…Con mucha fiebre me quedé. Hasta que al cuarto día de mi estancia en Naxos regresó el emisario. Díjome que el pacto cerrado entre el Priorato de los Caballeros de Malta en Mesina y la Orden de los Cruciferos consistiría en que el Priorato, que se había enterado de mi condena por vox populi, a Malta mandaría saber en los primeros días de febrero si la noticia de mi condena era cierta, y que la respuesta de Malta no se recibiría en Mesina antes de finales del mes de marzo o abril. No habiendo yo comprendido bien, él me explicó que lo acordado me permitiría quedarme por lo menos otros tres meses en Mesina sin temor alguno y por tanto pintar tranquilamente la Virgen con San Juan que Lazzari quería. En cuanto a después, díjome que el Senado y la Orden de los Cruciferos buscarían alguna manera, pero lo mejor aún estaba por decidir, siendo cosa harto difícil…
…tras haber decidido que la partida sería a la caída de la noche, para pasar las horas de aquel día, largo rato caminé por la arena hasta que, cansado, me tumbé. Aunque fuera negra, la luz del sol me hería fuertemente la vista, de manera que tenía que permanecer con los ojos cerrados. De pronto, por la sombra que sentí cubrirme el rostro comprendí que había alguien a mi lado. Abrí muy despacio un ojo, suficiente para permitirme ver a un hombre de apariencia sumamente amenazadora que miraba a su alrededor por si alguien venía, sosteniendo un puñal en la mano. Pensé enseguida en un sicario de los Caballeros y entonces me levanté de un salto y, antes de que él pudiera hacer algo, le di una patada tan fuerte en el vientre que la punta de mi pie se hundió en él como la hoja de un cuchillo. Mientras el otro caía de hinojos, yo eché a correr todo lo que pude…
Mesina
…en el primer encuentro con Lazzari, mientras él decía querer una pintura con mucha luz y color, me entró tal temblor en las manos que, para que él no se diera cuenta, las crucé a la espalda sujetando con la una la muñeca de la otra. Entonces fue la pierna izquierda la que empezome a temblar…
…y fuera del Senado la luz negra era tan fuerte que, habiéndome vuelto casi ciego y dando unos pasos en medio de la oscuridad, no vi el primer peldaño y rodé escaleras abajo…
…He convencido a Lazzari de que cambie de propósito, haciendo hincapié en su orgullo. Díjele que tal vez un retrato de Lázaro serviría para que todos recordaran su nombre.
Él se pasó un buen rato sin tomar una decisión y después dijo estar de acuerdo. De tal manera que ahora puedo comenzar una Resurrección de Lázaro que paréceme más idónea para este tiempo de mi vida, para mi manera de sentir…
…Estando en la mejor sala del hospital de la Orden de los Cruciferos, ocurriome algunas veces ver un muerto llevado por dos mozos a su entierro.
Habiéndome puesto con ellos de acuerdo, en cuanto hubo ocasión los mozos me trajeron un cadáver a la sala y durante toda la noche lo sujetaron tal como yo quería mientras lo pintaba.
No es cierto lo que se dice de que hice desenterrar a uno que llevaba varios días bajo tierra, ni que tanto apestaba que los sepultureros que debían sujetarlo no resistían el hedor y querían abandonar la tarea…
…Corrió la voz de que los principales de la Orden y el Senado al ver la pintura muy disconformes se mostraron, de tal manera que yo, echando mano del puñal, la desgarré en varios puntos. Lazzari díjome que la pintura había sido muy de su agrado, pero que parecíale que aquel Lázaro mal se ajustaba a la resurrección y a la nueva vida que lo esperaba. Al preguntarme la causa, respondile que tal vez para Lázaro la muerte había sido una liberación de los males de esta tierra. Y que, por consiguiente, volver a vivir no era para él una cosa agradable.
El prior de los Caballeros conmigo se apartó y preguntome, en cambio, si yo creía en los milagros. Respondile que creía. Entonces preguntome por qué me había retratado a mí mismo en la pintura no sólo en el acto de no conmoverme ante el milagro sino incluso mirando hacia otro lado. Díjele entonces que ya estaba contemplando mi segunda o tercera resurrección y ya no sabía cuántas más serían necesarias…
…díjome Lazzari que yo debería firmar el acto de entrega de la Resurrección como fr. Michelangeli Caravagio militis jerosomilitani, por cuanto, no habiéndose recibido todavía la respuesta de Malta, yo tal seguía siendo. Además, firmando de aquella manera, yo libraba al Priorato y a él mismo de cualquier responsabilidad…
…me han pagado mil escudos…
…vino a verme Minniti. Yo le conté entonces mi necesidad y él fuese. Regresó al cabo de tres horas y díjome haberlo arreglado para aquella misma noche. Llegada la hora acompañome a la casa de una tal Zina y fuese. Zina era bella, joven y muy cuidadosa de su persona. Tras haber comido y bebido, nos tumbamos desnudos en la cama. Pero fue entonces cuando desaparecieron todo el ardor y el deseo que hasta ese momento había sentido.
Y por más que Zina durante horas pródiga fuera en su afán de despertar el sentimiento desaparecido, nada pudo hacer. Hacia el amanecer se apoderaron de mí tal furor y tal pena por el estado en que me encontraba que, con el puñal, me desgarré los ropajes que estaban cerca de la cama y después me di un golpe en la carne que se me había muerto, sin embargo tanto me temblaba la mano que, en su lugar, me di en el muslo. Profusamente sangré.
Al llegar la mañana y tras salir de aquella casa medio a rastras, un hombre a caballo se me echó encima de repente. Yo caí y un casco me golpeó de soslayo justo en la herida, mientras que el hombre se iba corriendo sin socorrerme siquiera y me gritaba desde lejos que yo era un mentecato…
…y al día siguiente caminar no pude y al otro tampoco…
…por mil escudos una Adoración de los pastores para los capuchinos de la iglesia de Santa María de los Angeles extramuros.
Los capuchinos me acogerán en su convento, que es muy solitario, en una espaciosa celda que mira al mar.
Lazzari me había aconsejado también no caminar demasiado por la ciudad, pues había sabido que se empezaba a correr la voz de mi condena aunque ninguna respuesta se había recibido…
…cansadas las extremidades y más cansado todavía el ánimo…