Выбрать главу

—Ningún imp’ante. —Larsen volvió a reír, y Wolf se estremeció al oír ese ruido de vidrio astillado—. Está incorporado. Es parte de ’a forma ’ogiana. Ni siquiera sé si es cá’cu’o o memoria. Só’o sé que cuando quieres ’os números y ’as fórmu’as están ahí, esperando. ¿Entiendes por qué no tengo prisa en vo’ver a cambiar?

El panel de vidrio que los separaba era delgado, pero tenía que resistir una diferencia de presión de casi tres atmósferas. Wolf se resistía a apoyarse en él, aunque sabía que aguantaría sin problemas el peso adicional. Se acercó y miró esa forma alienígena.

—Te comprendo. Una dosis más de esto, y me sentiré como un retrasado. No sé si mi ego podrá soportar que no inicies la reversión del cambio.

—Déjame disfrutar’o un poco más, entonces. —Larsen se inclinó hacia delante, rascándose el costado, donde el gran torso gris formaba el despliegue oval en el centro del pecho—. Has tratado de encontrar a Robert Capman durante cuatro años, y no ’o has conseguido. Acaba de desaparecer otra vez, y no sabes dónde encontrar’o. ¿Pero comprendes que ahora tienes más información de ’a que has tenido nunca? —Se rascó el otro lado del pecho—. Creo que presentaré quejas sobre esta pie’. No es cómoda.

—¿Más información? —Wolf se había despabilado del todo—. No entiendo. Sabemos que Ling es Capman, y hemos tratado de seguir esa pista. No recibo ninguna colaboración de la gente de la FEU. O no quieren que la Tierra consiga la extradición de Capman o no les importa. Esta mañana llamé a Ciudad Tycho para comunicarme con Park Green, y le han ordenado que vuelva a su otro trabajo y no pierda tiempo buscando a Capman. ¿Dónde está esa nueva información?

Larsen había dejado de rascarse. Recogió una verde cuña de esponja fibrosa.

—Tengo que comer esta cosa para mantenerme con vida, pero estoy seguro de que nunca fue ’a dieta norma’ de ’os ’ogianos. Sabe corno un desecho químico. —Se la acercó a los delicados flecos de la boca, que actuaban como órganos gustativos y olfativos. Le cambió la expresión. Cerró los ojos un instante, luego volvió a apoyar la masa esponjosa en un anaquel—. Ahora sé ’o que sienten en ’as zonas de hambruna cuando reciben esas raciones de papi’a recic’ada cinco veces. Quizá me decida a vo’ver a mi forma anterior. Hace sig’os que no pruebo una comida decente, y estoy empezando a o’vidar cómo sabía.

—La nueva información, John —insistió Wolf con impaciencia—. Sé que lo haces para fastidiarme, y sé que te regodeas pensando que ahora eres tres veces más listo que yo. Has de saber que todo lo relacionado con Capman me pone en alerta total.

Larsen movió la cabeza en una satisfecha sonrisa logiana, pero no habló.

—¿En qué sentido tenemos nueva información? —continuó Wolf—. No hemos recibido ningún dato útil de la FEU, y si aprendiste algo durante las semanas en que trabajaste con él todo el día, adaptándote a la forma logiana, es la primera vez que lo mencionas. ¿Qué es lo nuevo?

—De acuerdo, Bey. Sin más vue’tas. Ap’iquemos ’a mera ’ógica, y veamos qué podemos deducir. Primero, vue’ve a tu idea origina’ de que Capman era de a’gún modo responsab’e de ’as formas ’ogianas que se encontraron en ’a Fosa de ’as Marianas. Eso resu’tó ser erróneo. Así, sería natura’ suponer que Capman no tenía ningún interés en ’oge antes de ’a aparición de ’as formas desconocidas. Por otra parte, Capman, como Kar’ ’ing, era un especia’ista en ’oge, e investigó e’ tema años atrás, mucho antes de que aparecieran esas formas. ¿Adonde te conduce esa idea?

Wolf escrutó la atmósfera ponzoñosa que había dentro del tanque.

Tokhmir!, John, odio estas conversaciones en cuartos contiguos. Es peor que una comunicación por vídeo.

—¿Quién cambia de tema ahora? Puedes entrar si quieres, Bey, e’ aire está bien… una vez que te acostumbras. Vamos, responde a mi pregunta.

Wolf asintió.

—Es una buena pregunta, y es obvia. En estas últimas semanas debía de estar más cansado de lo que creía. He vivido a un ritmo vertiginoso desde que empezaste a cambiar. De acuerdo, déjame pensar.

Se sentó y se apoyó la cabeza en las manos.

—Capman se convirtió en Ling. Por lo tanto, o bien sabía acerca de las formas logianas antes de que le pidiéramos colaboración o bien tenía alguna otra razón para estar interesado en Loge. No puedo creer que supiera acerca de las formas antes de ir a la Cúpula del Placer. De veras encontró las soluciones cuando estaba allí. Eso nos deja la otra alternativa: un interés en Loge, pero que no tenía nada que ver con las formas logianas. Parece improbable.

—Aun así, es ’a única conc’usión razonab’e. Así que ahora… —Larsen agudizó la voz, y el color de su óvalo pectoral fulguró más intensamente—, “eva ’a idea a sus ú’timas consecuencias. ¿Cuá’ es e’ próximo paso?

Bey cabeceaba, mirando el suelo.

—De acuerdo. Tienes razón. La pieza que falta es un simple dato: el previo interés de Capman en Loge. Supongo que querrás averiguar cómo se originó. Creo conocer el mejor modo de hacerlo. Park Green tiene acceso a todos los datos de la FEU, y podría rastrear todos los movimientos y antecedentes de Ling. —Miró a Larsen—. Quizá debería meterme en uno de estos tanques y adoptar la forma logiana. Esa energía cerebral no me vendría mal.

Larsen cabeceó gravemente, moviendo la cabeza y el tronco al mismo tiempo.

—No ’o tomes a broma, Bey. Deberías pensar’o seriamente. No sé describirte ’o que siento con este aumento de inte’igencia, pero me agrada ’a sensación. Cuando hayamos deducido ’as medidas para invertir e cambio, muchas personas querrán probar suerte con esta forma.

Larsen abrió la boca, revelando recovecos huesudos y una lengua moteada.

—Discu’pa, Bey. E’ bostezo ’ogiano es un poco repugnante, por ’o que veo en e’ espejo. Si vas a comunicarte con Park Green, creo que intentaré dormir un poco. Aún no tenemos e’ dato preciso, pero ’a gente de ’a CEB cree que ahora sigo un cic’o de diecisiete horas. Estas pruebas me están agotando. ¡Diez horas hasta e’ momento, y tan só’o con mis ojos! A’ menos sé ’o primero que haré a’ recobrar mi forma: pronunciar mi propio ape’ido. —Se levantó—. Di a Park «¿Cómo estás?» de parte mía… Sabes que no puedo decir’e «Ho’a».

Cuando Wolf se dirigió al centro de comunicaciones, Larsen caminó pesadamente hacia el cuarto interior donde estaba el dormitorio. Se movía en silencio pero con pesadez, deslizándose sobre los redondos pies de palmípedo en que culminaban los abultados miembros inferiores. En ese cuarto oculto, se dirigió de inmediato al panel de comunicaciones que habían construido en una de las paredes. Las gruesas y gomosas almohadillas de sus dígitos eran torpes para las pequeñas teclas del aparato, pero se las ingenió para teclear un código para comunicarse con un lugar que estaba fuera de la Tierra. Cuando se estableció el circuito, Larsen comenzó a transmitir.

Para un humano no era fácil interpretar las expresiones de una cara logiana, pero uno de los especialistas de la CEB que habían trabajado con Larsen en las últimas semanas podría haber visto satisfacción en su semblante. El aparato codificó el mensaje y lo despachó como un haz dirigido hacia el relé lunar, y desde allí hacia su remoto destino.

16

Las pantallas de color exhibían los parámetros sociales en las oficinas de los coordinadores generales. Dieciocho indicadores clave dominaban la oficina central desde un mapa estilizado, y cada gráfico presentaba resúmenes cifrados. Junto a la historia de los últimos noventa días figuraba el pronóstico para los noventa días siguientes, mostrando tendencias y la tasa de cambio de éstas.