Y Kali Yuga insistió:
– Te convertiré en un gran sultán y ejercerás soberanía sobre todos los reinos del mundo.
Y Guru Nanak le contestó:
Luego Kali- Yuga caminó alrededor de Nanak en señal de adoración, se postró a sus pies y dijo:
– Señor, ¿ cómo puedo alcanzar la salvación?
Y el Baba contestó:
– Aquel que se convierte en mi discípulo, por su devoción, hacia mí obtendrá la salvación.
Y Kali-Yuga cayó de nuevo a sus pies y fue despedido por el Baba.
CAPITULO XV
El Guru y Mardana continuaron su peregrinar; llegaron a una ciudad de hormigas. Todo lo que su vista alcanzaba era negro, los arboles, la maleza y el suelo.
Cuando Mardana vio esto se asustó y dijo:
– ¡Señor, partamos de aquí! Nunca he visto una cosa tan grande y negra. ¡Huyamos de ella!
El Guru Baba replicó:
– Este es el reino de las hormigas; si alguna serpiente deja sus huevos abandonados, incluso si un joven cachorro extraviado cae aquí, al instante perecerá; pero no temas, ninguna hormiga se acercará a ti.
– Señor, ¿alguien vino a este lugar alguna vez?
– Mardana, un día un Raja pasaba por estos parajes. Con un ejército de cincuenta y dos huestes completas marchaba a hacer la guerra contra el Raja de otro país.
"Una hormiga le salió al encuentro y le invitó:
"-Oh Raja, quédate aquí, no prosigas tu camino.
"El Raja le contestó:
"- ¿Cuál es tu deseo?
"-Mi deseo es que partas después de haber comido mi pan -repuso la hormiga.
"-Soy el rey de cincuenta y dos armadas completas, ¿por qué he de comer tu pan? -le respondió el Raja airado.
"Si te niegas, deberás enfrentarte conmigo -le dijo ésta.
" Bien, sea así -contesto aquél.
– Oh Mardana, el Raja, tomando sus cincuenta y dos armadas, comenzó a luchar contra las hormigas. La reina de éstas les ordenó que llenasen su boca con veneno del árbol de
Piyal; y cada uno de los que fueron picados perecieron… Sólo el Raja permaneció con vida. Y entonces aquella hormiga se presentó ante él y le dijo: "Oh Raja, ¿ahora escucharás mi palabra y aceptarás mi pan?".
"El Raja, con sus manos unidas, asintió humildemente.
"Y entonces esa hormiga ordenó a las demás que fuesen a buscar néctar.
"En las regiones inferiores hay siete lagunas de néctar. Las hormigas fueron, llenaron su boca con él y lo trajeron de vuelta.
"Y aplicándolo a los hombres del rey les devolvieron a la vida. Y el Raja con sus cincuenta y dos armadas completas se sentó a comer el pan ofrecido. Cuando tomó un mendrugo en su mano notó que estaba frío y duro. Miró el maíz dado a sus caballos y vio que estaba mordisqueado. Y dirigiéndose a la hormiga le preguntó:
"- ¿Cómo es que el pan está frío y el maíz semi-molido?
" Aquélla respondió:
"-Oh Rey, hace algún tiempo otro Raja estuvo aquí; lo que él y su ejército dejaron sobrante a ti te lo he servido.
"Cuando el rey se alejaba, pensó:
"-De igual forma nos comportamos los Rajas.
Su orgullo había sido humillado y abandonando sus belicosas intenciones retornó a su reino.
Y el Baba concluyó su bella historia cantando esta canción:
Entonces Mardana se postró a sus pies.
CAPITULO XVI
El Guru Baba y su amigo arribaron al país de Cachemira.
En ese tiempo el Raja del reino, por nombre Samudar, había muerto. Su esqueleto había quedado sin quemar en la pira, tan sólo su carne se consumió. Los astrólogos de palacio sentenciaron:
– Este monarca alguna vez dijo una mentira, por eso su alma se ha encontrado con dificultades.
La gente de este país decía siempre la verdad. Y añadieron:
– Nuestro Raja se liberará cuando el pie de un santo le toque.
El camino al país fue cerrado, sólo una puerta permaneció abierta para que si por suerte llegaba un faquir fuera por ella conducido adentro.
En ese tiempo Nanak y Mardana llegaron a la ciudad.
Acercándose a la pira, el Baba puso su pie en el esqueleto y éste al instante se convirtió en cenizas; el Raja había sido liberado.
Entonces toda la gente del país vino a postrarse a sus pies y Nanak les cantó así:
El Baba permaneció unos días más en aquel lugar y todo el país se hizo devoto del Santo Nombre. Nanak estaba muy contento. Y después de permanecer unos días más siguieron su camino.
CAPITULO XVII
En su viaje llegaron a un gran y solitario desierto. Mardana, que estaba muy hambriento, exclamó:
Debido a mi apego por ti me convertí en tu músico y comí de lo que mendigaba a los lugareños; ahora incluso esto se me es negado. ¿y si apareciera un león y nos devorase?
– Mardana, sé prudente, nadie se acercará a ti -replicó el Baba.
– ¿Cómo voy a ser prudente si he venido a dar a un desierto salvaje?
– No estamos en ningún desierto, estamos en una ciudad, dondequiera que el nombre sea recordado por tu mente.
Y el Baba cantó este poema:
Luego le dijo:
– Mardana, toca tu cítara.
– Mi cuerpo está transido por el hambre. No puedo ni tocar música -le contestó aquél.
– Entonces ven conmigo, iremos al pueblo más cercano.
– No tengo fuerzas ni para moverme; yo soy Mardana, necesito comer, no me alimento del aire como tú.
– Amigo, sé sensato, no te voy a dejar morir.
– ¿Cómo voy a ser sensato si estoy al borde de mis fuerzas?
El Baba dijo entonces:
– Come el fruto de este árbol hasta que estés saciado, pero no guardes ninguno en tu morral.
Mardana asintió y comenzó a comer. Y como le gustara mucho el sabor de aquel fruto pensó:
"Guardaré algunos por si tengo hambre más adelante."
Pasado un buen rato, Mardana sintió hambre de nuevo y tomando una de las frutas se la llevó a la boca. En el mismo momento cayó inerte a tierra.
– ¿Qué te sucede, amigo mío? -le preguntó Nanak.y éste le respondió:
– He comido uno de aquellos frutos que me prohibiste guardar.
El Guru le dijo:
– Has hecho muy mal, pues eran frutas muy venenosas que yo momentáneamente por el poder de mi Palabra las había convertido en néctar -y poniendo su pie sobre su cabeza le sanó.
Mardana se sentó y dijo:
– Señor, es muy difícil servirte. Eres un gran hombre, libre del placer y del dolor. Nunca comes ni bebes nada, ni entras en ningún poblado. ¿Cómo puedo quedarme contigo?
Te ruego que me permitas partir.
– Estoy muy contento contigo, ¿por qué quieres marcharte? -replicó el Baba.
Pero Mardana no parecía muy dispuesto a seguir filosofando:
– Está muy bien que estés contento conmigo, mas déjame partir.
– ¡Mardana, quédate de todos modos!
– Me quedaré si calmas mi hambre; haz que tu alimento sea el mío también. Si así lo haces permaneceré a tu lado. Si me prometes que pensarás en mí y compartirás conmigo tu secreto manjar me quedaré; si no, habré de abandonarte.
El Baba dijo entonces:.
– Amigo mío, largo tiempo he esperado oír de tus labios esta petición. En verdad te digo que serás ensalzado no solo en este mundo sino en el otro.
Y Mardana cayó a sus pies. Por el Guru Baba tantos regalos le fueron impartidos allí. Cuando levantó la cabeza le fue revelado el Divino Conocimiento del cual hablan los Shastras y los Vedas.
Hacia el mediodía del siguiente día Mardana aún se hallaba inmóvil en el mismo sitio sumido en profunda meditación.