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»Permíteme exponerlo de la siguiente manera: si el cromosoma Calcuta existiese realmente, sólo alguien como Mangala, una persona que está completamente fuera de onda desde el punto de vista científico, sería capaz de encontrarlo; aun sin saber de qué se trataba ni cómo denominarlo. Porque lo que aquí tenemos es una manifestación biológica de los rasgos humanos que ni se hereda directamente del patrimonio genético ni se transmite al mismo. Es exactamente la clase de entidad que a un científico convencional le sería más difícil aceptar. Los biólogos reciben muchas presiones para adaptar sus hallazgos a la política: la derecha siempre está encima de ellos para que encuentren genes para todo, desde la pobreza al terrorismo, y así tener una coartada para castrar a los pobres o lanzar bombas nucleares en Oriente Medio. La izquierda estalla cada vez que oye hablar de manifestaciones biológicas de los rasgos humanos: todo es individuo y conciencia en ese extremo del espectro político.

»Pero si lo piensas bien, es lógico que determinadas clases de rasgos tengan un correlato biológico. Pero ¿quién dice que están determinados por la biología? Quizá sea al contrario: que dejen su huella en la biología. Quién sabe.

»Y el hecho de que esos correlatos biológicos no se transmitan por reproducción sexual no significa que no puedan transferirse entre individuos por otros medios. Y ahí es donde interviene Mangala. No olvides que ha empezado por el otro extremo, descubriendo por casualidad el proceso de transmisión en vez del cromosoma en sí; al fin y al cabo no sabía lo que era un cromosoma. En aquella época nadie lo sabía. Ten presente que fue la malaria lo que le condujo a ese descubrimiento. Recuerda que uno de los aspectos extraordinarios del bacilo de la malaria es su capacidad de “recortar y pegar” su ADN, a diferencia de cualquier animálculo que conozcamos aparte del tripanosoma. No olvides que ésa es una de las razones por las cuales ha sido tan difícil crear una vacuna contra la malaria. Porque lo que la bacteria de la malaria tiene de especial es que a medida que avanza en su ciclo vital va alterando su revestimiento de proteínas. De manera que cuando el sistema inmunológico empieza a reconocer la amenaza, el bacilo ya ha tenido tiempo de cambiarse de vestuario antes del siguiente acto.

»Lo que Mangala descubrió por azar quizá fuese simplemente esto: que debido a su capacidad recombinatoria, el bacilo de la malaria puede digerir efectivamente esa pizca de ADN dividiéndola y distribuyéndola de nuevo. Entonces, si vuelve a introducirse en un paciente con el flujo sanguíneo cerebral obstaculizado, quizá pueda retransmitir la información y practicar algunas reconexiones minúsculas en el sistema neuronal del anfitrión.

»Supongo que cuando dio con el proceso dejó todo lo demás para dedicarse a perfeccionarlo… en dos sentidos. Uno consistía en descubrir un medio para impedir el paso de la sífilis. Y el otro en intentar que el cromosoma se estabilizase durante el proceso de transferencia. Porque lo que ocurría hasta entonces era que el bacilo se fragmentaba de la forma más rara, y ella quería controlar los tipos de rasgos que iban a transmitirse.

»La idea que tengo es que hacia 1897 Mangala se encontraba en un callejón sin salida y había llegado a la conclusión de que las variedades existentes de malaria no le permitirían ir más lejos. Por eso necesitaba desesperadamente que Ronnie resolviera todo el problema y lo divulgase. Porque estaba enteramente convencida de que el vínculo entre el bacilo y la mente humana era tan estrecho que una vez que se descubriese su ciclo vital se producirían mutaciones espontáneas que le permitirían impulsar su trabajo en otras direcciones. Eso es lo que ella creía, me parece: que cada vez que llegaba a un punto muerto, el modo de avanzar consistía en provocar otra mutación.

Apartando su plato vacío, Urmila preguntó:

-¿Cómo?

-Tratando de dar a conocer ciertas cosas.

-¿Y lo consiguió?

Murugan sonrió.

-Me parece que vamos a averiguarlo.

-¿Cómo?

-Creo que este experimento trata precisamente, de eso.

-Pero ¿por qué de esta manera? ¿Por qué no…?

-¿Es que no lo entiendes? -la interrumpió Murugan-. Mangala no se ha metido en esto por fines científicos, sino porque cree que es una diosa. Lo que significa que pretende ser la persona que decida la marcha de las cosas. Desde su punto de vista, nosotros nunca podremos conocerla, ni entender sus motivos ni nada que se relacione con ella: el experimento no dará resultado a menos que sus razones permanezcan inescrutables para nosotros, tan incognoscibles como una enfermedad. Pero al mismo tiempo tiene que tratar de contarnos su propia historia: eso también forma parte del experimento.

-¿Por qué te refieres a ella como si aún viviese? -inquirió Urmila-. ¿Intentas sugerir que está viva? ¿Que de algún modo ha logrado…?

Murugan sonrió y preguntó a su vez:

-Bueno, ¿a ti qué te parece?

Urmila se cruzó de brazos, encogida por un súbito escalofrío.

-No sé qué pensar -contestó, cogiendo la cortina del reservado y abriéndola.

En cuanto miró al restaurante, todo pareció detenerse; era como si todos los comensales se hubiesen vuelto a mirarla -los demás clientes, los camareros, los desaliñados estudiantes de la mesa de al lado-, como si hubiesen estado esperando la ocasión de verle la cara.

Volvió a echar rápidamente la cortina.

-Pero ¿qué hay de Lutchman? -preguntó-. En lo que me has dicho, nada indica que existiera relación alguna entre Mangala y Lutchman. Y, a propósito, ¿quién era Lutchman? ¿Cuál es su historia?

-En eso me has pillado, Calcuta -dijo Murugan-. Me siguen faltando muchos datos al respecto. Sólo dispongo de algunos detalles aislados; ni principio, ni desarrollo ni tampoco desenlace.

-Dame ejemplos -le instó Urmila-. ¿Cuáles son esos detalles de que hablas?

-La carta de Farley es la fuente principal -explicó Murugan-. Farley dice que en el laboratorio de Cunningham trabajaba otro individuo. Parece de la misma edad de Lutchman y cuadra con su descripción general.

-Con eso no se puede ir muy lejos -observó Urmila.

-Es cierto -reconoció Murugan-, sólo que algunas referencias de la carta pueden sugerir que ese ayudante era el mismo que se presentó a la puerta de Ross el 25 de mayo de 1895.