Ella formaba parte de la humanidad.
Y ya no era la misma.
Acababan de entrar en el Sexto Sol, la nueva era
maya.
Alargó la mano y cogió el periódico. Ni una palabra de alienígenas, ni naves extraterrestres. Sólo el huracán. Eso y que en las aguas del Golfo de México la marina y la armada de los Estados Unidos habían realizado unas maniobras secretas.
David seguía hablando. Decía que regresaría a casa el 7 de enero, después de las fiestas. Dos semanas.
Joa se desperezó.
Tenía un mundo por descubrir. Pero incluso eso, en este momento, podía esperar. Iba a esperar.
Jordi Sierra i Fabra
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