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Juicio que coincide con otras calificaciones surgidas casi al inicio de la carrera narrativa de Sheffield: «Uno de los talentos más imaginativos y apasionantes que han aparecido en la ciencia ficción en los últimos años» (Publishers Weekly); o con la comparación, de nuevo, con los autores más famosos de la historia de la ciencia ficción, ya que Sheffield ha sido considerado: «El Asimov o Clarke del futuro» (Noumenon); o en formulación más reciente: «Charles Sheffield es considerado el nuevo Arthur C. Clarke… si hay alguien capaz de hacer un trabajo mejor, quisiéramos conocerle» (Washington Post Book World).

Como ya han podido comprobar nuestros lectores, Sheffield es capaz de narrar con un ritmo endiablado aventuras sin cuento, en el marco de una tecnología futurista, fruto de una imaginación que resulta, a la vez, desbordada por su capacidad especulativa y contenida por su voluntad de adecuación a aquello que la ciencia nos permite imaginar.

Si la ciencia ficción es especulación y sentido de la maravilla, la obra de Sheffield podría ser el paradigma más adecuado para la ciencia ficción de finales de siglo. Una ciencia ficción que, sin renegar de sus orígenes, los supera y mejora.

Pero ocurre que Sheffield, además de ser un autor con muchas ideas y con una gran capacidad para difundirlas con amenidad, es también un autor terriblemente prolífico. Tras el breve paréntesis creativo que le supuso actuar como presidente de la Science Fiction Writers of America (Asociación Norteamericana de Escritores de Ciencia Ficción) entre 1984 y 1986, Sheffield ha llegado a publicar más de quince títulos en los últimos diez años. Y debo decir que, en mi papel de editor, tengo graves problemas para seleccionar cuáles publicar en NOVA ciencia ficción.

BROTHERS OF dragons (1992) obtuvo el premio John W. Campbell Memorial en 1993 y algunos de sus relatos (después recogidos en interesantes antologías mixtas de relatos y artículos de divulgación científica), «Georgia on my mind» (1993) por ejemplo, han obtenido premios de gran prestigio en la ciencia ficción, como el Nébula. Ésa podía haber sido una elección (y, no habiéndolo sido hasta ahora, lo será posiblemente en el futuro), pero…

Todos los «peros» tienen, o deberían tener, su explicación.

Ya desde los lejanos tiempos en que publicamos LA CAZA DE NlMROD (1986) en la antigua colección de bolsillo Libro Amigo de Ediciones B, me interesé por la primera de las novelas de Charles Sheffield: ASCENSO DE PROTEO (1978).

Reconozco que debe ser algo parecido a un vicio. Cuando una novela de un autor, hasta el momento desconocido, me interesa y sorprende, siento la necesidad de leer otras novelas suyas, en particular aquellas con las que empezó. Tal vez imagino que en ellas encontraré las primeras raíces y los objetivos del escritor.

En el caso de Sheffield, aun habiendo contratado los derechos de ASCENSO DE PROTEO (de la que hablaremos más adelante), la retuve ante la «necesidad», sentida como lector, de compartir con otros mi admiración ante una obra como ENTRE LOS LATIDOS DE LA NOCHE (1985, NOVA ciencia ficción, núm. 4). Después me incliné por presentar a los lectores españoles unas obras en las cuales esa comparación de Sheffield con Clarke, que los expertos difundían, se hacía del todo manifiesta.

Hay tres ejemplos claros de esa analogía Sheffield-Clarke:

El primero es LA TELARAÑA ENTRE LOS MUNDOS (1979, NOVA ciencia ficción, núm. 21) donde Sheffield desarrolla la idea del ascensor espacial que Clarke utiliza también en una novela publicada, curiosamente, el mismo año 1979.

El segundo es LAS CRÓNICAS DE McANDREW (1983, NOVA ciencia ficción, núm. 34) donde aparece la misma «propulsión cuántica» que utiliza Clarke en otra de sus novelas publicadas, eso sí, tres años después de esta obra de Sheffield.

Y el tercero es el inicio de la majestuosa saga del Universo Heredado en MAREA ESTIVAL (1990, NOVA ciencia ficción, núm. 58) que, en mi opinión, no tiene nada que envidiar a la mítica Encuentro con Rama de Clarke a la que, a mi entender, supera en capacidad de racionalización de ese sentido de la maravilla que caracteriza a la buena ciencia ficción.

Por todo ello, ASCENSO DE PROTEO no llegaba a publicarse en una colección cargada de numerosos títulos disponibles y limitada al hecho de tener que publicar sólo unos diez de ellos al año.

Cuando tuve que volver a negociar con el agente literario español de Sheffield para mantener los derechos de una novela que me gustaba y que teníamos incluso ya traducida, la existencia de PROTEO DESENCADENADO (aparecida en 1988) me sugirió la idea de este volumen doble que hoy presentamos, donde se incluyen las que, en 1994, eran las dos únicas novelas de la serie de la Agencia del Control de Formas dirigida por Behrooz Wolf.

Algo parecido debió pensar el mismo Sheffield cuando afínales de 1994 publicó las dos novelas ya citadas en un único volumen con el título PROTEUS combined. Debo decir que me sentí incluso orgulloso de mi decisión (al fin y al cabo había coincidido con el autor de la obra…). Eso sí, he querido mantener el título que yo había decidido: PROTEO, que me parecía más acertado para España, donde no se había publicado ninguna de los dos novelas.

El problema es que yo no sabía que la nueva atención que Sheffield dedicó a sus novelas de 1978 y 1988 le había impulsado también a continuarlas. En 1995 apareció PROTEOS IN THE UNDERWORLD, una novela que no necesariamente cierra la serie. Y el futuro sigue abierto ya que la apuesta de Sheffield en torno al cambio de formas y ala misteriosa tecnología, joviana ha crecido, eso sí, siguiendo líneas que se encuentran ya claramente marcadas en la primera novela de la serie que es, a la vez, la primera del autor: ASCENSO DE PROTEO. Por todo ello, tras este primer acercamiento a la serie de PROTEO, es casi seguro que acaben apareciendo nuevas novelas de Charles Sheffield en NOVA ciencia ficción, cuando nuestra apretada planificación lo permita…

Como ya se ha dicho, este PROTEO recoge las dos primeras novelas protagonizadas por Behrooz Wolf. Se trata, en cierta forma, de novelas de aventuras espaciales en las que, como siempre ocurre en la obra de Sheffield, abundan las especulaciones sobre la tecnología que nos depara el futuro.

En este caso se centra en la posibilidad del cambio de formas. En el siglo XXII, la combinación de una biorealimentación potenciada por ordenador con unas nuevas técnicas de quimioterapia ha permitido al ser humano no sólo curarse (eliminando la profesión médica), sino también alterar a voluntad la propia forma física. La alteración física, sin embargo, presenta aspectos oscuros y la Agencia de Control de Formas que dirige Behrooz Wolf tiene la misión de impedir que formas ilegales o peligrosas se difundan.

Mientras investiga proyectos de apariencia siniestra,, ’Wolf encuentra pistas que le conducen al mensaje legado hace millones de años por una especie extraterrestre. Más tarde, la recurrente imagen mental de un misterioso Bailarín le llevará a enfrentarse con los rebeldes que, desde el espado exterior, se oponen al poder de la Tierra. Razones más que suficientes para replantear lo que significa ser humano, precisamente en una época en la cual los humanos pueden adquirir cualquier forma, física y cuando el nuevo Test de Humanidad es esencial para identificar a los miembros de la propia especie.

A mime parece que el tono y la intención de las dos novelas recogidas en este volumen son distintos y, también, complementarios. ASCENSO DE PROTEO es, como ya se ha indicado, la primera novela de Sheffield y refleja algunas de sus primeras intenciones. Hay en la temática del cambio de formas (y en la del sueño tratada con detalle en ENTRE LOS LATIDOS DE LA NOCHE) una especulación sobre las futuras alteraciones tecnológicas de aspectos concretos de nuestra realidad actuaclass="underline" la forma en la serie de Proteo que hoy iniciamos, y el sueño en la sugerente ENTRE LOS LATIDOS DE LA NOCHE (1985, NOVA ciencia ficción, núm. 4).

En muchas ocasiones Sheffield intenta decirnos que, con el tiempo, la tecnología nos permitirá trascender nuestras propias limitaciones fisiológicas. Tal vez en la misma senda por la cual, hoy, la esperanza de vida en los países avanzados es francamente alta comparada con la que resultaba posible hace tan sólo un par de siglos (un periodo de tiempo francamente breve si uno contempla toda la historia de la especie humana sobre el planeta).