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El Suplemento Explicativo de las Tablas Astronómicas, edición de 2190, evaluaba la inclinación orbital media de los asteroides del Cúmulo Egipcio en cincuenta y ocho grados y cuarenta y siete minutos respecto del plano de la eclíptica. Los datos físicos del Cúmulo figuraban al final de la sección de referencias, un buen indicio de su importancia relativa dentro de la organización planetaria. Todos los miembros del Cúmulo tenían distancias de perihelio de unos trescientos millones de kilómetros, lo cual respaldaba la idea de un origen común, aunque hacía tiempo que no formaban un cúmulo en el sentido estrictamente espacial. Perla, con una órbita casi circular, cruzaba la eclíptica cerca del primer punto de Aries. Lamentablemente estaba muy al sur de ese punto cuando Wolf y Green partieron al fin.

—Casi ciento treinta millones de kilómetros, Bey —gruñó Green, encorvado sobre las pantallas—. Consumiremos más combustible del que necesitaríamos para ir a Neptuno. Espero que tus conjeturas sean correctas.

Wolf se desplazaba inquieto por la nave, gozando de la aceleración de medio g e inspeccionándolo todo.

—Dices que consumiríamos el mismo combustible, Park, si Perla atravesara la eclíptica en este momento. Sólo ahorraríamos un poco de tiempo. Si me equivoco en cuanto al resto, habremos desperdiciado varias semanas cada uno.

Se detuvo junto al recinto protegido contra la radiación, mirándolo especulativamente.

—Es una pena que allí no haya un tanque de cambio de forma continuó—. Esta nave tiene tamaño suficiente para cargar el equipo, si existiera un tanque apropiado.

Green lo miró un instante.

—Recuerda, Bey, que las formas C aún son ilegales aquí.

—Lo sé. Sólo pensaba que podríamos usar un tanque para desacelerar nuestro metabolismo. El programa Regulación Temporal nos vendría muy bien. ¿Cómo anda la provisión de combustible? ¿Algún problema?

—No. Podríamos hacer esto dos veces si fuera necesario. Dije a los proveedores que quizá realizáramos algunas maniobras fuera de la eclíptica durante el viaje. Nos dieron la mayor reserva que la nave puede contener.

Green terminó de examinar la trayectoria y se irguió. Miró a Wolf, quien todavía observaba el recinto cerrado.

—Deja de mirar, Bey. Sabes que la FEU es muy cauta en los experimentos con formas C. Y no puedes culparnos. Las personas son preciosas aquí. No tenemos unos miles de millones sobrantes, como en la Tierra. Dejamos que vosotros hagáis los experimentos peligrosos. Pasarán unos años antes de que estemos preparados para jugar con la forma que Capman desarrolló en su Proyecto Regulación Temporal. Entretanto, tenemos nuestros propios métodos. ¿Echaste una buena ojeada a los dormitorios?

—Muy rápida. Son tolerables. Me dirigía allí para examinar piezas de equipo que no reconocí. El lugar parecía atestado. ¿Por qué no usar un solo compartimento y ahorrar espacio?

—A eso me refería, Bey.

Green apagó la pantalla e hizo girar el asiento. El monitor de trayectorias estaba diseñado para una persona medio metro más baja. Green estiró las largas piernas.

—En la Tierra —continuó—, habéis tenido que crear métodos para que la gente pudiera vivir amontonada, pues hay millones donde naturalmente tendría que haber miles. Bien, en la FEU tenemos otro problema. Hay mucho espacio y poca gente, pero aún tenemos que preocuparnos por una situación donde una pequeña cantidad de personas vive mucho tiempo en muy estrecho contacto… en una nave, una colonia minera o un establecimiento del sistema exterior. Es aún peor que la Tierra, porque no hay posibilidades de cambiar de compañía. La gente tiene que convivir meses o años sin asesinarse.

Green hizo girar la silla para enfrentar a Wolf y lo miró con una expresión extraña.

—Bey, responde con sinceridad. ¿Qué piensas de mí?

Wolf, desconcertado por el repentino cambio de tema, se detuvo donde estaba. Miró pensativamente a Green antes de responder.

—Creo que sé adonde te diriges, Park, pero te seguiré el juego. Una respuesta franca, ¿eh? Bien. Tienes buen natural. Te preocupas demasiado. No eres estúpido, sino, por el contrario, bastante astuto, y eres un poco perezoso. Te aburres con facilidad, y odias las cosas que resultan demasiado teóricas y abstractas para tu gusto. Creo que es un mal principio para nuestro largo viaje, pero tú preguntaste.

—Exacto. Tengo un problema con esa evaluación… parece bastante acertada. Ahora te contaré cómo eres tú. Eres listo como Satanás, pero eres un poco distante, y eso a veces te impide juzgar bien a la gente. En realidad, prefieres las ideas a las personas. Adoras los enigmas. Además eres terco. Una vez que empiezas algo, no hay modo de detenerte. Eres obsesivo, pero no en cuanto a las flaquezas humanas habituales. Arriesgaré una conjetura, pero supongo que nunca has tenido un lazo permanente de ninguna clase con ningún hombre ni ninguna mujer.

Bey hizo una mueca ante la precisión de algunos comentarios, pero al final sonrió.

—Park, no sabía que me conocías tanto… en cierto modo mejor que yo mismo. ¿Pero cuál es la idea? Supongo que no estás proponiendo que pasemos las semanas siguientes intercambiando evaluaciones de carácter. En tal caso, no me impresionan las ideas de la FEU acerca de cómo pasar el tiempo en un largo viaje.

Green se levantó despacio, mirando con fastidio el cielo raso bajo.

—En absoluto. Ven, Bey, sígueme. —Miró hacia delante, se arqueó—. Esta nave no fue construida para alguien de mi tamaño. Tú no tendrás problemas, pero cuida tu cabeza. Quiero mostrarte algunas características de la nave que no viste en tu primera inspección. Acabamos de intercambiar comentarios sobre nuestro carácter, Bey, y no fueron halagüeños. Pero aún nos portamos de modo civilizado, aunque a ninguno de los dos nos gusta que nos señalen ciertos defectos, a pesar de que ambos los conocemos muy bien.

»Pero déjame explicarte qué ocurriría si tú y yo estuviéramos encerrados juntos seis meses o un año sin contactos externos y sin nadie más con quien hablar sin media hora de demora de tiempo-luz. Aunque no lo creas, la FEU tiene doscientos años de experiencia en esto. Las cosas cambiarían. Ciertos detalles que no te gustan de mí crecerían cada vez más. Al cabo de tres meses yo te resultaría insoportablemente blando y obtuso, increíblemente grande y torpe, inaguantablemente perezoso. Y para mí tú serías un monstruo de frialdad, un demente calculador e indigno de confianza. ¿Te resulta difícil de tragar?

—No. —Wolf siguió a Green hasta los dormitorios separados, bastante grandes pero atiborrados de extraños instrumentos—. He leído acerca de los efectos de los contactos prolongados en los grupos pequeños, sobre todo donde la gente tiene pocas cosas que hacer. ¿Estás diciendo que la FEU ha encontrado una solución?

—Tres soluciones. En mi opinión personal, ninguna de ellas es tan buena como las formas C. Aquí está la primera.

Green extendió la mano sobre una de las literas y extrajo un casco acolchado.

—¿Ves los puntos de contacto, aquí y aquí? Los conectas a la piel y te pones las ventosas sobre los ojos. Es similar al equipo que se usaba antes para el cambio de forma, ¿verdad?

—Se parece. —Bey examinó los microelectrodos que había dentro del casco—. Pero no permite la biorrealimentación… Aquí no hay control de adaptación.

—No es el propósito. Sólo monitoriza el propósito y el deseo, tal como el equipo de cambio de forma. Pero en vez de suministrar realimentación de cambio de forma, da realimentación sensorial. Está conectado al ordenador, y eso organiza una respuesta sensorial destinada a relajarte y darte paz de espíritu.

—¿Qué? —Wolf miró el casco disgustado—. Park, no sé si te das cuenta pero acabas de describir una máquina de sueños. Son ilegales en la Tierra. Una vez que te conectas a una, necesitas años de terapia para volver a la vida normal.