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– Señor, por tu Palabra todo es posible.

Nanak respondió:

– Et verdadero Nombre es el Creador, el Espíritu supremo, más allá del tiempo y del aspecto. Por la gracia del Verdadero Guru aquel que lo recuerde atravesará el océano de la existencia.

Al oír esto los discípulos cayeron a sus pies diciendo:

– Señor, sólo por tu gracia podremos cruzarlo.

Cruzaron el océano y llegaron a Ceilán. En Singhala-dipa fueron a sentarse al jardín del Raja Shri-Nabhi, donde se establecieron.

Por aquel tiempo el jardín, cuyo precio estaba estimado en nueve Lakhs de Rupias y que había estado seco durante años, volvió a reverdecer, los colores se desplegaron y las más hermosas flores despuntaron. Los árboles, dobladas sus copas por el peso de sus frutos, volvieron a dibujar sobre la hierba sus cambiantes juegos de sombras.

Cuando Maghor, el jardinero, contempló tal maravilla fue a informar al Raja:

– Señor, venid a ver un extraordinario prodigio. Al sentarse un faquir en vuestro jardín éste ha vuelto a florecer.

Llegado ante Guru Nanak, aquél le preguntó:

– ¿Señor, cuál es tu casta, cuál es tu nombre, acaso eres un yogui? Ten la bondad de venir a mi palacio.

– Yo no voy a pie -dijo el Baba por toda respuesta.

Shri Nabhi le rogó:

– Oh Señor, todo está a tu disposición. Si te place puedes montar un caballo, un elefante o un palanquín real.

– Sólo me montaré en un hombre -repuso aquél.

– Todos mis hombres están a tu disposición.

– Excelencia, si hay un hombre que sea príncipe o Raja, o mejor Raja de la ciudad, sobre él montaré.

– Señor, yo soy tu criatura, yo soy el Raja, puedes montar sobre mí -respondió Shri Nabhi.

Nanak montó sobre sus hombros y la gente, viendo esto, pensó que el Raja se había vuelto loco. Llegaron al palacio seguidos de una gran muchedumbre. Y el Raja y la Maharani Kanukala, su esposa, se postraron ante él y con las manos unidas le dijeron humildemente:

– Señor, ¿deseas comer algo?

Nanak contestó:

– Aunque estoy guardando ayuno, si me trajeras a carne de algún hombre, me la comería gustoso.

– Señor, a tu disposición se hallan todos mis hombres -repuso el Raja.

Nanak replicó:

– Excelencia, si hubiera un hijo de algún Raja, un príncipe de doce años, ésa es la carne que sólo podría comer.

Llegado a este punto el Raja y su esposa quedaron pensativos; luego la Maharani habló:

– Señor, tenemos un hijo de esa edad, tuyo es.

El Raja fue a ver a su hijo y le preguntó:

– Hijo mío, tu cuerpo es requerido por el Guru, ¿cuál es tu deseo?

– Padre, qué mayor beneficio puedo alcanzar en esta vida.

Dichoso me ofrezco en sacrificio -contestó el joven.

Y el Raja pensó:

"Hace siete días que mi hijo celebró su casamiento, será conveniente preguntar a su esposa por su parecer."

El Raja y la Maharani fueron adonde su nuera y le preguntaron:

– Hija, el cuerpo de tu esposo es requerido para ser sacrificado al Guru ¿cuál es tu parecer?

– Padre -replicóles la muchacha-, si mi cuerpo es requerido y mi viudez ha de ser sacrificada por el Guru, ¿qué mayor beneficio podría obtener en esta vida?

Entonces los cuatro fueron ante Nanak y el Raja dijo:

– Señor, aquí está el muchacho.

– Excelencia -contestó el Baba-, tal como está no me sirve de nada. La madre deberá cortar sus brazos y su esposa habrá de serrar sus pies, y tú con un cuchillo lo abrirás en canal, sólo así me será de alguna utilidad.

Shri-Nabhi obedeció la orden de su Guru y después de haber hervido la carne de su hijo la trajo y la depositó ante él.

Y el Baba ordenó entonces a los tres:-Cerrad los ojos y diciendo: "Gloria al Guru " poned un pedazo en vuestra boca.

El Raja, la Maharani y su nuera, cerrando sus ojos, comieron y cuando los abrieron, el Guro Baba había desaparecido. El rey desconsolado se fue al desierto. Descalzo recorría

los caminos repitiendo fuera de sí: "Guru, Guru". Después de doce meses regresó Nanak y llamándole le ofreció tocar sus Pies de Loto: la muerte y la regeneración del Raja Shri-Nabhi tuvo lugar al instante y éste se convirtió en sú discípulo. Sai do el Sat, de la tribu de los Ghebo, le dio el "Pahul" (Conocimiento) por orden del Guru y toda la gente de Singhala-Dip se hicieron sus discípulos y comenzaron a meditar en el Santo Nombre.

El Baba retornó a su hogar en Talvandi donde permaneció varios días.

CAPITULO XXIV

LA HISTORIA DEL PANDIT BRAHMA DAS

Luego partió de nuevo y se dirigió a las regiones del Norte donde comenzó su tercera vida retirada. Durante esta época se alimentaba tan sólo de frutas. Llevaba los pies envueltos en pieles y en su cabeza un turbante; su cuerpo lo cubría una gran tira de paño enrollada y en su frente tenía pintado un tilak azafrán.

En ese tiempo le acompañaban Hasú el herrero y Siha el impresor de telas.

Nanak se dirigió a Cachemira y allí se.quedó predicando durante vanos días; mucha gente se hicieron devotos del Nombre.

Estaba entonces en la ciudad un pandit llamado Brahma-Das; este oyó decir que un faquir había llegado y fue a verle.

Con él llevó dos camellos cargados de puranas y un ídolo prendido de su cuello.

Al llegar se sentó y saludó:

– Ram, Ram -y viendo las extrañas vestiduras del Baba añadió: Tú eres un Sadhu, ¿por qué te has puesto esas pieles y esas ropas enrolladas así?

El Baba replicó con esta canción:

Los hábitos externos sólo confunden al necio el hombre inteligente sabe dónde dirigir su mirada. El alma Se encuentra más ana de la forma.

Entonces Brahma-Das cayó a sus pies y preguntó de nuevo:

– Señor, cuando esta palabra no existía ¿ dónde estaba entonces el Señor?

Nanak replicó:

En el comienzo de los mundos en el abismo más profundo la palabra era el Señor y Este era la palabra.

Brahma-Das besó sus pies; sacándose el amuleto sagrado del cuello, lo arrojó, se volvió un devoto del Nombre y comenzó a hacer servicio. Mas el deseo no dejaba su mente y

empezaba a sentir que no había diferencia con sus servicios de antes. El sacrificio de su ego no era aceptable.

Un día el Guru Baba le dijo:

– ¡Ve y busca un Guru!

– Mi Señor -le replicó obediente éste-, ¿a quién haré mi Guru?

Nanak respuso:

– Ve al desierto. de Kalahari, allá encontrarás una casa donde viven cuatro faquires, ellos te dirán lo que tienes que hacer.

Brahma-Das partió y cuando llegó a la casa rindió reverencia a los santos y esperó en silencio. Los discípulos, después de un buen rato dijeron:

– Encontrarás a tu Guru en aquella casa.

El pandit siguió la dirección indicada y se encontró con una mujer de vestiduras carmesíes que, tomando su sandalia le golpeó duramente. Lloroso y confuso, éste volvió a la casa de los faquires, los cuales al verle, le preguntaron:

– ¿Has encontrado al Guru?

Y Brahma-Das les relató el extraño encuentro que le había acaecido. Luego los discípulos le dijeron:

– Hermano, esa mujer era la Maya, que tú tanto deseabas.

Entonces volvió a donde Nanak, cayó a sus pies y comenzó a pronunciar el Santo Nombre.

CAPITULO XXV

NANAK VISITA A MAHADEV SHIVA Y SUS DISCIPULOS

Nanak prosiguió su camino y cruzando la cuenca del Ganges llegó a las faldas de los Himalayas. Después de varios días de viaje ascendió al monte Sumeru, donde se hallaba la residencia del Señor Shiva. Y allí en medio de fastuosos jardines colgantes, envueltos en una atmósfera celestial, los yoguis conversaban sentados alrededor del Mahadev Mahesh.

El Baba llegó ante su presencia y pronunciando una salutación se sentó.

Los Siddhas3 le dieron entonces una caja pequeña y redonda y le dijeron:

– Oh, hijo del Kali- Yuga, llénala de agua y tráela.

Nanak fue a llenar la caja. Cuando la puso en el agua, diamantes y perlas comenzaron a caer en ella. Y el Baba viendo el extraño encantamiento, la hizo añicos contra el suelo y luego la recompuso.

El hechizo fue quebrado y Nanak, llenando la caja de agua, se la ofreció a los Siddhas. Todos bebieron y quedaron saciados y sorprendidos. Luego Mahadev le preguntó:

– ¿Nanak, no te gustaría convertirte en un yogui y volverte Inmortal?

– ¿Cuál es su forma de vida? -inquirió el Baba.

Shiva contestó:

– Su forma de vida es el pendiente, la manta remendada, el zurrón, el palo, el tridente y el sonido emitido en el universo Nanak por toda respuesta cantó esta canción:

Si la Palabra del Guru calma mi mente llevo la paciencia por pendiente Si considero bueno todo lo que Dios ejecuta fácilmente obtengo el tesoro del Yoga.

Los Siddhas, hondamente conmovidos por sus palabras, invitaron:

– Nanak, vente con nosotros a la montaña de Kailasa, todos los yoguis de la India están allí reunidos.