Noticias de caridad: El Camino Unido de Toronto informó de una semana récord en donaciones. La Cruz Roja Americana anunció hoy que se han recogido más unidades de sangre en los últimos diez días que en cualquier periodo equivalente desde el gran terremoto de California. La Sociedad Anti Sida de Iowa está encantada al anunciar que han recibido 10.000.000 de dólares en donaciones anónimas. Y el teleevangelista Gus Honey Well, cuyo propio satélite de emisión directa garantiza la recepción global de sus programas, duplicó hoy la donación requerida para unirse a su «Circulo Interno de Dios» de 50.000 dólares a 100.000 dólares.
En 1954, un médico americano llamado Moses Kenally dejó 50.000 dólares en fondo de fideicomiso para cualquiera que pudiese demostrar la existencia de algún tipo de vida después de la muerte. El fondo ha sido administrado desde entonces, durante cincuenta y siete años, por la Sociedad Parapsiquica de Connecticut, que anunció hoy que el valor actual del fondo, 1.077.543 dólares, será entregado a Peter G. Hobson de Toronto, el descubridor de la onda del alma.
¡El recuerdo definitivo! La Funeraria Davidson ofrece ahora grabaciones en el lecho de muerte del alma que se va. Llame para informarse.
El Congresista Paul Christmas (de Iowa) presentó hoy una ley en el Congreso de Estados Unidos que exigirá que los hospitales desconecten el soporte vital en los pacientes sin esperanzas reales de recuperar la consciencia. «Estamos interfiriendo con el intento de Dios por llevarse a esas pobres almas a casa», declaró.
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Peter hizo un par de llamadas telefónicas para transmitir la noticia de Glasgow, luego se reunió con Sarkar frente a la consola principal. Sarkar pasó el simulacro Ambrotos al background y trajo a Espíritu, el sim de la vida después de la muerte, al foreground.
Peter se inclinó sobre el micrófono.
—Me gustaría hacerte una pregunta —dijo.
—La gran pregunta sin duda —dijo el sim—. ¿Cómo es realmente estar muerto?
—Exactamente.
La voz de Espíritu salió del altavoz.
—Es como… —pero se detuvo.
Peter se inclinó hacia delante con esperanza.
—¿Sí?
—Es como ser un mirmecófago.
Peter se quedó boquiabierto.
—Como un mirmecófago, ¿cómo puede ser?
—O quizás un oso hormiguero —dijo el sim—. No puedo verme a mí mismo, pero sé que tengo una lengua muy larga.
—Reencarnación… —dijo Sarkar, asintiendo lentamente—. Mis amigos hindúes estarán encantados de oír esto. Pero he de decir que esperaba algo mejor para ti, Peter, que un oso hormiguero.
—Tengo hambre —dijo la voz del altavoz—. ¿Alguien tiene algunas hormigas?
—No me lo creo —dijo Peter, agitando la cabeza.
—¡Ah! —dijo el altavoz—. Te engañé por un momento.
—No, no lo hiciste —dijo Peter.
—Bien —dijo la voz sintetizada, un poco petulantemente—. Al menos engañé a Sarkar.
—Realmente no —dijo Sarkar.
—Estás siendo un incordio —dijo Peter al micrófono.
—De tal palo tal astilla —dijo el sim.
—Haces muchos chistes —dijo Peter.
—La muerte es muy graciosa —dijo Espíritu—. No, en realidad, la vida es muy graciosa. Absurda, en realidad. Todo es absurdo.
—¿Gracioso? —dijo Sarkar—. Pensaba que la risa era una respuesta biológica.
—El sonido de la risa puede que lo sea, aunque he llegado a entender que es más un fenómeno social que biológico. Sé que cuando Petey ve comedias en la tele apenas se ríe en alto. Pero eso no significa que no las encuentre graciosas.
—Supongo —dijo Peter.
—De hecho, creo que ahora sé exactamente qué es el humor: el humor es la respuesta a la súbita formación de redes neuronales inesperadas.
—No lo entiendo —dijo Peter.
—Exacto. «No lo entiendo.» La gente dice exactamente lo mismo cuando no entiende algo serio que cuando no entiende un chiste; intuitivamente comprendemos que algún tipo de conexión no se ha realizado. La conexión es una red neuronal. —El sim de la vida después de la muerte siguió sin pausa—. La risa, incluso cuando sólo te ríes por dentro, lo que, incidentalmente, es la única posibilidad que tengo últimamente, es la respuesta que acompaña a las nuevas conexiones que se forman en el cerebro, es decir, con las sinapsis disparándose en formas en que nunca, o al menos raramente, no se habían disparado antes. Cuando oyes un chiste nuevo, te ríes, e incluso es posible que te rías la segunda o tercera vez que lo oyes; la red neuronal no está todavía bien establecida, pero todos los chistes se agotan después de un tiempo. Ya conoces ese viejo chiste, «¿por qué cruzó la gallina la carretera?». De adulto, no te ríes, pero todos lo hicimos cuando lo oímos por primera vez de niño, y la diferencia no es porque el chiste sea de alguna forma infantil; realmente no lo es, en realidad es bastante sofisticado. Simplemente la red neuronal ya está muy bien establecida.
—¿Qué red neuronal? —preguntó Peter.
—La que conecta nuestras ideas sobre las gallinas, a las que normalmente consideramos como estúpidas y pasivas, y nuestras ideas de la autodeterminación y la iniciativa personal. Eso es lo gracioso del chiste: la idea de que una gallina podría cruzar la calle porque quería, porque quizá sentía curiosidad; ésa es una idea nueva, y la formación de la nueva interconexión entre neuronas que representa esa idea es lo que produce la momentánea disrupción de los procesos mentales que llamamos risa.
—No estoy seguro de creérmelo —dijo Peter.
—Me encogería de hombros si pudiese. Mira, te lo demostraré. ¿Sabes qué plato pide el señor Spock cuando va la cafetería de la Flota Estelar? —El sim realizó su primera pausa, un perfecto silencio de comediante—. Una fondue de mentes vulcaniana.
—Muy bueno —dijo Peter, sonriendo.
—Gracias. Me lo acabo de inventar, por supuesto; no podía contarte un chiste que los dos ya conociésemos. Ahora, piensa en esto: ¿qué pasaría si hubiese presentado el chiste de una forma ligeramente diferente, empezando con «¿Has oído hablar de la fusión de mentes vulcaniana? Bien…».
—Eso lo hubiese estropeado.
—¡Exactamente! La parte de tu mente que contiene ideas sobre la fusión mental vulcaniana ya habría sido estimulada y, al final, no hubiese habido conexión súbita entre las ideas normalmente no relacionadas sobre comida, como una fondue, y los vulcanianos. Es la nueva conexión lo que provoca la respuesta de la risa.
—Pero a menudo no nos reímos en alto cuando estamos solos —dijo Sarkar.
—No, eso es cierto. Creo que la risa social sirve a un propósito diferente que la risa interna. Ved, las conexiones inesperadas pueden ser graciosas, pero si también son desconcertantes, el cerebro se pregunta si no estará funcionando mal, así que cuando hay otros alrededor, envía una señal y si recibe la misma señal de vuelta, el cerebro se relaja; si no lo hace, entonces el cerebro se preocupa: quizás hay algo malo en mí. Por eso la gente es tan sincera cuando dice, «¿No lo entiendes?». Desesperadamente quieren explicar el chiste, y se molestan si la otra persona no lo encuentra gracioso. Por eso las comedias de situación necesitan risas enlatadas. No es para decir que algo es gracioso, es para asegurarnos que eso que encontramos gracioso es algo que es normal encontrar gracioso. Las risas enlatadas no hacen que un programa estúpido sea más gracioso, pero nos permiten disfrutar más de un programa gracioso, al permitir que nos relajemos.
—¿Pero qué tiene esto que ver con estar muerto? —preguntó Peter.