En base a esto se denegó el llamado a Aquino para una nueva declaración.
El actual Juzgado Penal Primero, heredó el expediente del caso que fue enviado al Archivo Judicial en el legajo número 19 de 1968.
El Tribunal de Apelaciones en lo Penal conserva en su archivo la sentencia de segunda instancia. El Juzgado Penal Primero no sabe dónde se encuentra el libro que contiene la sentencia de primera instancia. La actuaria justificó el hecho basándose en la suposición de que “el libro puede haber quedado olvidado en algún local anterior del juzgado”.
Quien quisiera estudiar este interesante caso se verá frustrado.
Del Archivo Judicial -dependiente del Archivo General de la Nación – fue sustraído el expediente sin que en su lugar conste ninguna referencia sobre su paradero.
La misteriosa carta que distrajo la atención del Comisario en el preciso momento de la emboscada no pudo ser ubicada y su texto es uno de los enigmas que aún perduran.
ANEXO
Dramatis Personae
Bruno Antonelli Dellabella
(“Faccia Brutta”)
Luego de su vertiginosa pasada por Montevideo en febrero de 1932, Faccia Brutta vuelve a Rosario y en 1933 realiza el ajuste de cuentas contra el supuesto delator Blanco. Este hecho permite su detención. De la Penitenciaría saldría sin vida meses después.
Murió el lunes 15 de octubre de 1934 en la cárcel de Rosario de Santa Fe, atacado por otro detenido que le dio cinco puñaladas.
Cuando El Plata informa sobre el hecho asegura que “aún se mantiene opinión indudable de su participación en el horrible atentado contra el comisario Pardeiro y su chofer.”
El incidente en que Bruno Antonelli recibe varios puntazos en los riñones es consecuencia de su vanidad.
El cine policial de los años treinta se inició en Norteamérica con biografías noveladas de criminales reales como Al Capone y otros jefes de bandas cuyas hazañas acaparaban los titulares. En la siguiente década se impondría el cine de detectives.
No es raro, entonces, que una compañía cinematográfica estadounidense se interesara por filmar su vida.
Para los anarquistas detenidos con él, la empresa a la que “Faccia Brutta” accedió gustosamente, ponía en peligro a mucha gente con quien éste había actuado.
El famoso pistolero no era alguien fácil de convencer para que cambiara de opinión y abandonara su pretensión de inmortalidad en el celuloide.
Y la realización del jugoso guión fue impedida por un “corte” de esos que se hacen en las cárceles.
Domingo Aquino
Según testimonio de Fernando O’Neill, que estuvo detenido ocho años y medio a partir de 1946 y que compartió durante un período la celda con Aquino y González Mintrosi, no aceptaban haber participado en el atentado a Pardeiro.
“Eran muy comunicativos y ambos aceptaron haber intervenido en el robo del Cambio Sanssone y el asalto al pagador del Nacional, pero González insistía que la acusación respecto a Pardeiro y Seluja era falsa.”
Sin embargo la defensa de Malet, en el Tribunal de Apelaciones, aceptaba que Aquino había estado en el lugar en el momento del asesinato de Pardeiro y Seluja, pero que se había acercado a mirar atraído por los disparos, pues casualmente tomaba unas copas en un boliche de la calle Pagola.
Durante su encarcelamiento leyó todo lo que era posible de la biblioteca de la Penitenciaría: Era un hombre callado, humilde, muy amable según la versión de Solange Pampín y Raúl Pampín que lo conocieron luego de liberado.
Salió en libertad en 1953 y fue a vivir a un local que tenía Raúl Pampín en la calle Paysandú a la altura de Convención. Pampín realizaba letreros publicitarios y es hijo de un viejo anarquista del mismo nombre. Aquino trabajó en el taller y vivía allí mismo. Silencioso, cauto, por esos años lo conocían como “El Gato”.
Cuando Pampín debió irse del país por razones políticas a principios de la década del setenta, Aquino pasó a trabajar a un taller mecánico de la calle Piedras, donde limpiaba y hacía de sereno. Luego de una estadía en una chacra de las afueras de Montevideo donde pasó muchas necesidades, Pampín se lo llevó a San Fernando -cerca de El Tigre- y se ocupó de que no le faltara nada.
Allí falleció el 26 de agosto de 1978.
Francisco Ascaso
Integrante con Durruti, y su hermano Alejandro -entre otros- del grupo “Nosotros”. Miembro del Comité de Defensa de la CNT, (Central sindical anarquista) murió atacando el cuartel de las Atarazanas, el último bastión golpista en Barcelona, el 20 de julio de 1936.
Regina Aurucci
Esposa de Pardeiro, quedó viuda con cuatro hijos: Aníbal de doce años, Aidé Ilda (“Chichita”) de ocho años, Héctor de cuatro y Walter (“Coco”) de dos.
Vivió hasta los 93 años en Montevideo donde falleció el once de mayo de 1985. Sus cuatro hijos vivían en esta ciudad cuando el autor entrevistó a Aníbal Pardeiro.
Pedro Boadas Rivas
Fue detenido poco después de la fuga en Villa Ballester -Provincia de Buenos Aires- el día antes de su partida en un barco italiano que hacía escala en Montevideo.
Según la prensa de esos años, la pista para su detención en Argentina la habría dado Carlos Cunio Funes -el panadero que se había fugado con él y que cayó en manos policiales rápidamente. Pero esta es una versión no aceptada por los anarquistas. Por su propio testimonio, Boadas no tomaba ninguna precaución en sus habituales salidas, antes de ser capturado.
El 11 de febrero de 1932, intentó fugarse de la cárcel de Buenos Aires, pero finalmente fue extraditado a Uruguay y cumplió veinte años de penitenciaría.
Ese tiempo lo dedicó principalmente a la lectura. Vivió solo en su celda y casi sin ningún contacto con los presos comunes. Se había improvisado una candela utilizando chicharrones e hilo de algodón y leyó casi la totalidad de la biblioteca de la cárcel. Cada libro que recibía lo desarmaba y volvía a armar componiéndole la encuadernación. Asegura haber arreglado prácticamente todos los ejemplares que pertenecían al instituto de detención.
Salió de la cárcel en 1953, y en esto influyeron decididamente las gestiones de su hija Carmen que había venido especialmente a ocuparse de él.
A los pocos días de liberado le pidió a Rubens Barcos que le permitiera mudarse al Ateneo del Cerro y La Teja -en Francia y Chile- donde éste moraba.
Por varios meses convivió allí con Barcos “llenando el lugar con su alegría y optimismo”. Su anfitrión le consiguió un reparto de diarios y con esta ocupación comenzó a juntar el dinero necesario para traer de Europa a su esposa. La obsesión de haber abandonado a su compañera con dos hijas pequeñas por sus actividades políticas lo impelían a resarcirla por las dificultades pasadas. Finalmente un día su compañera desembarcó en Montevideo, y desde ese momento tuvo que dedicar muchas horas a su atención: la mujer estaba confinada a una silla de ruedas.
Se declaraba anarco sindicalista puro que desestimaba la necesidad de las organizaciones políticas. Se lo pudo ver durante los sesenta empujando la silla de ruedas en las madrugadas del Cerro, luego de haber seguido atentamente, con su esposa, un extenso debate en la Federación de la Carne.
En setiembre de 1971, José Wainer le hizo la entrevista para Marcha que hemos citado extensamente. Falleció en 1972.
Tomás Delis Borche
De los encausados por el asesinato del comisario, fue el que cumplió la pena más corta obteniendo la libertad anticipada en 1941.
Era un mestizo de tez oscura, del tipo criollo con pómulos salientes que le daban un aire del altiplano.