El sim tuvo que probar más de veinte veces, pero acabó encontrando una forma de entrar en MedBase… y, de ahí, una forma de obtener la información que quería.
Login: jdesalle
Password: ellased
>1
Escriba la provincia o territorio de residencia del paciente (L para listar):
>Ontario
Entre el número de seguridad social del paciente:
>33 1834 22 149
Hobson, Catherine R. ¿Correcto? (S/N)
>S
¿Qué le gustarla hacer?
[1] ¿Mostrar los registros del paciente?
[2] ¿Buscar en la historia familiar del paciente?
>2
¿Buscar por? (A para ayuda)
El sim eligió A, leyó la pantalla de ayuda, y luego formuló la pregunta:
>Riesgos familiares, Enfermedades del corazón
Hubo una pausa mientras el sistema buscaba.
Se ha encontrado una correlación.
El ordenador mostró los registros de seis parientes de Cathy que habían tenido problemas de corazón a lo largo de los años. Aunque no se daban los nombres, el sim no tuvo problemas para deducir cuál pertenecía a Rod Churchill, basándose en la edad a la que se produjeron los problemas coronarios por primera vez.
El sim pidió los registros completos de ese paciente. El ordenador se los dio, de nuevo sin dar el nombre del paciente. Estudió detenidamente la historia médica. En ese momento, Rod tomaba medicación para el corazón y algo llamado fenelzina. El sim se conectó a MedLinea, una base de datos genérica de información médica, y comenzó a buscar información sobre esas drogas en la literatura médica.
Necesitó algo de tiempo, y el sim tuvo que acceder continuamente a un diccionario médico en línea para poder entenderlo, pero finalmente tenía lo que quería.
Finalmente, el largo día de interrogatorios en Doowap Advertising llegó a su término. La detective Sandra Philo condujo de vuelta a su apartamento vacío. En el camino, se aprovechó del teléfono del coche para comprobar un par de cosas.
—¿Carla Wishinski? —le dijo al micrófono del salpicadero.
—¿Sí? —dijo la voz por el altavoz.
—Soy la detective Alexandria Philo de la Policía Metropolitana. Tengo una pregunta rápida para usted.
Wishinski parecía nerviosa.
—Uh, sí. Sí, por supuesto.
—¿Estaba usted con Catherine Hobson la mañana del 10 de noviembre?
—¿Con Cathy? Deje que mire la agenda. —Unos sonidos de teclas—. ¿El 10? No, me temo que no. ¿Tiene algún problema?
—¿Dije el 10? —Sandra giró el coche en Lawrence West—. Ha sido un error. Quería decir el 14.
—No creo… —Más pulsaciones—. Oh, espere. Ése es el día en que se me estropeó el coche. Sí, Cathy me recogió y me llevó al trabajo… es un encanto en cosas como ésas.
—Gracias —dijo Sandra. Era una técnica normal… primero determinar que la persona no dirá una mentira refleja para proteger a su amiga, y luego hacer la pregunta de verdad. Cathy Hobson tenía aparentemente una coartada válida. Aun así, si había sido un profesional, el hecho de que estuviese en otro sitio cuando se cometió el delito no probaba mucho.
—¿Algo más? —preguntó Carla Wishinski.
—No, eso es todo. ¿Planea salir de la ciudad?
—Mm, sí… yo… ah, me voy de vacaciones a España.
—Bien, entonces, ¡qué tenga un buen viaje! —dijo Sandra.
Nunca se cansaba de hacer eso.
Espíritu, el sim de la vida después de la muerte, examinó la red, buscando nuevos estímulos. Todo era tan estático, tan inalterable… Oh, podría absorber un libro o un grupo de noticias con rapidez, pero la información misma era pasiva y, finalmente, eso la hacía aburrida.
Espíritu también vagaba por los ordenadores en Mirror Image. Finalmente encontró el banco de juegos de Sarkar e intentó jugar al ajedrez, al Tetris, al Go y al Bollix y otros similares, pero no eran mejores que los juegos interactivos de la red.
De todas formas, a Peter Hobson nunca le habían gustado realmente los juegos. Prefería dedicar sus energías a cosas que representasen una diferencia, más que a concursos tontos que al final no cambiaban nada. Espíritu siguió buscando, repasando fichero tras fichero.
Y, al final, llegó a un subdirectorio llamado Vida-A. Allí evolucionaban peces azules, los que se decían que eran más adecuados para reproducirse. Espíritu contempló varias generaciones, fascinado por el proceso. Vida, pensó.
Vida.
Finalmente, Espíritu había encontrado algo que le intrigaba.
30
Sarkar pensó que había pasado tiempo suficiente para que los sims se hubiesen adaptado a las nuevas circunstancias. Era hora de empezar a plantear las grandes preguntas. Sarkar y Peter estaban atareados con otras cosas durante un par de días, pero finalmente se reunieron en Mirror Image, y se instalaron cómodamente en la sala de ordenadores. Sarkar trajo a Ambrotos foreground. Estuvo a punto de empezar a hacer preguntas, pero se lo pensó mejor.
—Es tu mente —dijo Sarkar—. Tú debes hacer las preguntas.
Peter asintió y se aclaró la garganta.
—Hola, Ambrotos —dijo.
—Hola, Peter —dijo la voz mecánica.
—¿Cómo es la inmortalidad?
Ambrotos se tomó mucho tiempo antes de contestar, como si primero contemplase toda la eternidad.
—Es… «relajante», supongo que es la mejor palabra. —Otra pausa. No había necesidad de apresurarse—. No había comprendido la presión que envejecer ejerce sobre nosotros. Oh, sé que las mujeres a veces dicen que el reloj biológico avanza. Pero hay un reloj aún mayor que nos afecta a todos; al menos a ti y a mí, a la gente con ambiciones, a la gente con la necesidad de conseguir algo. Sabemos que sólo tenemos una cantidad de tiempo limitada, y hay tanto que queremos hacer… Maldecimos cada minuto perdido. —Otra pausa—. Bien, ya no siento eso. Ya no siento la presión de hacer las cosas con rapidez. Todavía quiero hacer cosas, pero siempre está mañana. Siempre hay más tiempo.
Peter se lo pensó.
—No estoy seguro que considere una mejora ser menos ambicioso. Me gusta hacer cosas.
La respuesta de Ambrotos fue infinitamente tranquila.
—Y a mí me gusta relajarme. Me gusta saber que si quiero pasar tres semanas o tres años aprendiendo algo que me llame la atención puedo hacerlo, sin reducir de ninguna forma mi tiempo productivo. Si tengo ganas de leer hoy una novela en lugar de trabajar en un proyecto, ¿qué hay de malo?
—Pero —dijo Peter—, sabes, como yo, que hay una forma de vida después de la muerte. ¿No te intriga eso?
El sim rió.
—Ni tú ni yo hemos creído jamás en la vida después de la muerte. Incluso ahora, incluso sabiendo que, sí, algo sobrevive a la muerte física del cuerpo, no me siento atraído por la vida que pueda existir después de la muerte. Claramente, estaría más allá de la existencia física; implicaría al intelecto y no al cuerpo. Nunca me he considerado muy sensual, y ambos sabemos que no somos muy atléticos. Pero me gusta el sexo. Me gusta sentir el sol sobre la piel. Me gusta comer una comida realmente buena. Incluso me gusta comer malas comidas. Echaría de menos el cuerpo si no estuviese ahí. Echaría de menos la estimulación física. Echaría de menos… echaría de menos todo. La carne de gallina, y las cosquillas y tirarme un buen pedo y pasar las manos por la barba al final del día. Todo. Seguro, la vida después de la muerte será para siempre, pero también lo es la inmortalidad física… y me gusta la parte física.