Este mensaje complació sobremanera a Aurangzeb, quien pensó que sería una tarea fácil de hacer y envió una escolta en su busca.
El Guru entregó su espada al joven Govind Rai y le estableció como sucesor, ordenándoles destruir la tiranía y vengar su inminente muerte. Luego, dejando Anandpur, fue a pasar la temporada de las lluvias a casa de un devoto musulmán en
Saifabad. posteriormente el Guru fue visitando a sus devotos y lentamente se encaminó hacia Agra, donde esperó pacientemente su arresto.
Todos los intentos de Aurangzeb de convertirse al Islam fueron vanos y después de torturarle durante largo tiempo, el emperador, furioso, ordenó que fuera decapitado en la plaza central de Delhi. La ejecución ocurrió en la tarde de un jueves del 11 de noviembre de 1675; unos devotos recogieron su cuerpo, que fue incinerado en medio de un gran dolor.
Esta muerte brutal afectó incluso a la mente de Aurangzeb, que pronto se arrepintió de lo que había hecho, no volviendo a conocer el descanso desde entonces.
Los sikhs se convirtieron en una fiera nación y se prepararon para vengar la muerte de su Guru. El norte de India se encendió en odio contra los musulmanes y los hindúes se
unieron a los sikhs para acabar con la opresión.
GURU NANAK X. GOVIND SINGH. Coraje
El niño Govind Rai nació en Patna el 19 de diciembre de 1668. Era un muchacho bravo, activo y desde pequeño demostró su amor al combate. El fuerte sentido del humor que poseía Nanak despuntaba también en Govind, que bromeaba y jugaba con sus devotos aun en los momentos más críticos de su vida.
Rodeado por toda suerte de peligros, se retiró a las montañas, donde permaneció oculto, practicando la caza y la arquería. Estudió también persa e hindi, y sus composiciones a
veces recuerdan vagamente al estilo sánscrito.
Cuando supo la muerte de su padre y su ascensión como sucesor, el joven Guru en persona fue quien encendió la pira de su padre y consoló a los Sikhs.
A principio el Guru permaneció retirado, dado su corta edad (ocho años), y se ocupó principalmente de formarse para su gran tarea. Cuando su madre Gujari le reprendió por
su conducta belicosa, diciendo que como Guru debía ser más humilde, el joven le replicó que no utilizaría su espada salvo en defensa propia y que de cualquier forma él conocía su tarea mejor que nadie.
Su ejército creció, uniéndose a él numerosos hindúes y musulmanes, mientras esperaba el momento de la acción.
En cierta ocasión, para probar a sus devotos, Guru Govind Singh reunió a todos los discípulos y les dijo que aquel que amara a su Guru debía entregarle su cabeza. La mayoría guardaron silencio aterrorizados, pero cinco de ellos se levantaron y ofrecieron resueltamente sus cabezas. Sus nombres fueron: Dharma Singh, Sukkha Singh, Daya Singh, Himmat Singh y Muhkam Singh. El Guru los llevó consigo a una habitación y complacido por su devoción les reveló el Pahul (Conocimiento) de la verdadera religión.
De acuerdo a la tradición, la guerra estalló a causa de un elefante que los Rajás de las montañas exigieron a Govind Singh y que éste rehusó entregar.
Los Rajás formaron un poderoso ejército y marcharon contra Anandpur, donde se libraron feroces batallas, resultando muertos los dos hijos mayores del Guru. Al final los Rajas fueron obligados a replegarse hacia las montañas, desde donde pidieron ayuda al emperador, el cual gratamente cedió sus tropas imperiales y todos juntos atacaron de nuevo Anandpur.
Cuando Govind Singh vio el peligro de su situación, huyó con sus dos hijos menores y sus cinco devotos mencionados anteriormente a la ciudad de Machuvara, donde se escondió en casa de un humilde discípulo. Pero sus enemigos dieron con su paradero. De nuevo tuvo que huir disfrazado de musulmán con sus cinco sikhs, dejando esta vez a sus hijos en el lugar.
Los jóvenes, traicionados y capturados por las tropas del emperador, fueron llevados a presencia de Aurangzeb, quien no pudiendo convertirles al Islam, ordenó que fueran empalados vivos. Se dice que el llanto de los niños fue escuchado durante varios días.
Al enterarse Govind Singh de lo sucedido, cuentan que, desenvainando su espada, de un tajo abatió un grueso árbol y exclamó: " Así serán extirpados los turcos".
Durante esos tiempos, el Guru fue perseguido sin tregua por las tropas de Aurangzeb, y salvó su vida refugiándose en desiertos y en agrestes zonas. En su huida constante, le fue rechazado incluso el cobijo por sus propios discípulos, temerosos de la ira del emperador, y junto a sus pocos devotos y compañeros vivió errante de un lugar a otro.
Al fin, en el desierto de Aluktsar; sus enemigos dieron con él, librándose una heroica batalla, en la que perecieron sus cuarenta compañeros y Govind Singh fue dado por muerto. Cuando los musulmanes se retiraron, el Guru, que se había refugiado en una colina cercana, bajó al lugar y lloró amargamente por sus fieles compañeros.
Su falsa muerte le confirió un momentáneo alivio, aprovechando el cual se asentó en la ciudad de Malva, donde vivió pacíficamente, dedicado completamente a sus devotos. De allí partió a Anandpur, su viejo hogar, donde se estableció de nuevo y vivió sin ser molestado hasta el final del reinado de Aurangzeb (1707). Su hijo y sucesor, Bahadur Shah, tuvo que luchar contra su hermano menor Azim por la corona y según cuenta la tradición, Govind Singh le prestó ayuda, no sólo en esta batalla sino en numerosas ocasiones. Bahadur Shah se convirtió en un gran admirador del Guru y abolió las
crueles y opresivas leyes que su padre había impuesto al pueblo hindú.
Desde agosto hasta noviembre de 1707 el Guru permaneció en la corte del nuevo rey, quien disfrutaba grandemente de su compañía. Posteriormente Bahadur Shah tuvo que partir hacia el sur e invitó a Govind Singh a acompañarle; el Guru rehusó pero prometió unirse con él más tarde. Y así lo hizo. Juntos atravesaron el Rajputana (Rajasthan) y en su camino varios Rajput Rajas acudieron a rendirle homenaje.
Después de visitar Jaipur, Jouhpur, Chitor y Poona, llegaron a Nader, cerca del río Godavary, ahora en el estado de Andhara Pradesh.
Cuando alcanzaron Nander, el Guru, habiendo llegado al lugar por el que tanto había viajado, se separó del emperador.
En un bellísimo paraje cerca del río se hallaba el ashram de un vairagi llamado Lachhman Dev, quien gozaba de gran renombre por sus poderes ocultos y tenía también el hábito de gastar bromas a los simples sadhus y eremitas que venían a verle. Cuando el Guru llegó al ashram el vairagi estaba fuera, así pues, Govind Singh sentóse en su alfombra a esperarle.
Uno de los discípulos de Lachman Dev corrió a comunicar a su maestro el sacrilegio que había sido perpetrado; cuando el vairagi regresó trató en vano mediante su magia de dar la vuelta a la alfombra. Entonces reconociendo la divinidad de Govind Singh se postró a sus pies y le pidió ser su banda (esclavo). Después de haber sido iniciado por el Guru, éste cambió su nombre por el de Banda Singh, con el cual pasó a la historia.
El Guru se asentó en esta pequeña ciudad y envió a Banda al Punjab a luchar contra Qazir Khan y los Rajas de las colinas.
En aquel tiempo, en el mes de marzo, el Guru conoció a un pathan, un cierto Gul Khan que era nieto de Painda Khan y a quien Guru Har Govind dio muerte en el transcurso de una batalla. El Guru sintió gran afecto por este hombre y le tomó a su servicio.
Un día Govind Singh comenzó a burlarse de él diciéndole: "Si el nieto de aquel que ha sido matado por alguien recibe su sustento de él, ¿cómo llamarías tú a esa persona?"
El pathan contestó: "Si un hombre permanece con el enemigo de su padre y de su abuelo y recibe su alimento de él, ciertamente debe ser una persona despreciable e indigna".
El Guru contestó: "Si un pathan viviera con el enemigo de su padre y de su abuelo, ¿cómo le considerarías?" Aquel contestó: "No lo consideraría un pathan sino un tejedor (cobarde)".
El Guru dijo aún: "¿Qué es lo que harías si te encontraras con el enemigo de tu padre y de tu abuelo y tuvieras un arma en tu mano?" y el pathan respondió: "No le dejaría vivir
más".
Gul Khan comenzó a pensar el porqué su Guru le hacía tales preguntas y cuando se enteró de que Govind Singh era descendiente de Guru Har Govind se sintió burlado y miserable y resolvió vengarse en cuanto se presentara una oportunidad.
Un día un sikh trajo ante el Guru una bellísima daga de un país lejano. Govind Singh viendo el brillo de su filo quedó muy complacido y siempre la llevaba con él. Un día le preguntó al pathan cuántas estocadas de esta daga se necesitarían para matar a un hombre. Aquél te contestó que con una sola sería suficiente. El Guru siguió preguntándole: "Bien, ¿si aquel por cuyo padre y abuelo fueron dados muerte se presentara ante ti y tuvieras esta daga en tus manos, qué es lo que harías?".
Oyendo esto el pathan sintió una gran cólera en su corazón pero no pudo decir nada.
Poco después el Guru se echó a dormir y sus guardianes se retiraron a sus tiendas. El pathan, que había permanecido sentado a su lado, tomó suavemente la daga de la mano del Guru y se la introdujo en la cintura. Pensando que lo había matado, huyó apresuradamente. Govind Singh, que no había muerto, viendo su herida, pidió auxilio y pronto todos los sikhs se reunieron y corrieron en las cuatro direcciones hasta que capturaron al pathan y lo trajeron a presencia del Guru.