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Explícate. Si te atreves, forastero.

Creo que hombres y mujeres vivimos ahora en un momento de cierto desajuste. Y que muchos hombres tienen una imagen desenfocada de la situación, de lo que se habla mucho, pero también bastantes mujeres, de lo que se habla menos. Igual que hay burros que siguen creyendo que las mujeres han de estar a su servicio, hay mujeres que no se han dado cuenta de que alcanzar la independencia significa asumir también la responsabilidad, a todos los efectos. Que no se puede ser amazona para lo que interesa y niña pequeña cuando conviene.

Ajá. ¿Por ejemplo?

No me quieres, eres un cabrón y te has aprovechado de mí No te quiero, entiéndelo y respeta mi libertad. No pienso plancharte nunca una puta camisa, a ver si te has creído que soy tu esclava, pero tú ya puedes irme preparando cenas románticas, darme caprichos y traerme el desayuno a la cama. A igual trabajo igual salario, pero si rompemos exijo mi derecho a quedarme con la casa, con los niños y con todo lo que pueda sacarte de tu sueldo y a que los jueces me apoyen.

Jajaja. ¿Eso somos las mujeres de hoy, según tú?

Eso podéis ser. Para mi mal, lo he comprobado. Y lamentablemente no se sabe de antemano. Se ve a posteriori.

Podríamos hablar también de lo que podéis ser los hombres. Y de cómo tampoco se sabe hasta que os descubrís.

Lo sé. Y frente a la estupidez masculina, aplíquense las leyes que ya hay, y mejórense en lo que fallan. Pero ya te he dicho, a mí me gustan las mujeres. Por eso es de ellas de las que me toca preocuparme. Y ya sé que no cuento con leyes que me protejan, precisamente…

De mí no necesitarías que te protegiera ninguna ley. Para empezar, yo nunca he intentado sacarle un duro a un hombre. Por no hacerlo me he quedado en la calle, pobre como una rata.

Habrá que esperar a que haya más como tú…

Así que es eso. Nos tienes miedo.

No. Sólo he respondido a lo que me preguntabas. En mi caso, simplemente, no ha funcionado. Y te insisto, no quiero caer en aquello que repudio. No se lo achaco a ellas. Me lo achaco a mí. En realidad, no me disuade nada de lo que acabo de decirte. Es lo que opino, pero no pasa de ser una generalidad sin importancia, al final. Lo que me disuade es algo más concreto. No quiero volver a ver a nadie llorando, sintiéndose desgraciado por mi culpa y arremetiendo contra mí.

Volvemos al principio. Tu ángel exterminador…

Es más saludable, ¿no crees? Es mejor aceptar que el mal está dentro de uno, en lugar de empeñarse en transferirlo a los demás. Aceptarlo y seguir con él, tranquilamente, aunque te obligue a reconocer que la renuncia es la única forma de remediarlo. Por eso me gustó cómo lo expresa Kierkegaard. Sin rodeos, sin imposturas. Pues amarga la verdad, quiero echarla de la boca, *que decía el poeta. Soy yo, que llevo el desasosiego y la insatisfacción conmigo. También encontré una canción que lo dice muy bien. Suelo oírla, cuando me acuerdo de ellas. Para no caer en la tentación de sentirme una víctima.

Qué canción?

¿Entiendes alemán?

Poco.

Busca en YouTube. Ohne dich, Rammstein.

¿ Rammstein? No puedo creer que escuches eso.

¿Por?

No soy una experta, lo mismo me confundo. Pero diría que son unos tipos que van por ahí vestidos de neonazis. ¿No?

Otra vez tus prejuicios, Theresa. Busca la canción. Y escúchala.

Estoy en ello. Espera.

La música hace que la letra resulte mucho más catártica. Y quizá el alemán, también. La clave está en el estribillo.

Ya la tengo. Estoy empezando a oírla.

Viene a ser así, si la memoria no me engaña: Ohne dich kann ich nicht sein / Ohne dich / Mit dir bin ich auch allein / Ohne dich / Ohne dich zähl' ich die Stunden / Ohne dich / Mit dir stehen die Sekunden / Lohnen nicht. ¿Te traduzco?

Si eres tan amable…

Pierde fuerza, pero en fin: «Sin ti yo no puedo estar / Sin ti / Contigo estoy igualmente solo / Sin ti / Sin ti cuento las horas / Sin ti / Contigo se detienen los segundos/ No merecen la pena».

Qué desolador. Pero es una bonita música. No me lo imaginaba. Y el vídeo tiene un punto de ternura. Curioso.

Ya ves, Theresa. No te dejes llevar por las apariencias.

Bueno. Después de todo esto, algo me ha quedado claro.

Qué.

Que no eres un tipo recomendable.

Ya te decía yo.

Eso es lo que quieres que piense, ¿no?

No. Sólo trato de ser honesto contigo.

¿Ni por un momento se te ha pasado por la cabeza la idea de intentar seducirme? Porque parece que pretendas lo contrario.

¿Y para qué iba a seducirte?

No sé. Pero todos los tipos con los que he chateado, antes o después, lo han intentado.

Pues yo no. Ya ves.

¿De veras?

¿Qué insinúas?

No sé cuántos años tienes, por encima de 25, pero sé que eres un perro lo bastante viejo como para saber ciertas cosas.

¿Como cuáles?

Que a ciertas chicas, la mejor manera de seducirlas, es no intentando seducirlas en absoluto.

De verdad que no he hecho ese cálculo.

Y que a esas chicas nada les atrae tanto como un hombre que se declara malhechor, peligroso, atormentado.

¿Me he declarado atormentado?

Dices que te absolviste a ti mismo, pero no es verdad. El inquisidor sigue dentro de ti. Ya no puede dominarte, te has puesto de pie ante él, en eso te doy la razón, pero no has terminado de echarle. Él es el que te mete en la cabeza esa tontería de que eres dañino, y te hace recrearte con ese aguafiestas de Kierkegaard, y con esa canción de tus hombres malos alemanes… Que es bonita, no te lo discuto, pero que no te lleva a ningún lado.

¿Y qué debo hacer, según tú?

¿Te gusta Stanley Kubrick?

Sí.

¿Has visto Eyes Wide Shut?

Afirmativo.

¿Recuerdas la última palabra de la película?

Cómo olvidarla.

Pues eso.

¿Es una proposición?

Quizá. Piénsalo. Voy a estar fuera hasta el viernes. Te doy tres días para meditar al respecto. Buenas noches, Inquisidor.

2 de diciembre

El sexo

Theresa y el Inquisidor. 31 de agosto de 2007.

¿Por qué nunca has mencionado el sexo?

Por qué debería haberlo mencionado.

Llámalo, no sé, presunción estadística. Eres hombre.

Ya ves, debo de ser un anormal.

No es sólo que no lo hayas mencionado. Es que lo has rehuido, cuando lo he mencionado yo.

¿Sí? Habrá sido sin darme cuenta.

No me tomes el pelo. Sé que aquí hay gato encerrado. Y no sólo porque el noventa y cinco por ciento de los hombres con los que me he encontrado en Internet me hayan manifestado sus intenciones sexuales en las tres primeras conversaciones (y calculo que en torno al ochenta en la primera). O porque el cien por cien, antes de ti, mostraran un interés perentorio en conocer mi edad y tener una descripción de mi aspecto físico, algo por lo que mes y medio después de conocernos tú sigues sin preguntarme.

¿Y qué hipótesis te has formado al respecto?

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* En castellano en el original. (N. del e./t.)