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Joa cogió una de las hojas con los tres glifos numerados y puso un dedo sobre el primero, el marcado con el número 1.

– La figura de arriba es el patrón introductor de la fecha, y no es lo más importante. Lo que de verdad cuenta son los glifos pequeños situados dos a dos. Los dos de arriba, de izquierda a derecha, son el baktún y el katún; los dos siguientes, el tun y el uinal; los dos siguientes, el kin y el primero de la rueda calendárica; y los dos últimos equivalen a la representación de los señores de la noche y al número del patrón, segundo de la rueda calendárica.

– ¿Los señores de la noche? -David puso cara de agotamiento.

– Forman ciclos de nueve días y regían precisamente sobre cada jornada, a modo de complemento. Son éstos que ves aquí en esta pantalla, más o menos dibujados, porque a veces sobre la misma idea hay ligeros cambios o versiones diferentes, según el gusto del artista.

– Por lo tanto… -intentó poner un poco en orden sus

ideas.

– He de hallar la cuenta larga, formada por cinco números correspondientes a los cinco primeros glifos que están debajo del patrón, la rueda calendárica que nos la dan los glifos 6 y 8, y completarlo con el número del patrón que es el glifo número 7. ¿Ves? -puso un dedo en el dibujo del séptimo glifo de la figura 1 y luego señaló la segunda figura del cuadro de los señores de la noche-: La G 2.

– Alucinante -se dejó caer hacia atrás él.

– Pues si te crees que eran los únicos calendarios, vas listo. Otros calendarios menores eran el del rumbo cósmico, de 819 días, o sea 63 veces 13, o el ciclo de Venus, o las fases de la Luna, los movimientos de Marte y Júpiter, etc. Encima, como ves, le ponían un nombre a todo, el de los 20 tunes de un katún, el de los 13 katunes de una rueda, y hacían tablas, como la de los trece órdenes túnicos… Un verdadero galimatías. Los mayas vivían pendientes del cielo y del tiempo. La suma de todos los factores -alargó la primera 0 del «todos»- determinaba si los días eran buenos, malos, regulares… El nacimiento de un maya tenía el mejor de los horóscopos imaginable, nada de Leo o Tauro en plan simple.

– ¿No crees que si vivían tan pendientes del espacio era porque esperaban algo?

– ¿El regreso de los padres creadores, los dioses?

– Bueno, ese fraile que lo destruyó todo pudo cargarse la verdadera historia. Y con lo mucho que hay por excavar o descubrir… En el fondo los mayas siguen siendo un misterio.

Joa pensó en la tumba veintisiete de Palenque.

– Bien -suspiró dando por terminada la conversación-. Hasta aquí la clase teórica. ¿Qué tal si ahora me dejas la práctica?

– ¿No puedo ayudarte?

– No.

De pronto estaban un poco más animados, como si por fin se hallaran en el buen camino.

David se levantó de su lado pero no emprendió la marcha. Se quedó quieto un instante y de pronto… se acercó a ella.

Vaciló.

Luego los dos se aproximaron el uno al otro y se besaron en los labios.

Un simple beso, sin caída en lo irreversible, cauteloso aunque delicadamente intenso.

Joa sonrió.

La última caricia se la dio ella, en la mejilla, antes de quedarse sola.

40

Fue un trabajo paciente y confuso al principio. Era consciente de que no lo hacía bien, que el margen de error era demasiado grande. Se trataba de calcular una fecha partiendo del año 3113 antes de Jesucristo. 0 el 3114 si atendía a otros datos de correlación temporal como le había explicado a David. Aun así lo probó, sólo para descartar un sistema. Eso lo había aprendido de su padre. Mejor descartar antes y ceñirse al bueno como final, que atacar el bueno y quedarse con la duda acerca de los otros, por si terminaba obteniendo dos resultados iguales con opciones distintas.

Anotó los datos de las seis figuras de glifos a medida que los iba resolviendo con todos los cuadros e imágenes bajados o copiados de Internet, los ya acumulados y otros nuevos, el patrón arriba y los significados de los glifos.

1: Patrón Ceh. Cuenta larga 12-17-18-5-19. Rueda calendárica 5 Cauac 7 Ceh. Señor de la noche, G2.

2: Patrón Ceh. Cuenta larga 12-17-18-6-0. Rueda calendárica 6 Ahau 8 Ceh. Señor de la noche, G3.

3: Patrón Ceh. Cuenta larga 12-17-18-6-1. Rueda calendárica 7 Imix 9 Ceh. Señor de la noche, G4.

4: Patrón Kankin. Cuenta larga 12-19-19-17-18. Rueda calendárica 2 Etz'nab 1 Kankin. Señor de la noche, G7.

5: Patrón Kankin. Cuenta larga 12-19-19-17-19. Rueda calendárica 3 Cauae 2 Kankin. Señor de la noche, G8.

6: Patrón Kankin. Cuenta larga 13-0-0-0-0. Rueda calendárica 4 Ahau 3 Kankin. Señor de la noche, G9.

Enseguida cayó en la cuenta de que la rueda calendárica y el señor de la noche a ella no la ayudaban en nada. Aquello les servía a los mayas, pero no a su propósito específico. La rueda calendárica situaba una fecha en el tzolkin y el haab, pero lo que buscaba no tenía nada que ver con eso.

Entonces calculó el número de días resultante de la suma de los cinco primeros glifos de cada figura. Sólo eso. Una vez encontradas las cifras, buscó la forma de convertirlas en fechas del calendario gregoriano. Situar esa cuenta larga con precisión matemática para que diera un día determinado terminó por producirle dolor de cabeza. Acabó viendo que la mayoría de las tablas que había copiado no le servían de nada, y confirmó que lo único esencial en sí era la suma de días de los cinco primeros glifos de las figuras. Con esto ¿cómo acertar exactamente con la fecha indicada en cada una?

Volvió a navegar por Internet. Por dos veces David asomó la cabeza sin decirle nada. Joa se hallaba enfrascada, enfebrecida. Tablas, sistemas… Llegó a encontrar una guía rápida para la conversión de la cuenta larga al calendario gregoriano. Lo malo era que sólo servía para determinar el año, no el día y el mes.

– Vamos, vamos -abría páginas y más páginas.

David apareció por tercera vez al cabo de más de una

hora.

– Casi lo tengo -le anunció Joa viéndole de reojo.

– Estoy leyendo lo de las profecías mayas -le dijo él-. Luego te lo comento.

– Vale.

Continuó la búsqueda de una aguja en el inmenso pajar de la red. Hasta que… Se quedó paralizada. No podía creerlo.

– ¡Bingo! -cantó al encontrar un maravilloso sistema de conversión.

Tanto que, de pronto, era infinitamente sencillo. Simples multiplicaciones, sumas y restas. Allí estaba todo.

Las tres primeras figuras, las numeradas del 1 al 3, eran parecidas, y también las tres de la segunda hoja, del 4 al 6. Desde hacía rato había empezado a pensar que se trataba de fechas correlativas, así que si descubría la fecha gregoriana de la primera, las dos siguientes serían fáciles. Y lo mismo con las figuras del 4 al 6.

Comenzó los cálculos y ajustes. La cuenta larga de la figura 1 le daba la siguiente relación numérica: 12 – 17 -18 – 5 – 19.

– De acuerdo -suspiró-. Al diablo con el Patrón Ceh, el señor de la noche G2, el 5 Acauac y el 8 Ceh. ¡Os he pillado el truco, no me servía de nada para lo que me interesa A MÍ!

– ¿Me estás llamando? -escuchó la voz de David.

– No, hablaba conmigo misma -le respondió a gritos.

– ¿Síntoma de locura?

– ¡De que soy un genio! -bromeó-. ¿Quieres callarte y dejarme trabajar? ¡Lee profecías!

No utilizó ninguna calculadora. Multiplicó, sumó y resto a mano, a toda velocidad. Sentía que estaba cerca. Quizá tampoco eso significase nada, pero era cuanto tenía, y si su padre lo había hecho debía de ser por algo.

Acabó el proceso.

Y con las dos últimas operaciones lo comprendió.