenado.
El hombrecito irguió el cuerpo.
—Soy Karl Ling, asistente especial del Gabinete de la FEU. —El tono de voz era quisquilloso e irascible—. Me han enviado aquí en busca de respuestas concretas acerca de la muerte de tres ciudadanos nuestros en la Tierra. Ante todo, diré que las explicaciones ofrecidas por esta oficina y el señor Green son profundamente insatisfactorias.