– Aquí expresa lo contrario -objetó Corso-. La suerte no es igual para todos.
– Claro. Quien se rebela, quien ejercita su libertad y arriesga, puede ganar un destino distinto. De eso trata este libro, y de ahí el bufón, paradigma de libertad. El único hombre realmente libre, y también el más sabio. En la filosofía oculta el bufón se identifica con el mercurio de los alquimistas… Emisario de los dioses, conduce a las almas a través del reino de las sombras…
– El laberinto.
– Sí. Ahí lo tiene -señaló el grabado-. Y como ve, la puerta que le da acceso está cerrada.
También la de salida, observó Corso con un estremecimiento involuntario, antes de pasar nuevas páginas en busca de la siguiente lámina.
– Esta leyenda es más simple -dijo-: FR.ST.A. Es la única que me atrevo a aventurar. Yo diría que faltan una u y una r: FRUSTRA. Eso significa En vano.
– Muy bien. Es exactamente lo que dice, y la alegoría coincide con el lema. El avaro cuenta su oro, ajeno a la Muerte que sostiene en las manos dos símbolos definitivos: el reloj de arena y una horca de campesino.
– ¿Por qué la horca y no una guadaña?
– Porque la muerte siega, pero el diablo recolecta.
Se detuvieron en el sexto grabado, el hombre colgado de la almena por un pie. Frida Ungern hizo un gesto de tedio con las manos y la boca, como si fuese demasiado obvio:
– DIT.SCO M.R. es DITESCO MORI: Me enriquezco con la muerte, frase que puede pronunciar el diablo con la cabeza muy alta. ¿No le parece?…
– Supongo que sí. Después de todo es su oficio -Corso pasó un dedo por la lámina-. ¿Qué simboliza el ahorcado?
– En primer lugar, el arcano número doce del Tarot. Pero hay otras interpretaciones. Yo me inclino por la que anuncia el cambio a través del sacrificio… ¿Conoce la Saga de Odín?:
– …Puestos a establecer asociaciones -prosiguió la baronesa-: Lucifer, paladín de la libertad, sufre por amor al hombre. Y le proporciona el conocimiento a través del sacrificio, condenándose a sí mismo.
– ¿Qué puede decirme de la séptima lámina?
– DIS.S P.TI.R MAG. no es demasiado explícito en principio; pero deduzco una frase tradicional, muy del gusto de los filósofos herméticos: DISCIPULUS POTIOR MAGISTRO.
– ¿El discípulo supera al maestro?
– Más o menos. El rey y el mendigo juegan al ajedrez en ese extraño tablero donde todas las casillas tienen el mismo color, mientras el perro negro y el blanco, el Mal y el Bien, se despedazan con saña. En la ventana aguarda la luna, que es al mismo tiempo la oscuridad y la madre. Recuerde la creencia mítica de que, tras la muerte, las almas se refugian en la Luna. Usted leyó mi Isis, ¿verdad?… El negro es color simbólico de las tinieblas y las sombras cimerias, el sable de la heráldica, tierra, noche, muerte… El negro de Isis se corresponde con el color de la Virgen, que va de azul y se asienta sobre la luna… Al morir volvemos a ella, a la oscuridad de donde venimos, ambivalente por protectora y por peligrosa… Los perros y la Luna tienen también otra interpretación: la diosa cazadora Artemisa, la Diana de los romanos, era conocida por la forma en que se vengaba de quienes se enamoraban de ella o trataban de aprovecharse de su femineidad… Supongo que sabe a qué me refiero.
Corso, que pensaba en Irene Adler, asintió despacio.
– Sí. Les soltaba sus perros a los mirones, tras convertirlos en ciervos -tragó saliva, a su pesar. Los dos canes enzarzados en mortal pelea del grabado le parecían ahora extraordinariamente siniestros. ¿Él y Rochefort?-… Para despedazarlos.
La baronesa le dirigió una mirada neutral. El contexto lo ponía Corso, no ella.
– En cuanto a la octava lámina -prosiguió-, no es muy difícil su sentido básico: VIC.I.T VIR. corresponde a un bonito lema, VICTA IACET VIRTUS. Lo que significa: La Virtud yace vencida. La Virtud es la doncella a punto de ser degollada por ese apuesto joven provisto de espada y armadura, mientras al fondo gira la rueda inexorable de la Fortuna o el Destino, que avanza despacio pero siempre da la vuelta completa. Las tres figuras que hay en ella simbolizan los tres estadios que se representaban en la Edad Media bajo las palabras regno (reino), regnavi (reiné) y regnabo (reinaré).
– Nos queda un grabado.
– Sí. El último, y también la alegoría más significativa. N.NC SC.O TEN. BR. LUX es sin duda NUNC SCIO TENEBRIS Lux: Ahora sé que de las tinieblas viene la luz… En realidad estamos ante una escena del Apocalipsis de San Juan. Roto el último sello, en llamas la ciudad secreta, llegado su tiempo y tras pronunciarse el nombre terrible o el número de la Bestia, la Cortesana de Babilonia cabalga, triunfal, sobre el dragón de siete cabezas…
– No parece muy rentable -dijo Corso- tomarse tanto trabajo para encontrar este horror.
– No se trata de eso. Todas las alegorías son una especie de composiciones en clave, de jeroglíficos… Del mismo modo que en una página de pasatiempos un número 1, el sol y un dado pueden componer la expresión un soldado, las láminas y sus leyendas, combinadas, permiten establecer con el texto del libro una secuencia, un ritual. La fórmula que proporciona la palabra mágica. El verbum dimissum o lo que sea.
– Y el diablo hace acto de presencia.
– Teóricamente.
– ¿En qué lengua es el conjuro?… ¿Latín, hebreo o griego?
– No lo sé.
– ¿Y dónde está el fallo del que hablaba madame de Montespan?
– Ya le dije que tampoco lo sé. Sólo he podido establecer que el oficiante debe construir un territorio mágico donde situar las palabras obtenidas, tras ordenarlas en una secuencia cuyo orden desconozco, pero que podría establecerse con el texto de las páginas 158 y 159 de Las Nueve Puertas. Mire.
Le mostró el texto en latín abreviado. La página estaba marcada por una ficha de cartulina llena de notas a lápiz con la letra pequeña y picuda de la baronesa.
– ¿Consiguió descifrarlo? -preguntó Corso.
– Sí. O al menos eso creo -le ofreció la ficha con anotaciones-. Ahí lo tiene.
Corso leyó:
– ¿Qué le parece? -preguntó la baronesa.
– Inquietante, supongo. Pero no entiendo una palabra… ¿Y usted?
– Ya se lo he dicho; no demasiado -pasó las páginas del libro, preocupada-. Se trata de un método; una fórmula. Pero hay algo aquí que no está como debe estar. Y yo tendría que saberlo.