¡Oh Nanak!
¡Grande es el Señor y su Santo Nombre!
XXV
El es el gran dador,
pues en El no existe deseo ni egoísmo.
A todos concede sus bendiciones:
a quienes le piden ya quienes no se atreven a pedirle.
¡Oh maravilloso Señor!
La prisión y la liberación están hechas a tu voluntad;
aquel que gana tu complacencia
es en verdad rey de reyes.
XXVI
Incontables son sus obras
e incontables los que se benefician de ellas;
incontables los que le adoran
e incontables los que ganan su favor.
Lo valioso que es El no puede ser expresado;
los que comprenden su esencia
permanecen absortos en muda adoración
mas los sabios que leen las escrituras
se alejan de su grandeza con especulaciones intelectuales.
Los grandes dioses, Brahma, Shiva y Vishnú, le adoran;
Krishna y sus hermosas devotas repiten su Nombre,
y los Budas que El creó meditan en su grandeza.
Ni los dioses y semidioses,
ni los santos y videntes:
nadie puede cantar tus glorias.
¡Oh Nanak!
¡Sólo Dios conoce cuán grande es!
XXVII
¿Dónde está ese lugar escogido
desde donde Tú vigilas la creación;
allí donde los sonidos de todas las melodías
se funden en divina armonía?
¿Cuántos sitaristas hay allí que cantan tus glorias?
El viento, el fuego y el agua,
Shiva, Brahma y todos los dioses proclaman tu Nombre.
Edad tras edad, en sus estudios y escrituras,
los sabios te alaban;
todas las regiones celestes proclaman tu Nombre.
Mas sólo aquellos que ganan tu compasión
pueden alabarte y retozar en tu amor.
XXVIII
Como pide el mendigo,
con un cuenco en la mano y la otra extendida,
aretes en las orejas y tiznado de ceniza,
así debes ir Tú por la vida:
con aretes forjados de dicha,
vestiduras tejidas de meditación
y el Conocimiento de la muerte como capucha.
Mantén tu mente limpia, casta y sin mácula
y apóyate en la fe cuando necesites ayuda:
así podrás sojuzgar al mundo,
pues habrás sometido tu mente.
Gloria y alabanzas a Ti que eres fuente de toda pureza.
XXIX
Desde el granero de la compasión
busca el Conocirniento como alimento;
que el latido de tu corazón
sea como la llamada de la caracola a las sirnas marinas.
Los caminos del Señor se esconden en tu corazón.
El es el Maestro del destino, sin principio ni fin.
XXX
Maya, la diosa de la ilusión,
fue desposada por el Señor en el principio de los tiempos.
De esa unión nacieron tres hijos:
el Creador del mundo, el Preservador y el Destructor.
Mas la voluntad del Señor es la que prevalece.
XXXI
Su trono son los mundos,
y su altar los universos;
el Sol y la Luna se postran ante El
y todas las galaxias repiten Su Nombre
¡Oh Nanak!
Sólo la verdad puede crear la verdad
¡Gloria y alabanza a ti, Señor puro y eterno!
XXXII
Si en lugar de una tuviese cien mil lenguas,
sólo repetiría una y otra vez:
el Señor del universo es único.
Unico es su camino y los peldaños que conducen a su morada;
alli el sonido de cánticos celestiales
hechiza a los que se arrastran en las tinieblas
pero anhelan volar.
¡Oh Nanak!
Su gracia rebasa toda comparación;
lo demás no es más que una gran mentira.
XXXIII
No depende de ti vivir o morir,
enriquecerte o dominar;
tampoco depende de ti pensar o razonar,
alejarte del mundo o volar.
El orgulloso, que lo intente y lo sabrá.
¡Oh Nanak!
Ante Dios no existen diferencias.
XXXIV
El que creó el día y la noche,
el que dio vida a las brisas y avivó los fuegos;
el que creó las criaturas y especies diversas
creó también la ley:
por vuestras obras y pensamientos seréis juzgados.
Dios obra con justicia;
quienes reconocen su grandeza se postran ante El,
pues en sus manos está el destino de los hombres.
Esto, oh Nanak, sucederá siempre así.
XXXV
En su reino existen infinidad de Shivas, Brahmas y Vishnús,
con los cuales fue formada la creación;
existen múltiples disfraces de formas y colores,
muchas lunas y soles, ciudades y regiones;
muchos yoguis, Budas, sabios y videntes,
muchos demonios, dioses y falsos profetas;
muchos señores y reyes,
muchos Vedas y adoradores.
¡Oh Nanak!
Su número no tiene fin.
XXXVI
Igual que en el reino del conocimiento
la sabiduría cosecha todas las bendiciones,
así en el reino de la felicidad
la belleza resplandece como mil soles.
Allí se forja la inteligencia
y el conocimiento de los dioses y los yoguis.
XXXVII
En el reino de la acción el esfuerzo es lo supremo,
nada más permanece:
mas en el reino de la Verdad
sólo existe la contemplación de Dios.
Allí hay países y esferas indescriptibles,
donde millones de formas y destinos son ejecutados.
Lo que El ordena, eso se cumple.
¡Oh Nanak!
Es imposible describir su grandeza.
XXXVIII
El martillo del herrero está hecho de Conocirniento
y su yunque de devoción;
con el temor de Dios hace soplar los fuelles
y con la meditación aviva el fuego del amor.
En el molde de la humildad vierte el néctar
y en él imprime el Nombre del Señor.
Así es acuñada la Palabra
en la casa de la moneda de la verdad.
¡Oh Nanak!
Que por su Gracia tu dicha sea eterna.
EPILOGO
Este mundo es nuestro lugar de juego
donde realizamos nuestras buenas o malas acciones;
cuando éstas hayan terminado,
unos se sentarán a su lado para siempre
y otros se perderán en re encarnaciones sin fin.
¡Oh Nanak!
La hora de los que te han adorado ha concluido;
sus caras rebosan de luz.