—Te lo digo… oh, ¡Cristo!
—¿Qué?
—Nada.
—No, hay algo mal. Dímelo.
Peter ya estaba de pie.
—Más tarde. Tengo que hablar con Sarkar.
—¿Sarkar? ¿Crees que él es el responsable?
—Cristo, no. No es como si Hans hubiese escrito Los versos satánicos.
—Pero…
—Tengo que irme. Volveré tarde.
Peter cogió el abrigo y fue a la puerta principal.
Peter conducía por Post Road hacia Bayview. Activó el teléfono del coche y pulsó el botón de llamada rápida de la casa de Sarkar. Contestó su mujer.
—¿Hola?
—Hola, Raheema. Soy Peter.
—¡Peter! ¡Qué agradable oírte!
—Gracias. ¿Está Sarkar en casa?
—Está abajo viendo un partido de hockey.
—¿Puedo hablar con él, por favor? Es muy importante.
—Vaya —dijo Raheema triste—. Yo nunca consigo hablar con él durante un partido. Un segundo.
Al fin, la voz de Sarkar llegó al teléfono.
—Es un empate a seis, y es la prórroga de la muerte súbita, Peter. Mejor que esto sea muy importante.
—Lo siento —dijo Peter—. Pero, mira, ¿leíste en el periódico sobre la víctima de asesinato cuyo cuerpo fue mutilado hace varias semanas?
—Creo que sí, sí.
—Era compañero de trabajo de Cathy.
—Oh.
—Y… —dijo Peter, luego se detuvo.
Es tu mejor amigo, pensó Peter. Tu mejor amigo. Sentía una ligera náusea. ¿Todas aquellas cenas juntos, cara a cara, y ahora tenía que decirlo por teléfono?
—Cathy tuvo una aventura con él.
Sarkar sonaba sorprendido.
—¿En serio?
Peter forzó la palabra.
—Sí.
—Guau —dijo Sarkar—. Guau.
—Y sabes que el padre de Cathy murió hace poco.
—Por supuesto. Sentí mucho oírlo.
—No estoy seguro, de poder decir lo mismo —dijo Peter, deteniéndose brevemente en un semáforo en rojo.
—¿Qué quieres decir?
—Ahora sugieren que fue asesinato.
—¡Asesinato!
—Sí. Él y el compañero de Cathy.
—A'udhu billah.
—Yo no lo hice —dijo Peter.
—Por supuesto que no.
—Pero quería verlos muertos, en cierta forma. Y…
—¿Eres sospechoso?
—Supongo.
—¿Pero no lo hiciste?
—No, al menos no esta versión de mí.
—Esta vers… oh, Dios mío.
—Exactamente.
—Encuéntrate conmigo en Mirror Image —dijo Sarkar. Colgó.
Peter cambió de carril.
Peter vivía más cerca de Mirror Image que el propio Sarkar. Contando que Peter tenía ventaja, acabó esperando treinta minutos a Sarkar, en un aparcamiento con sólo otro coche más.
El Toyota de Sarkar se colocó al lado del Mercedes de Peter. Peter estaba fuera del coche, apoyado en la puerta del pasajero.
—Los Leafs ganaron —dijo Sarkar—. Lo he oído durante el camino.
Un dato irrelevante. Sarkar buscaba algo de estabilidad en la locura. Peter asintió, aceptando el comentario.
—¿Luego crees… crees que uno de los sims…? —Sarkar tenía miedo de expresar la idea en voz alta.
Peter asintió.
—Quizá —comenzaron a caminar hacia la entrada de cristal de las oficinas de Mirror Image. Sarkar apretó el pulgar contra el escáner CEIH—. Aparentemente hay pruebas de que se examinaron los registros médicos de mi suegro, usando una cuenta que pertenecía a un hombre que conocí en la universidad.
—Oh. —Caminaban por un largo pasillo—. Aun así, necesitarían su clave.
—En la Universidad de Toronto asignan los nombres de cuenta añadiendo la primera inicial al apellido. Y la clave, por defecto en el primer día de clases, es siempre el apellido al revés. Te dicen que lo cambies, pero siempre hay algún idiota que nunca lo hace. Si una simulación de mí estaba buscando una forma de entrar en la base de datos médica, podría probar al azar todos los nombres de estudiantes de medicina que conocí en esa época a ver si alguno todavía usaba su antiguo nombre de cuenta y clave.
Llegaron a la sala de ordenadores de Sarkar. Éste colocó el pulgar sobre el escáner CEIH. La cerradura se desconectó y la pesada puerta se deslizó ruidosamente.
—Por tanto ahora debemos apagar a los sims —dijo Sarkar.
Peter frunció el ceño.
—¿Qué pasa?-dijo Sarkar.
—Yo… yo, supongo que soy un poco reticente a hacer eso —dijo Peter—. Primero, por supuesto, es probable que sólo un sim sea culpable; los otros no tienen por qué sufrir.
—No tenemos tiempo para jugar a detectives. Tenemos que detener esto antes de que el sim culpable mate de nuevo.
—Pero ¿matará de nuevo? Sé porque fue asesinado Hans y, aunque yo no hubiese podido hacer lo mismo, no puedo decir honestamente que sienta que esté muerto. E incluso entiendo porque fue asesinado mi suegro. Pero no hay nadie más que quiera ver muerto. Oh, hay otros que me han hecho mal, que me han engañado o estropeado partes de mi vida, pero sinceramente no deseo que ninguno de ellos esté muerto.
Sarkar imitó el gesto de darle un golpe con la mano en la cara a Peten
—Despierta, Peten Sería un acto criminal no desconectarlos.
Peter asintió lentamente.
—Por supuesto, tienes razón. Es hora de desenchufarlos.
37
Sarkar chasqueó los nudillos nervioso, colocó el taburete frente a la consola de ordenador principal y le habló al micrófono.
—Entrada.
—¿Nombre?
—Sarkar.
—Hola, Sarkar. ¿Orden?
—Borrado múltiple, sin preguntar: todos los ficheros en los subdirectorios Control, Espíritu y Ambrotos.
—¿Confirmar borrado?
—Sí.
—Fallo de borrado. Los ficheros son de sólo lectura.
Sarkar asintió.
—Atributos, todos los ficheros y subdirectorios especificados previamente, lectura y escritura.
—Los atributos están protegidos por una clave.
—Clave: Abu Yusuf.
—Clave incorrecta.
Sarkar se volvió a Peter.
—Ésa es la única clave que uso hoy en día.
Peter se encogió de hombros.
—Prueba de nuevo.
—Clave: Abu Yusuf —la deletreó.
—Clave incorrecta.
—¿Quién aseguró los ficheros? —preguntó Sarkar.
—Hobson, Peter G. —contestó el ordenador.
El corazón de Peter comenzó a ir más rápido.
—Oh, mierda.
—Muestra información de uso, Hobson, Peter G. —dijo Sarkar.
Una lista de fechas y horas apareció en la pantalla. Sarkar golpeó la mesa con la mano.
—¿Ves eso? ¿Nodo nueve-nueve-nueve? Modo de diagnóstico. Tu cuenta fue usada, pero internamente… desde dentro del sistema.
—¡Maldita sea! —Peter se inclinó sobre el micrófono—. Entrada.
—¿Nombre? —dijo el ordenador.
—Fobson.
—Hola, Peter. ¿Debo terminar tu otra sesión?
—¿Qué otra sesión?
—Estás conectado en el nodo cero-cero-uno y también en el nodo nueve-nueve-nueve.
Sarkar se inclinó hacia delante.
—Sí —dijo Peter—. Por supuesto. Termina la sesión en el nodo nueve-nueve-nueve.
—Fallo de terminación.
—Maldición —dijo Peter. Se volvió a Sarkar—. ¿Puede la otra sesión afectar a ésta?
—No. La más reciente tiene precedencia.
—Vale —dijo Peter, frotándose las manos—. Referencia directorios y ficheros especificados previamente por Sarkar. Desactivar atributos.
—¿Clave?
—Clave: Mugato.
—Clave incorrecta.