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– ¿Y los dioses de los números?

– Veo que te interesa el tema.

– Estoy encantado -bromeó David.

– ¡No seas tonto!

– Te lo digo en serio. Sigue.

– Los trece números, eran, por este orden: Hun, asociado con la diosa de la Luna; Ca, asociado con el dios de los sacrificios; Ox, dios de la lluvia y el viento; Can, el sol viejo; Ho, dios anciano del interior de la tierra; Uac, dios de las lluvias y las tempestades -como ves algunos conceptos se repetían con otros nombres de deidades-; Uuc, dios-jaguar símbolo de la noche y el inframundo; Naxac, joven dios del maíz; Chicchan de nuevo, dios serpiente propiciador de la lluvia; Lahauu, dios de la muerte y con el mismo rostro de Cimi; Buluc, asociado con Cabán, diosa de la tierra; Laca, dios joven asociado con Venus; y Oxlahnu, dios del agua, parecido a Muluc. Cada cual tenía su imagen, por supuesto.

– Trece números y veinte días, vale, te sigo.

– Ahora mira los doscientos sesenta días resultantes de su combinación -le apuntó Joa indicándole otra tabla.

Imix 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7

Ik 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8

Akbal 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9

Kan 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10

Chicchan 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11

Cimi 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12

Manik 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13

Lamat 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1

Muluc 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2

Oc 10 4 11 5 12 6 1 3 7 1 8 2 9 3

Chuen 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4

Eb 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5

Ben 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6

Ix 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7

Men 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8

Cib 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9

Cabán 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10

Etz'nab 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11

Cauac 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12

Ahau 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13

– Llegaban al número 13 y saltaban de nuevo al 1, así que periódicamente había un 1 Imix y luego un 1 Ik y un 1 Akbal… Todos los signos pasaban por el 1, 2, 3 hasta el 13, y todos los números aparecían en el desarrollo de los veinte signos.

– Éste era el tzolkin -asintió Joa-. Pero claro, al medir al año terrestre les salía una segunda cuenta de trescientos sesenta y cinco días. Y a ésta la llamaron haab, que equivalía al calendario civil. Sin embargo, en lugar de dividirlo en doce meses, como nosotros, lo dividieron en dieciocho meses de veinte días cada uno, aunque ellos llamaron uinales a los meses y kines a los días.

– Pero dieciocho por veinte son trescientos sesenta. Faltan cinco días.

– Los cinco días sobrantes los bautizaron con el nombre de uayeb, y eran los días malditos, los peores. Los dedicaban a la penitencia y al ayuno. Éstos son sus símbolos.

– ¿Y la rueda calendárica era la suma de los dos, el tzolkin y el haab?

– Exacto. Te lo he dibujado aquí para que lo veas.

HAAB (365 días)

Entonces le mostró una tosca reproducción, sin proporciones, con un simple fragmento de los círculos y sus intersecciones para que le sirviera a modo de ejemplo:

– Complicados los mayas, ¿no? -se rascó la cabeza David.

– Es un sistema tan bueno como otro, aunque a nosotros nos resulte excesivo.

– Y llegado un momento, las ruedas coincidían de nuevo.

– Eso sucedía cada cincuenta y dos años, cuatro veces trece: 18.980 combinaciones distintas. Y como, en efecto, volvía a coincidir, pongamos por ejemplo, el 1 Zip con el 1 Ix con el 1 numérico, 18.980 días después, para diferenciarlos unos de otros y tener una cuenta del tiempo irreversible, acabaron de adobar el tema creando la cuenta larga: el calendario que los mayas expresaban como una serie de cinco números combinados con jeroglíficos para grandes períodos de tiempo.

– Que es lo que reproducen los seis glifos dibujados por tu padre.

– Exacto. Son seis fechas puntuales. Lo esencial será descubrir cuáles son, y no será fácil.

– Conociendo los glifos pequeños que integran el total…

– No es tan sencillo. La cuenta larga actual empezó el 11 de agosto de 3113, aunque depende de la correlación del tiempo, porque he visto en algunas webs que pone el día 13. Por ello hay dudas en torno a si el fin de la era actual será el día 21, el 22 o el 23 de diciembre. Y lo mismo ocurre con el año.

– ¿Qué es eso de la correlación del tiempo?

– Te lo explicaré más tarde -insistió poniendo sus dos manos en forma de pantalla-. Primero acabemos lo de la cuenta larga. Para hacerlo sencillo: es el recuento de los días a partir de la última creación o era. Hablamos de 5.125 años. Mira:

BAKTÚN KATÚN TUN UINAL KIN

144.000 días 7.200 días 360 días 20 días un día

– ¡Uf! Como no me lo aclares… -pidió David.

– Un ciclo de tiempo completo, una era, puede medirse con 13 baktún, o 260 katún, o 6.240 tun, o 93.600 uinal, o lo que es lo mismo, 1.872.000 kin, es decir, días.

– ¿Y qué es un baktún, un katún, un tun…? Ya me has dicho que el uinal era un mes maya y un kin era un día.

– Un baktún equivale a 144.000 días. Un katún a 7.200 días. Un tun… ¿Lo ves? -fue señalando cada figura.

– ¿Con todo esto puedes calcular las fechas exactas de los glifos que dibujó tu padre?

– Creo que sí. Pero necesitaré un poco de tiempo y soledad. Son muchas imágenes las que representan y muchas cifras que debo calcular. Aquí todo tiene su propia simbología, una posición y una equivalencia. No te he hablado de los restantes cuadros -le mostró dos de ellos, formados por numerosos glifos en forma de cabeza, en el mismo archivo de la pantalla del ordenador. David estaba pálido.

– Es como un rompecabezas a la inversa. Todo equivale a algo, representa algo, y tiene un número concreto en baktunes, katunes, tunes, uinales y kines. Y la suma, o el desglose, como lo prefieras, es un día exacto y concreto de nuestro calendario gregoriano.

– Dime al menos qué representa cada pequeño glifo del total en uno de los dibujos de tu padre.