Justamente eso tengo presente. No defiendo a los inquisidores. Conozco bien los atropellos que cometieron en nombre de la fe. Y sé cuánto se esforzaron en parecer mejores de lo que eran y en hacer que otros parecieran peores. Pero lo mismo puede decirse de sus enemigos, que terminaron escribiendo su historia. Y hasta de sus víctimas.
¿De sus víctimas? ¿A qué te refieres?
Bueno, es un hecho. Hay una historia algo incómoda, que nadie cuenta mucho, supongo que para que no lo malinterpreten: la de la relación de los judíos con la Inquisición española. A comienzos del siglo XV hubo conversiones masivas de judíos españoles, para escapar a ciertas restricciones de derechos establecidas por los reyes en su perjuicio. Muchas de estas conversiones, como es lógico, eran insinceras, y no buscaban más que eludir las limitaciones legales que profesar el judaísmo traía consigo. Precisamente la abundancia de estos falsos conversos impulsó el desarrollo tardío de la Inquisición española, en el siglo XV, cuando ya retrocedía en otros países de Europa (entre otras razones, porque allí la limpieza de judíos ya estaba consumada).
Hasta aquí me lo sabía. ¿Adónde vas a parar?
Paciencia. El hecho es que entonces, a mediados del siglo XV, ser judío en los reinos cristianos de España no era ilegal, no se los perseguía ni se los expulsaba, como en otros reinos cristianos europeos. Tan sólo se veían sometidos a una reducción de sus derechos civiles, odiosa, claro está, pero que no les impedía llevar adelante sus negocios ni practicar su culto. Por el contrario, aquellos judíos que habiéndose bautizado continuaban en secreto con la religión de sus antepasados eran formalmente herejes, y como tales perseguibles por la Inquisición, bajo cuya jurisdicción habían caído a raíz del bautismo…
Una situación bastante particular, desde luego.
Lo tremendo fue lo que se siguió de ella. ¿Quiénes fueron los principales testigos de cargo contra los conversos en esos años?
Pues no sé. ¿Quiénes?
Los propios judíos. Ellos sabían mejor que nadie quiénes eran los conversos que seguían con su antiguo culto. A veces, simplemente porque los veían en la sinagoga. Y los denunciaban a la Inquisición. Por traidores, pero también porque seguían disfrutando de derechos que ellos, como judíos convencidos y consecuentes, habían aceptado perder.
En fin. Suena creíble. Por feo que resulte.
Es la condición humana. Y está documentado. Como está documentado lo que pasó luego, a partir de 1492, cuando por fin se decretó la expulsión. ¿Quiénes fueron los que denunciaron a los judíos que desobedecieron el decreto de expulsión y permanecieron escondidos?
Imagino la respuesta.
Exacto: los herederos de aquellos conversos denunciados en su día por los judíos que ahora pasaban a ser proscritos y a los que podían arrojara las fauces del mismo tribunal al que habían servido como delatores. De donde se deduce la triste conclusión de que los judíos colaboraron eficazmente con el Santo Oficio en su propia represión.
Bueno, no deja de ser una visión algo dura.
¿En qué?
Dadas las circunstancias…
No hay ninguna excusa, Theresa. No es como la colaboración por el miedo que se dio en otras persecuciones. En el Holocausto nazi, por ejemplo, donde la gente cooperaba para salvar el pellejo. Antes de 1492 los judíos no tenían nada que temer si no denunciaban a sus hermanos clandestinos. Lo hicieron, los entregaron al enemigo, para que no gozaran de lo que ellos no tenían, quién sabe si incluso para hacer méritos ante los mismos cristianos que los discriminaban. Y después de 1492, el móvil de los conversos fue la venganza pura y dura.
Así visto… Pero no entiendo adónde quieres llegar.
Sí, perdona, me he ido un poco por las ramas. Las historias complejas son así, se bifurcan a cada paso. A lo que voy es a eso mismo, a la complejidad de todo el asunto. Lo cierto es que la Inquisición española fue un tribunal muy peculiar, y su papel histórico no puede reducirse al de un mero guardián de la ortodoxia de la fe. Puede que así fuera en un principio, entre otras cosas porque el dogma del catolicismo español del siglo XV estaba lleno de fisuras, como correspondía a un territorio fronterizo con los infieles. Por ejemplo, una buena parte de la población creía que el sexo entre solteros no era pecado. Incluso hay un pintoresco informe, de un enviado episcopal en Galicia, que dice que lo mismo creían casi todos los sacerdotes de la diócesis…
Sí, eso me chocaba mucho, al principio de mis estudios. La libertad de costumbres entre la gente, en un país que para mí, como británica, era el ejemplo de la moral católica.
Y qué puedes esperar, con un clima tan benigno. Pero en fin, el caso es que, más que la expresión de un fanatismo religioso, el Santo Oficio fue un instrumento de los reyes españoles para desactivar a una serie de minorías que amenazaban la cohesión del reino. Judíos, moriscos, protestantes… En teoría se les perseguía por sus creencias, pero en la práctica lo que todos ellos representaban era una desviación respecto de la férrea unidad política que la Corona española había forjado en torno a la religión católica. Y algunos, por ejemplo entre los moriscos, actuaban incluso como infiltrados de potencias enemigas. Lo malo no era que rezaran a Alá, sino que espiaran para los turcos.
Pues hay un especialista británico en la Inquisición española que no opina como tú. Perdona, pero tuve que leer su libro…
Imagino a quién te refieres.
Henry Kamen. Él niega que los reyes españoles manejaran la Inquisición a su antojo.
Pero yo no he dicho eso. Digo que los intereses políticos del reino influyeron en su establecimiento, y que no dejó de prestarles un gran servicio. Luego es cierto que la Inquisición empezó a acumular poder, por efecto del terror, por su red de espías y colaboradores y, dicho sea de paso, por su popularidad entre la población, que tanto la temía como festejaba sus mayores atrocidades. Los autos de fe eran espectáculos multitudinarios, a los que acudían miles de entusiastas.
Lo sé. He visto grabados.
Todo eso acabó creando un monstruo con vida propia, que pervivió más allá de lo concebible. Ésa es la vergüenza mayor de la Inquisición española, frente a las de otros lugares. No su crueldad o el número de víctimas, que fueron muchas menos, en cuatro siglos, de las que causaron en alguna matanza singular los protestantes alemanes. Sino su permanencia como sistema de vigilancia, hostigamiento y eliminación del librepensamiento hasta bien entrado el siglo XIX.
Ahí estamos de acuerdo. En su día, estudié las cifras. No son tan altas, comparándolas con las de otras inquisiciones. Recuerdo que la portuguesa fue especialmente sanguinaria. Y eso que actuaba sobre una población mucho más reducida.
Por algo la familia de Spinoza se fue a Amsterdam…
Es verdad, nunca había relacionado las dos cosas.
Ya ves, sin querer, ahí la Inquisición hizo un buen servicio al progreso de la filosofía. En Holanda, aquel hombre pudo escribir sobre su Dios impersonal sin que nadie le molestara. Bueno, más o menos.
Eso iba a decirte, tenía entendido que intentaron matarlo.
Un exaltado, eso no cuenta.
Oye, ¿puedo hacerte una pregunta un poco impertinente?
Si crees que debes…
¿De qué estamos hablando, exactamente? Yo creía que ibas a contarme algo de ti, pero después de obsequiarme con un tratado sobre la Inquisición en España, terminamos con Spinoza. No digo que no sea un filósofo sugerente, ni que todo lo anterior carezca de interés, de hecho de toda esta conversación deduzco que tenemos mucho en común, pero empieza a darme la sensación de que me estás entreteniendo…
¿Esa sensación te da?
Hasta cierto punto, sí.