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– Las confusiones de una sola persona -siseó Brandau excitado-. Un estúpido ataque contra lo más sagrado de nuestro credo.

– En cualquier caso, Delitzsch viajó con su disertación a través de Europa y Norteamérica, proporcionándole un fuerte impulso a la cuestión de la veracidad de la Biblia. Desató una auténtica tormenta.

– Las críticas no tardaron en caer desde todos los ámbitos. Con razón. Incluso el mismísimo káiser Guillermo II tuvo que llamarle al orden. ¡Delitzsch! -Brandau hizo un gesto desdeñoso con la mano.

Chris pudo sentir la tensión que se iba acumulando entre la científica y el sacerdote. Söllner aportaba hechos, y Brandau los echaba por tierra de inmediato con meras interpretaciones.

– Este tipo de revelaciones van arrinconando cada vez más a la Iglesia. ¿Es así, no? -preguntó Chris.

Brandau soltó una carcajada de desprecio.

– Haría falta algo más. Hasta la fecha nuestra fe ha sido capaz de superar todos estos incalificables ataques.

– ¿Entonces aún hay más?

– Ya lo creo -dijo Söllner tomando de nuevo el hilo de la conversación-. También están los detractores a la Iglesia, los cuales se ocupan de forma rigurosamente científica de este tema con el propósito de arrancarle la máscara a la fe.

– Personas perdidas que, bajo el postulado de la ilustración, desean manchar lo divino. ¡Pero no lo conseguirán!

– No debería atribuirle a todos los científicos solo motivos negativos -se dirigía de repente la profesora hacia su acompañante-. No nos servirá de nada si nos enfrascamos ahora en una disputa entre Ciencia y Religión.

La tensión entre ambos confundía a Chris. «¿Dónde se encontraban los intereses comunes con respecto a las tablillas de arcilla, si tenían una opinión tan distante en cuanto a su significado? ¿Cuál sería el fondo de la cuestión?».

Chris metió una vez más la mano en la mochila y sacó otra tablilla envuelta, al igual que la primera, en dos trapos de algodón.

– Esta es una de las tablillas más antiguas -dijo mientras desplegó de golpe la tela-. Forster me explicó que se podía reconocer en los signos y en la propia arcilla. Seguro que usted también podrá hacerlo.

La profesora asentía con la cabeza.

– Dígame por qué son tan valiosos estos chismes, y entonces podremos cerrar el trato. Yo desaparezco y ustedes pueden dedicarse por completo a sus disputas. Yo tengo otros problemas.

Al igual que con la tablilla anterior, ella estudió la pequeña tablilla con gran detenimiento. Después de un rato, sacó una funda de su bolso de mano, la abrió y sacó de ella una lupa.

Inclinada hacia delante, observó durante varios minutos los signos impresos en la arcilla.

– En efecto, se trata de una de las tablillas más antiguas. Según puedo comprobar sobre la marcha, este texto coincide con uno de los pasajes traducidos que nos envió Forster.

– ¿Cuáles? -gruñó Brandau.

– El Diluvio Universal.

– ¿El Diluvio Universal? -Chris soltó divertido una risotada-. En casi todas las culturas existen historias al respecto. Y en el Mar Negro se encontraron incluso pruebas de haber realmente ocurrido. Algunos pueblos inundados a mucha profundidad del nivel del mar. ¿Qué importancia puede tener?

– También se han encontrado pruebas durante las excavaciones en la ciudad real de Ur en Sumeria. Capas de barro de varios metros de grosor situadas entre las capas de asentamiento que se ajustan cronológicamente a la fecha estimada de los hechos. Pero esto significa algo más. Se trata de la descripción más antigua del Diluvio Universal -ella pasó las manos a través de su largo cabello para luego lanzarlo de un solo manotazo hacia atrás-. Es más antigua que la descripción del diluvio en la Epopeya de Gilgamesh [29], y más vieja incluso que los relatos de Ziusudra [30], la crónica más antigua encontrada hasta la fecha.

Chris comenzó a reflexionar. Tras su regreso de Dresde aprovechó los dos días en Colonia para descubrir un poco más acerca de los orígenes de la escritura, Mesopotamia y sobre los objetos que transportaba.

Entre tanto, también él se había topado con la misma epopeya en la que se relataban las aventuras del rey Gilgamesh. El rey procedía de Uruk, la primera ciudad del reino de los sumerios, y se había propuesto ir en busca de la vida eterna sin poder encontrarla. En esa misma epopeya se recoge asimismo la primera descripción del Diluvio Universal.

– ¿Qué o quién es Ziusudra? -preguntó Chris.

– Según relata la Biblia, Dios le otorga al hombre, en concreto a Noé y por lo tanto a toda la humanidad, la oportunidad de sobrevivir. Es decir, gracias a la misericordia de Dios.

El sacerdote interrumpió a la profesora.

– … Entonces el Señor destruyó toda vida en la Tierra. ¿Lo reconoce, Rizzi? -dijo mientras miraba serio hacia Chris-. ¿O acaso es pagano?

»Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: «Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra… He pensado establecer mi alianza con vosotros y con vuestra futura descendencia… Yo os prometo: no destruiré la vida una segunda vez… Esta es la señal de la alianza que para las generaciones perpetuas que pongo entre vosotros y yo y todo ser vivo que os acompaña». La Biblia, Rizzi, la verdadera historia está escrita en la Biblia.

La científica permaneció mirando al sacerdote, y esperó hasta que este callara.

– El texto sumerio sobre Ziusudra es más antiguo que la epopeya de Gilgamesh, que desde hacía mucho tiempo era considerada la crónica más antigua sobre el Diluvio Universal. Y además cuenta algo muy diferente: en ella, los dioses juraron destruir a los hombres, pues perturbaban la paz con su ruido. Los hombres comenzaron a resultarles molestos a quienes habían creado con barro para hacerles trabajar como esclavos. ¿Y por qué sobreviven los hombres? No porque el dios o los dioses cierren un pacto, como describe la Biblia, no, sino por traición. Un dios llamado Enki previno a un hombre llamado Ziusudra: «Oh Ziusudra, habitante de Surippak, / destruye tu casa, / construye un barco, / desdeña la riqueza, / abandona a los dioses, / conserva la vida». Forster defiende ahora que sus tablillas y su crónica sobre el Diluvio Universal son más antiguas que las de Ziusudra…

Chris comenzaba a entender poco a poco el interés de la científica. Para los estudiosos de la Antigüedad, la aparición de revelaciones más antiguas constituía una auténtica primicia. «Sin embargo, ¿qué podía tener de sensacional el descubrimiento de un texto más antiguo con un contenido similar o idéntico?».

– Tiene que haber algo más detrás de todo esto…

Ramona Söllner permaneció con su mirada anclada en Chris durante largo rato, antes de contestar.

– Aunque Forster solo nos haya enviado fragmentos de la traducción…

– ¿Y qué?

– … Pero si es cierto lo que dice la traducción, entonces… -ella vaciló, pero comenzó de nuevo a continuación-. Estas tablillas son de un rey que vivió después del Diluvio Universal y que en un principio relata la historia de Ziusudra…

– Diga de una vez lo que tenga que decir -exigía Chris-. ¿Si todo esto era sobradamente conocido, y la versión de Ziusudra ya se había descubierto, qué había de nuevo en un relato o una nueva variante?

– El relato del rey comienza confirmando la crónica de Ziusudra. Sin embargo, luego viene lo realmente nuevo, sí, lo realmente inaudito.