Y, después, la cena. Resultó ser que Dotty sabía cocinar de un modo competente, aunque no soberbio. Había preparado una cazuela de gambas, y estaba lo suficientemente buena como para comérsela.
Ayudar a Dotty a fregar los platos (imponiéndose las protestas de ella) resultó muy íntimo y agradable pero siguieron hablando de la Radio. Siempre que él cambiaba de tema, Dotty se encargaba de volver a sacarlo.
Cuando terminaron de fregar los platos, Dotty volvió a sentarse en el sillón y Tracy tuvo el sofá a su entera disposición, como antes. Pero Dotty estaba tan decorativa allí sentadita, que era bonito contemplarla Al fin y al cabo, no se ganó Zamora en una hora, Dotty era una chica guapa.
– …en cuanto a los argumentos -le decía Tracy- existe una gran diferencia entre escribir el argumento de un serial y el argumento de cuentos para revistas En el caso de un cuento para revistas, metes a los personajes en un lío y los vuelves a sacar y ya tienes un cuento hecho. Pero en un serial de Radio, tienen que meterse en el lío siguiente antes de salir del último. Lo cual significa que tienes que mantener activas por lo menos dos líneas argumentales al mismo tiempo.
– Es una lástima que nunca puedan ser felices, ¿no? -comentó Dotty, dejando escapar un bonito suspiro.
– La culpa de eso la tiene la audiencia -le dijo Tracy-. A la gente que escucha seriales no les interesan los personajes felices.
– Ya. De modo que Millie tiene que meterse en otro berenjenal antes de sacar a su hermano del lío del Banco. ¿Qué tipo de secuencia utilizarás después, Bill?
– Sabia que ibas a preguntarlo. Todavía no he pensado en nada. Todo lo que se me ocurre ya le ha pasado a Millie. Al menos, todo lo que puedo utilizar en la Radio.
– Oye, Bill, a Dale Elkins no le ha ocurrido nada todavía, al menos hace tiempo que no le pasa nada. ¿Por qué no hacemos que sufra un accidente? Que lo atropelle un camión, o algo así. Entonces puedes introducir escenas en el hospital y visitas con un médico o que no está seguro de si Dale se recuperará o no y…
Tracy chasqueó los dedos.
– Dotty, es perfecto. Eres una maravilla. Usaremos estas escenas preliminares. Justo antes de que lo atropellen o lo que sea, él y Millie discuten por cualquier tontería y ella lo manda a hacer gárgaras. No es ésa su intención, claro, porque lo quiere de veras, sino que es una simple pelea de novios.
»Pero eso le dará más dramatismo al asunto cuando él esté herido e inconsciente. Millie tendrá unos remordimientos terribles por haber sido mala con él. Teme incluso que muera sin volver a recuperar la conciencia, para poder pedirle perdón. Veamos…, ella tendrá la culpa de la pelea y se dará cuenta de ello cuando sea demasiado tarde. El puede estar inconsciente durante una semana entera de guiones, aunque eso sólo se traduzca en ocho o diez horas de tiempo real…
– Bill, ¿no hubo una vez un médico que se enamoró de Millie, hará cosa de un año? Tracy asintió.
– Uno de los papeles que hizo Jerry Evers. Veamos…, creo que utilizó un tono de voz muy característico. Supongo que podría volver a hacer ese papel sin que ello interfiriera con el papel que interpreta ahora…, el de jefe de cajeros del Banco.
– Bill, podríamos hacer que se encargara del caso cuando ingresen a Dale en el hospital, ¿no?
Tracy asintió despacio.
– Las cenizas de un viejo amor y la sangre del nuevo. Dotty, eres una maravilla. ¿O ya te lo había dicho?
Hablaron hasta pasada la medianoche; entonces, Dotty lo acompañó amablemente hasta la puerta y Tracy se encontró en plena noche. Amablemente, pero con tanta firmeza, que el beso de despedida que le dio fue casto y de una falta de ambición decepcionante.
Pero las cosquillas le perduraron en los labios mientras volvía a su casa andando.
Sí, señor, una chica guapa, Dotty. Y tenía un piso muy bonito, y le había preparado una cena estupenda, y la idea para la siguiente secuencia de Millie también era estupenda. Maldición, por aquella idea a él le pagaban; tendría que compartir con ella parte de sus ingresos mientras durara la secuencia. Pero seguro que ella se negaría en redondo. Pues tendría que pagárselo de otro modo.
A lo mejor, Dotty podría colaborar con él en la creación de un nuevo serial radiofónico, conseguirían el apoyo de la «KRBY», y un patrocinador…
Casi había llegado a su casa cuando se le ocurrió preguntarse cómo podía Dotty mantener un piso así con un sueldo de estenógrafa. Si no conocía mal los alquileres del Village, ese apartamento le costaría por lo menos todo el sueldo de estenógrafa que le pagaban en el estudio. Además, Dotty se vestía muy bien para ser estenógrafa.
Tardó un minuto en encontrar una respuesta, y se sorprendió de su sencillez. Los cuentos de amor para las revistas, claro. Probablemente ésa fuera su principal fuente de ingresos, y la chica trabajaba en el estudio para conseguir una cierta experiencia en la Radio y poder abrirse las puertas de los seriales radiofónicos. Al llegar a su casa, Tracy se quitó a Dotty de la cabeza con gran determinación (al menos trató de quitársela del centro de sus pensamientos), y se sentó ante la máquina de escribir. Debía aprovechar mientras la idea siguiera fresca y escribir un resumen de la nueva secuencia, para poder llevársela a Wilkins por la mañana. Al día siguiente, sábado, no se hacia el programa de Millie, pero Wilkins estaría en su despacho hasta mediodía.
Puso papel en la «Underwood» y tecleó el título.
Encendió un cigarrillo y se quedó mirando el teclado. ¿Por qué discutirían Millie y Dale?
Media hora más tarde, seguía sentado ante la máquina de escribir mirando el teclado. En el fondo de su corazón sabía ya que la fila superior, la que venía debajo de la fila de números, decía QWERTYUIOP y que la fila del medio decía ASDFGHJKL. Pero todavía no se le había ocurrido un motivo razonable por el que Millie y Dale pudieran discutir. Maldición, eran unos personajes tan insípidos, que ¿por qué podrían discutir?
Enfurecido, arrancó el papel de la máquina y lo lanzó a la papelera. Colocó la funda sobre la máquina de escribir para que la condenada fila QWERTYUIOP se mofara de él.
No estaba de humor para escribir, ni para pensar de modo constructivo. Se iría a dormir, se levantaría temprano y entonces las cosas le vendrían rodadas. Maldición, tenía la idea principal…, era una estupidez que se dejara amilanar por detalles ínfimos. Haría el resumen por la mañana y, si los detalles no le salían, no los incluiría. Al fin y al cabo, sólo necesitaba un resumen.
Puso el despertador a las ocho y se fue a dormir.
Pero la preocupación no le dejó conciliar el sueño. ¿Acaso estaba acabado como escritor? Sabia que a otras personas les había pasado, pero siempre le había parecido que aquello era algo que le ocurría a los demás. No a Bill Tracy.
Entonces, sus pensamientos volvieron a Dotty, y no tardó en quedarse dormido. Y en soñar.
El estridente timbre del despertador lo despertó para enfrentarlo a un mundo fútil. Lo apagó tan rápido como le fue posible y Sea quedó tendido en la cama mirando el techo indiferente, pensando en el completo desastre de los últimos días. No había escrito una sola palabra. Ni siquiera había logrado tener una idea constructiva para el programa de Los millones de Millie o el de los asesinatos.