Dentro, las cosas estaban bastante ordenadas, salvo dos excepciones, ambas en la cocina. Primero, había media docena de envases de cartón de comida china por la encimera. Y después, en el suelo, había un cadáver, que posteriormente fue identificado como Barry Tannenbaum.
Señor Burke: ¿Puede describirnos el estado del cuerpo?
Detective Maloney: Estaba muerto.
Aquella descripción tan comedida provocó risitas nerviosas en la tribuna del jurado.
Señor Burke: Esperaba que pudiera darnos unos cuantos detalles más.
Detective Maloney: El cuerpo estaba tendido boca abajo, colocado en posición fetal. Bajo él había una abundante cantidad de sangre.
Señor Burke: ¿Le tomó el pulso u otras constantes vitales?
Detective Maloney: No. Eso ya se había hecho, con resultados negativos.
Señor Burke: ¿Llegó un momento en que le dieron la vuelta al cadáver?
Detective Maloney: Sí. Después de fotografiar el cuerpo en la posición exacta en que lo encontramos, le dimos la vuelta.
Señor Burke: ¿Y qué observó en ese momento?
Detective Maloney: Observamos…
Señor Jaywalker: Protesto.
El Juez: Admitida. Sólo puede decirnos lo que observó usted.
Detective Maloney: Observé una gran mancha, que parecía de sangre, en la ropa de la víctima.
En aquel momento, Burke se acercó a su mesa y tomó una bolsa grande de papel marrón. Volvió hacia el estrado, sacó algo y se lo entregó a uno de los oficiales de sala uniformados, que a su vez lo situó frente a la testigo.
Señor Burke: Le muestro la prueba número uno, y le pregunto si la identifica.
Detective Maloney: Sí, la identifico.
Señor Burke: ¿Y qué es?
Detective Maloney: Es un jersey de cachemira blanco, la prenda que llevaba puesta el señor Tannenbaum.
Señor Burke: ¿Por qué la reconoce?
Detective Maloney: Por la gran mancha de sangre que tiene en la pechera. También están mis iniciales, A. L. M. I, que escribí en la etiqueta aquel día, con tinta.
Burke repitió el proceso con otra prenda, un jersey de cuello alto de color beis que Tannenbaum llevaba bajo el jersey blanco. La mancha de sangre era incluso mayor que la del otro jersey. Ambas manchas se habían vuelto casi negras, y sólo había un rastro de rojo alrededor de los bordes.
Después de fotografiar y examinar el cadáver, Maloney había llevado a cabo un registro del apartamento, pero no había encontrado nada fuera de lo común ni fuera de lugar. No había señales de un allanamiento de morada, ni nada que pudiera sugerir un robo. Por la ausencia de manchas de sangre en otros lugares del apartamento, ella había deducido que la víctima había sido asesinada justo donde había caído.
Maloney había tomado una serie de fotografías, que Burke había recopilado junto a las demás pruebas. La detective también había tomado medidas y había realizado un boceto, que después había ampliado, y que también constaba entre las pruebas. Había empolvado el apartamento para obtener las huellas dactilares, deteniéndose especialmente en los envases de comida china y en la zona que rodeaba el pomo de la puerta de entrada. Había conseguido encontrar algunas huellas latentes, y había fotografiado otras. También les había tomado las huellas a la víctima y a los dos policías, de modo que las suyas pudieran ser descartadas en las comparativas posteriores.
Después, Burke y Maloney describieron cómo ella había recogido muestras de cabello y fibras del cuerpo y de la ropa de la víctima. Había tomado cada una de ellas con unas pinzas, las había introducido en bolsas de plástico individuales y había marcado cada una de las bolsas con el lugar donde había sido tomada la prueba. Más tarde, había catalogado todos los artículos y se los había entregado a la División de Identificación Criminal para su análisis.
Burke le preguntó a Maloney si durante su registro del apartamento, o de la zona que lo rodeaba, había encontrado algo que pudiera ser el arma homicida. Ella respondió que no. Junto a sus compañeros de la Unidad de la Escena del Crimen, había peinado el pasillo, la zona de ascensores, el cuarto de la basura, el tejado e incluso los conductos de ventilación, todo sin dar con un cuchillo o un instrumento similar que pudiera haberse usado en el asesinato.
Burke había terminado con la testigo, pero antes de dejar a Jaywalker que hiciera su turno de preguntas, le pidió permiso al juez Sobel para hacer públicos el boceto de la detective y las fotografías. El juez accedió, y se colocó frente a la tribuna del jurado un caballete con el boceto. Los miembros se inclinaron para mirarlo, pero no dieron señal de que les causara mucha impresión.
Las fotografías, sin embargo, fueron otra cosa.
Antes de la selección del jurado, Jaywalker había luchado duramente para que no se incluyeran en el juicio. Las peores mostraban a Barry Tannenbaum boca abajo y ligeramente encogido, en un charco de algo que parecía pintura de color rojo muy, muy oscuro. Una de las fotografías mostraba el cuerpo dado la vuelta, revelando una mancha del mismo color que se extendía por todo el pecho de la víctima. Jaywalker había perdido la batalla, y aunque les había descrito las imágenes a los miembros del jurado durante la selección, y había conseguido que le aseguraran que no se dejarían abrumar por ellas, en aquel momento estaba oyendo gruñidos desde la tribuna. La muerte tenía ese efecto, él lo sabía. Sobre todo, una muerte truculenta retratada en papel fotográfico brillante, a todo color.
Durante su turno de preguntas, Jaywalker le preguntó a Maloney si también le había tomado las huellas al señor Mazzini.
Detective Maloney: ¿A quién?
Señor Jaywalker: Al señor Mazzini, el encargado del edificio.
Detective Maloney: No vi a ningún encargado del edificio.
Señor Jaywalker: ¿Los oficiales no le dijeron que había estado deambulando por el apartamento durante media hora?
Señor Burke: Protesto por la expresión «deambulando por el apartamento».
El Juez: Admitida.
Señor Jaywalker: ¿Le dijeron los oficiales que el encargado les había abierto la puerta del apartamento?
Detective Maloney: No, que yo recuerde.
Señor Jaywalker: ¿Y que había estado en el apartamento durante media hora?
Detective Maloney: No.
Señor Jaywalker: ¿Tiempo durante el cual había caminado de habitación en habitación?
Detective Maloney: No.
Detective Maloney: Si lo hubiera sabido, ¿le habría tomado las huellas dactilares?
Señor Burke: Protesto. Especulación.
El Juez: Ha lugar.
Señor Jaywalker: ¿Habría sido una buena práctica policial tomarle las huellas dactilares a todo aquél que hubiera estado en el apartamento aquel día?
Señor Burke: Protesto.
El Juez: Denegada.
Detective Maloney: Supongo que sí.
Señor Jaywalker: ¿Supone que sí? ¿O la respuesta es «Sí, habría sido una buena práctica policial?».
Detective Maloney: Sí, habría sido una buena práctica policial.
Después, Burke llamó a declarar a Roger Ramseyer, un detective de la División de Investigación Criminal. Ramseyer había procesado las pruebas que le había enviado la detective Maloney, incluidas las huellas latentes, los pelos y las fibras, y las había comparado con huellas y muestras de cabello de los individuos que habían estado en el apartamento el día que fue descubierto el cadáver de Barry Tannenbaum. Se refirió al primer grupo como «artículos cuestionados», y al segundo como «conocidos». Burke le hizo preguntas sobre cada uno de los artículos.
Con respecto a las huellas encontradas en el apartamento, las huellas cuestionadas, Ramseyer pudo establecer comparaciones positivas con las huellas conocidas de Barry Tannenbaum, de la Oficial de policía Susan Connolly y de Samara Tannenbaum. Las huellas de Samara estaban en el pomo interior de la puerta del apartamento, en el pomo exterior y la placa de la cerradura, en dos de los envases de comida china y en dos vasos, uno vacío y el otro parcialmente lleno de agua. Se encontró coincidencia entre dos cabellos hallados en el jersey de Barry Tannenbaum y las muestras de cabello de Samara. Y un hilo rojo, recogido también del jersey de Barry, pertenecía a una blusa multicolor de mujer que le había llevado a Ramseyer otro detective dos días más tarde.