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Lo único que quedaba era el asesinato.

Sin embargo, Jaywalker no podía pasar por alto el testimonio de Miranda Thomas. Le había hecho demasiado daño a Samara. Se levantó lentamente de su sitio, tomó sus notas y se acercó al estrado, mirando a la testigo con los ojos entrecerrados, como si tuviera algo contra ella.

Aunque Dios sabía que no tenía nada.

Señor Jaywalker: Señora Thomas, nos ha dado a entender que las pólizas como ésta, en las que el pago es grande pero las primas también, no tienen sentido salvo para los que arriesgan. Sin embargo, esto no es cierto, ¿verdad?

Señora Thomas: ¿Disculpe?

Señor Jaywalker: ¿No es cierto que hay una categoría diferente de personas que suscriben precisamente este tipo de seguros de vida, a quienes preocupan muy poco los riesgos?

Señora Thomas: No sé muy bien adónde quiere llegar.

Señor Jaywalker: ¿La ayudaría recordar la expresión «impuestos sobre el patrimonio»?

Señora Thomas: No lo sé.

Señor Jaywalker: Sabe lo que son los impuestos sobre el patrimonio, ¿verdad?

Señora Thomas: Sí.

Señor Jaywalker: ¿Qué son?

Señora Thomas: Son el porcentaje que el gobierno descuenta de un patrimonio antes de que se distribuya.

Señor Jaywalker: ¿Y todos los patrimonios se gravan con este impuesto?

Señora Thomas: No.

Señor Jaywalker: Sólo los patrimonios millonarios, ¿verdad?

Señora Thomas: Sí.

Señor Jaywalker: ¿Sólo los de los ricos?

Señora Thomas: Sí.

Señor Jaywalker: ¿Era rico Barry Tannenbaum?

Señora Thomas: No lo sé.

Señor Jaywalker: ¿De verdad?

Señora Thomas: De verdad.

Señor Jaywalker: ¿No había oído hablar de él? Me refiero antes de su muerte.

Señora Thomas: Sí.

Señor Jaywalker: ¿Qué había oído decir de él?

Señora Thomas: No lo sé.

Señor Jaywalker: Deje que la ayude. ¿Había oído que era uno de los hombres más viejos del mundo?

Señora Thomas: No.

Señor Jaywalker: ¿Uno de los más altos?

Señora Thomas: No.

Señor Jaywalker: ¿Uno de los más guapos?

Señora Thomas: No.

Señor Jaywalker: ¿Qué había oído decir de él?

Señora Thomas: Que era rico.

Señor Jaywalker: ¿Uno de los más ricos del mundo?

Señora Thomas: Supuestamente.

Señor Jaywalker: Señora Thomas, ¿no es un hecho, un hecho algo sórdido, que las pólizas de este tipo son útiles para que la gente muy rica se libre de pagar impuestos de patrimonio?

Señora Thomas: Supongo que es posible.

Señor Jaywalker: Después de todo, pueden permitirse pagar primas altas. Y las liquidaciones, cuando se hacen, no se cuentan como parte de su patrimonio, así que se cobran libres de cargas fiscales. ¿No es así?

Señora Thomas: Supongo que eso es posible.

Señor Jaywalker: ¿Lo supone, o yo tengo razón?

Señora Thomas: Tiene razón.

Señor Jaywalker: Así pues, en realidad, las compañías como la suya se prestan a este juego. Cobran esas grandes primas, que son calculadas por actuarios de seguros, para cubrir de sobra los enormes pagos. Todo el mundo gana, ¿no es así?

Señora Thomas: Se puede decir que sí.

Señor Jaywalker: Salvo el gobierno, a quien se despoja de sus rentas públicas. ¿Y quién cree que paga más impuestos para compensar las rentas que no se cobran?

Señora Thomas: No lo sé.

Señor Jaywalker: Claro que sí lo sabe. Usted, yo y el señor Burke. Y Stanley Merkel, y Leona Sturdivant, y Vito…

Señor Burke: ¡Protesto!

El Juez: Ha lugar.

Señor Jaywalker:… y Todesco, y Shirley Johnson, y…

Señor Burke: ¡Protesto! ¡Protesto!

El Juez: Se admite la protesta. Siéntese, señor Jaywalker. (El señor Jaywalker se sienta). Gracias. El jurado no tendrá en cuenta las referencias individuales a los miembros del jurado. Señor Jaywalker, ¿tiene más preguntas para la testigo?

Señor Jaywalker: No.

Burke sí las tenía, no obstante. Hizo que la señora Thomas insistiera en que emitir y suscribir esas pólizas era completamente legal. La industria de los seguros estaba muy regulada, explicó ella, y no se podía violar la ley. Además, incluso con sus ventajas fiscales, la prima de seis meses seguía siendo una estrategia de inversión muy poco usual, incluso para Tannenbaum, a causa de las cláusulas de exclusión.

En su turno, Jaywalker intentó que ella admitiera que la duración de seis meses del seguro quizá no significara otra cosa que falta de fondos por parte del pagador de la prima. Cuando ella trató de salir por la tangente, Jaywalker cambió de tema bruscamente.

Señor Jaywalker: Usted no cree que esto sea una estrategia para evitar pagar impuestos, ¿verdad, señora Thomas?

Señora Thomas: No.

Señor Jaywalker: Lo ve como una apuesta transparente, aunque arriesgada, de que el señor Tannenbaum iba a morir en seis meses, ¿verdad?

Señora Thomas: Exactamente.

Señor Jaywalker: Y no de cáncer ni de una enfermedad cardiaca, ¿verdad?

Señora Thomas: Sí.

Señor Jaywalker: Y, como intentaba decir antes, cuando yo la interrumpí tan groseramente, todo esto le parece bastante sospechoso, ¿verdad?

Señora Thomas: (Al juez). ¿Se me permite responder a eso?

El Juez: Sí.

Señora Thomas: Yo diría que más que sospechoso.

Señor Jaywalker: ¿Qué le parece a usted?

Señora Thomas: No le va a gustar esto, pero a mí me parece que su clienta suscribió la póliza porque había planeado matar a su marido.

Señor Jaywalker: Sin embargo, usted no es detective, ¿verdad, señora Thomas?

Señora Thomas: No, por supuesto que no.

Señor Jaywalker: ¿Ni agente federal?

Señora Thomas: No.

Señor Jaywalker: Si no le importa, ¿podría decirme cuál es su nivel de estudios?

Señora Thomas: Tengo el título de bachillerato.

Señor Jaywalker: Y aun así, ve con claridad que todo esto era un plan de Samara Tannenbaum, ¿verdad?

Señora Thomas: Sí, lo veo con claridad.

Señor Jaywalker: Es así de evidente, ¿verdad?

Señora Thomas: Para mí sí.

Señor Jaywalker: Dígame, señora Thomas, ¿no se le ha ocurrido pensar que es un poco demasiado evidente?

Señora Thomas: ¿Qué quiere decir con eso?

Y lo único que pudo pensar Jaywalker, que había nacido judío, había recibido una educación religiosa unitaria y que se había hecho ateo muchos años antes, fue «¡Gracias, Jesús!».

Señor Jaywalker: ¡Lo que quiero decir es que es tan evidente que tiene que ser una trampa! ¡Que nadie en su sano juicio podría creer que se saldría con la suya en algo así! ¡Que…!

Su estallido fue ahogado por los gritos de protesta de Burke, y por los repetidos mazazos que el juez Sobel estaba dando en su mesa. Cuando, por fin, se restauró la calma, Jaywalker aprovechó para decir: «No hay más preguntas». Y Burke, con la cara congestionada, anunció que la fiscalía había concluido con el caso.

23.

Atún y promesas

Con la conclusión del caso por parte del Ministerio fiscal, el juez Sobel envió a los miembros del jurado a casa, con sus advertencias habituales. Después, le negó a Jaywalker la petición de desestimación. Por último, le ofreció a Samara la opción de marcharse debido a que tenía que hablar con los letrados. Ella aceptó la oferta y le dijo a Jaywalker que tenía que hacer algunas compras. Hielo, pensó él, puro hielo en las venas.

El juez sólo volvió a fijar su atención en Jaywalker cuando todos hubieron abandonado la sala.

– Por la presente lo amonesto por desacato con ese discurso suyo. Ha sido impropio y perjudicial, y estaba fuera de lugar.