Выбрать главу

Es sabido que hay registradas más de 250 instrucciones de Perón a sus seguidores que llegaron a la Argentina en manos de decenas de delegados oficiales, representantes o meros engrupidos portadores. Basta comparar cualquiera de esas cintas de mensajes partidarios con éstas que rescatan Chimbote y Varón para notar la diferencia. Está antes que nada la cuestión de la voz y su identificación; pero eso, teniendo en cuenta las condiciones de la época y las técnicas de la grabación, no parece definitorio. En las cintas comunes, habitualmente, tras una breve introducción -"Gracias a la gentileza del compañero…" y nombra al portador- Perón se dirige amistosa y directamente a un auditorio preciso y acotado: "Compañeros de la conducción de la CGT…", "Compañeros del sindicato de la Carne…", "Queridas compañeras de la Rama Femenina…" y así. Luego sigue la descripción del cuadro de situación, después las instrucciones precisas y finalmente las palabras de aliento y el saludo. Todo en el tono coloquial didáctico, entre cómplice y paternal, del Perón de esos años.

Muy por el contrario, las cintas de Isaías pertenecen a otro orden de cosas. Arrancan con una voz grave -que llamaremos primera voz- que dice: "Este es el mensaje de El General del día (…) al Pueblo Elegido". A continuación, una pausa y la segunda voz arranca, en primera persona y sin ninguna introducción, con el mensaje en sí: "Sepa mi Pueblo que no lo abandonaré en la adversidad, aunque…", "Esté mi Pueblo atento a identificar a sus enemigos porque vendrán…", "Soporte mi Pueblo la ignominia con la frente alta porque…" y así hasta el final. Una pausa y el regreso de la primera voz: "Así habló El General al Pueblo Elegido el (…)" y repite la fecha. Nada más.

Cabe aclarar que las diferencias considerables entre la primera y la segunda voz -sometidas al análisis de fonoaudiólogos y especialistas en detección e identificación de voces- son sólo de inflexión, de volumen y de tono: es la misma garganta la que emite los sonidos. Y obviamente no es la de Perón. Además, si bien hay un mayor engrosamiento y un "cascado" general del registro, no hay una puntual "imitación de Perón" en la segunda voz. Así, pese a que no tenemos muchos testimonios grabados de la voz de Isaías más allá de alguna vieja intervención radiofónica o de una visita accidentada a un programa de tevé, no cabe ninguna duda, ahora, de que es él quien habla. Y no intenta disimularlo. Pero tampoco cabe duda (a él no le cabe) de que es El General el que habla por su voz…

Por eso Chimbote y Varón, siguiendo en la línea interpretativa de Isaías como alienado que arranca en el supuesto brote psicótico y la internación del '48, y sin atender a los contenidos discursivos de los diferentes mensajes, sostienen que las grabaciones son un caso típico de delirio mediúmnico y de ese modo cierran la cuestión. Por eso también -a diferencia de otras lecturas amarillas- para ellos no hay impostura sino simple y llana enfermedad. Isaías, caso clínico.

Lo menos que se puede decir de esta lectura cientificista es que es pobre, tan pobre como la otra, extrema, que hacía de Isaías un simple correo del Pensamiento Esotérico de El General, un rol que -bien sabemos y lo padeció este país- ocupó otro siniestro personaje de terrible incidencia en esta historia. En ninguno de los dos casos, cientificistas y esotéricos, ponen a Isaías en el lugar que le corresponde: el de transcriptor, intérprete visionario de un mensaje encarnado. Y lo que se soslaya, increíblemente, es el contenido revulsivo -por decido livianamente- de ese mensaje.

Es que la temática de estas veinte cintas (1957 a 1972) es tan rica como diversa. El General se dirige al Pueblo en su doble condición de Padre (ausente en el Exilio) y Mesías (futuro). Para que vuelva, el Pueblo ha de mantenerse unido y fiel a la Doctrina, a través de la cual él se ha expresado de una vez y para siempre. Si el Pueblo lo hace, nadie podrá prevalecer sobre él. A veces El General se expresa directamente -cuando llama a la abstención y al "aluvión blanco" (mensaje 6, 1963)-; a veces a través de parábolas -la del Avión Negro al que todos esperaban pero nadie le daba pista es la más recordada (mensaje 7, 1964)-; otras veces mediante fábulas -es memorable la transparente del Lobo, la Foca y la Tortuga (mensaje 11, de 1966) o descerrajando tremendas advertencias proféticas: "Lloverán piedras, se encenderán las calles" (mensaje 14, 1968), que anuncia el Cordobazo, o "el Verdugo del Basural tropezará con su propia sangre" (mensaje 17, 1970), que se anticipa al ajusticiamiento de Aramburu.

En líneas generales, los primeros mensajes (1-5), que corresponden al período de la Resistencia y la salida electoral de la Libertadora, alientan a la defensa justa ante la violencia del opresor y advierten al Pueblo sobre los peligros de las Alianzas puramente coyunturales (Frigerio-Frondizi para las elecciones del '58). El segundo tramo (6-16) pone el énfasis en los tiempos difíciles para el Pueblo (1962 a 1968) por los peligros de la disgregación (Vandor, el neoperonismo), el apartamiento de la Doctrina y los falsos Profetas. Finalmente, el último segmento de cuatro cintas, que culmina con el maravilloso Saludo del Regreso (mensaje 20, 1972) corresponde a la etapa de retroceso del Gobierno Militar, la radicalización de las respuestas del Pueblo y la irrupción de la violencia revolucionaria con las organizaciones armadas.

Por lo que se sabe -el libro de Chocón omite el dato y Chimbote y Varón no lo consideran pertinente- la difusión pública de los mensajes nunca fue orgánica ni Isaías utilizó las estructuras sindicales o del Partido para hacerlos escuchar. Isaías no pensaba en esos términos -no era John William Cooke ni mucho menos Roberto Paladino-; iba más lejos. Porque no eran mensajes partidarios sino que respondían a una concepción mucho más totalizadora. Para Isaías, El General y la Doctrina, en su absoluta perfección, eran la única Salida, y su concepto del Pueblo Elegido iba más allá de cualquier facción o mezquina identidad política.

Así, el procedimiento de difusión por lo general consistía en hacer llegar la cinta a radios, medios gráficos e incluso, en la última etapa, a canales de televisión. A veces las entregaba personalmente, a veces las enviaba por correo. Los mensajes tenían, eso sí, una especie de fecha de vencimiento, lo que es primordial para cualquier profecía que presuma de tal. Comenzó firmándolos -de otra manera no se las recibían- "Un argentino", como las Cartas Abiertas, pero después pasó a firmarlas "JIOF" (alguno creyó, en aquellos años tan propensos a las siglas, que se trataba de una organización armada más) y al final, simplemente, "Isaías", sin ninguna otra referencia.

Y tenían repercusión. Una vez Bernardo Neustadt hizo un programa con una de sus cintas y la puso en el aire para demostrar que cabía hacerle un juicio por apología de la violencia; en otra oportunidad, una investigación de la revista Gente llegó a publicar incluso la única fotografía de Isaías que circuló en los medios gráficos -falsa, vieja y compartida-, para denunciarlo "por subversivo". Todo un estilo. Menos perversamente, Tu-Sam y Horangel debatieron en Canal 9, en las vísperas del regreso de Perón, acerca de la "autenticidad" de los mensajes de El General. Isaías siempre se mantuvo al margen, nunca apareció ni siquiera para contestar.

¿Y Perón? ¿Qué se sabe de la opinión de Perón al respecto? Nada dicen ni Chocón ni Chimbote y Varón al respecto. Porque, en realidad, nunca dijo nada: ni en los mensajes ni sobre ellos. Pero lo evidente es que los escuchó… Hay un trabajo de Bosetti y Castelucci -"Constantes y modificaciones del discurso político estratégico en el regreso de Perón", revista La Marcha, junio de 1986- en donde primero registran los cambios conceptuales y de léxico, las frases hechas, los ejemplos, los "apotegmas" del último Perón respecto del de comienzo de los sesenta, y después rastrean, más allá de las evidentes en su actualización doctrinaria, las posibles fuentes inspiradoras. La lista no es tan larga: Mao y los filósofos chinos, Von Clausewitz y otros teóricos de la guerra, "los griegos", el refranero popular y -sorpresivamente- los mensajes de Isaías. Bosetti y Castelucci demuestran puntualmente, confrontando fechas, que las expresiones "león herbívoro" y "vengo descarnado" e incluso la idea de "la Hora de los Pueblos" están en boca de Isaías antes -si cabe- de que Perón las recogiera como suyas…