– Chris -dijo el presidente ceremoniosamente, estrechándole la mano con sincera cordialidad-. No tengo palabras para agradecerle que me haya salvado la vida y haya salvado la vida de toda nuestra nación. -El presidente sacudió la cabeza.- Fui un necio. Ahora puedo decirlo. Perdóneme. Estaba muy desorientado. Me parece que cuando se teme perder una batalla, se aferra uno a cualquier excusa y no se da cuenta de que ya está metido en ella. -El presidente esbozó una sonrisa.- Pero esta batalla no se ha perdido, porque la caballería ha llegado a tiempo. -Escudriñó el rostro de Collins.- ¿Se ha enterado de lo de Vernon Tynan?
– Sí. Lamento que haya tenido que terminar así.
– En el transcurso de estos últimos meses no debía de estar en sus cabales. De otro modo, no se le hubiera ocurrido semejante barbaridad. Menos mal que usted no cejó en su empeño. Jamás podré pagarle la deuda que he contraído con usted. Si puedo hacer algo…
– Puede usted hacer dos cosas -dijo Collins sin andarse con rodeos.
– Dígame de qué se trata.
– Hay un hombre a quien, al igual que en su caso, es necesario resucitar de entre los muertos. Ha desempeñado un importante papel y le ha ayudado a usted. Quisiera que ahora le ayudara a él. Deseo que le conceda el perdón presidencial y que le devuelva su buen nombre.
– Prepáreme el decreto y lo firmaré. ¿Cuál es la segunda cosa?
– Lo peor ya ha pasado -dijo Collins-, pero seguimos enfrentándonos con el problema que dio lugar a esta insensata conspiración. El problema del crimen. La represión no será capaz de resolverlo. Tal como dijo un sabio, las hogueras encendidas no iluminan la oscuridad. Tiene que haber una mejor solución…
– Y la habrá -le interrumpió el presidente-. Esta vez vamos a hacerlo bien. En lugar de modificar la Ley de Derechos para resolver nuestros problemas, utilizaremos esta misma Ley de Derechos, como es debido. Mañana a primera hora nombraré una comisión especial, usted y Pierce formarán parte de ella, para que investigue las actividades del FBI, elimine todo lo que haya sido fruto de la influencia de Tynan y elabore una serie de medidas encaminadas a reestructurar la Oficina según unas nuevas normas. Tras lo cual, Chris, tengo el propósito de reunirme con usted para discutir un nuevo programa de medidas económicas y sociales que terminen con la ilegalidad y la criminalidad. Vamos a hacer algo efectivo. Hemos pasado por un momento de peligro, pero ahora vamos a conservar nuestra democracia.
– Muchas gracias, señor presidente -dijo Collins asintiendo-. Mire -añadió vacilando-, durante el viaje de regreso he estado pensando que en Argo City un amigo mío dijo que, cuando el fascismo llegue a los Estados Unidos, será porque los ciudadanos norteamericanos habrán votado a su favor. Esta vez estuvieron a punto de hacerlo. Ahora que saben todo lo que deben saber, quizá no vuelvan jamás a estar tan cerca de ello, Y tal vez nosotros podamos ayudarles a recordar esta lección.
– Lo haremos. Se lo prometo. Vamos a resolver lo que humanamente sea posible resolver. -El presidente tomó a Collins del brazo.- Pero esta noche, no. -Hizo señas a Karen para que se acercara.- Esta noche vamos a brindar por el futuro. Es posible que nos tomemos dos y hasta tres copas. Y veremos la película del último programa de televisión. Descansemos una hora (este lujo, por lo menos, nos lo podemos permitir) antes de reanudar nuestro trabajo.