Se negó a explicar más, diciendo que más adelante, conforme avanzara en su elucidación, todo se aclararía para mí.
Mientras don Juan hablaba, mi concentración había sido tan total que realmente no recordaba haberme sentado a la mesa a comer. Cuando don Juan dejó de hablar, me di cuenta que su plato de carne guisada estaba casi vacío.
Genaro me miraba fijamente, con una sonrisa radiante. Mi plato estaba frente a mí sobre la mesa, y también estaba casi vacío. Ya sólo contenía un pequeño residuo de guisado, como si en ese momento acabara de comer. Y yo no recordaba haber comido, pero tampoco recordaba haber ido a la mesa o haberme sentado.
– ¿Te gustó la comida? -preguntó Genaro, y miró hacia otro lado.
Le dije que sí, porque no quería admitir que tenía problemas para recordar.
– Para mí, estaba demasiado picante -dijo Genaro-. Tú nunca comes comida picante, así que me preocupa un poco lo que te vaya a pasar. No debiste comer dos platos. Supongo que eres un poco más tragón cuando estás en la conciencia acrecentada, ¿eh?
Admití que probablemente él tenía razón. Me pasó una gran jarra de agua para saciar mi sed y aliviar mi garganta. Cuando bebí toda el agua ávidamente, los dos comenzaron a reír a carcajadas.
De pronto, comprendí lo que ocurría. Mi comprensión fue física. Fue un destello de luz amarillenta que me golpeó como si se hubiera encendido un cerillo justo entre mis ojos. Supe entonces que Genaro bromeaba. Yo no había comido. Estuve tan absorto en la explicación de don Juan que olvidé todo lo demás. El plato frente a mí era el de Genaro.
Después de la cena, don Juan siguió adelante con su explicación. Genaro se sentó a mi lado, escuchando como si nunca antes hubiera. oído la explicación.
Don Juan dijo que, en todos los seres conscientes, es igual la presión que las emanaciones exteriores, llamadas emanaciones en grande, ejercen sobre las emanaciones interiores. Sin embargo, los resultados de esa presión son enormemente diferentes entre ellos, porque sus capullos reaccionan en todas las formas imaginables.
– Ahora bien, -prosiguió- cuando los videntes ven que la presión de las emanaciones en grande desciende pesadamente sobre las emanaciones interiores, que siempre están en movimiento, y las hace detenerse, saben que en ese momento el ser luminoso está consciente de ser.
"Decir que las emanaciones en grande descienden pesadamente sobre las que están dentro del capullo y las hacen detenerse significa que los videntes ven algo indescriptible, cuyo significado conocen sin la menor duda. Significa que la voz del ver les ha dicho que las emanaciones interiores descansan por completo y encajan en aquellas de afuera que les son correspondientes.
Dijo que, naturalmente, los videntes afirman que el estar consciente de ser procede de nuestro exterior, y que el verdadero misterio no está dentro de nosotros. Ya que, por naturaleza, las emanaciones en grande ejercen tremenda presión sobre las que están dentro del capullo, lo perfecto sería dejar que las emanaciones en grande se amalgamen libremente con las que están dentro. Los videntes creen que si dejáramos que este ocurriese nos convertiríamos en lo que realmente somos, seres fluidos, siempre en movimiento, eternos.
Hubo una extensa pausa. Los ojos de don Juan tenían un brillo intenso. Parecían contemplarme desde una gran profundidad. Sentía que cada uno de sus ojos era un punto de brillantez independiente. Por un instante pareció estar luchando contra una fuerza invisible, un fuego interior que quería consumirlo. Pasó con rapidez y don Juan siguió hablando.
– La calidad de conciencia de cada ser individual -continuó- depende del grado en que las emanaciones en grande se amalgaman con las de adentro.
Después de una larga interrupción, don Juan siguió explicando. Dijo que los videntes vieron que la conciencia de ser crece desde el momento de la concepción, se enriquece con el proceso de vivir. Dijo que, por ejemplo, los videntes ven cómo la conciencia de ser de un insecto o la de un hombre crece de maneras asombrosamente diferentes, pero con igual consistencia.
– ¿La conciencia de ser se desarrolla a partir del momento de la concepción o a partir del momento de nacer? -pregunté.
– A partir del momento de la concepción -contestó-. Yo siempre te he dicho que la energía sexual es algo de extrema importancia y que debe ser controlada y usada con mucho tino. Nunca te gustó esa proposición porque, crees que yo hablo de control en términos de moralidad; control para mí significa el ahorro y la recanalización de la energía.
Don Juan miró a Genaro. Genaro asintió con la cabeza.
– Genaro te va a contar lo que decía nuestro benefactor, el nagual Julián, acerca del ahorro y la recanalización de la energía sexual -me dijo don Juan.
– El nagual Julián decía que el sexo era un asunto de energía -comenzó Genaro-. Por ejemplo, él nunca tuvo problemas, porque tenía energía hasta en los dedos gordos de los pies. Pero a mí me echó una sola mirada y de inmediato prescribió que mi chile era sólo para orinar. Me dijo que yo no tenía suficiente energía para el sexo. Dijo que mis padres habían estado demasiado aburridos y demasiado cansados cuando me hicieron dijo que yo era el resultado de una cogida muy aburrida, y que así nací, aburrido y cansado. El nagual Julián recomendaba que la gente como yo jamás tuviera relaciones sexuales, a fin de que pudiéramos almacenar la poca energía que tenemos.
"A Silvio Manuel y a Emilio les dijo lo mismo. Vio que los demás compañeros tenían suficiente energía. No eran el resultado de cogidas aburridas. Les dijo que podían hacer lo que quisieran con su energía sexual, pero recomendó se controlaran y que entendieran que el comando del Águila es que el fulgor de la conciencia de ser se da a través del acto sexual. Todos le dijimos que habíamos entendido y que estábamos de acuerdo.
"Un día, sin aviso alguno y con la ayuda de su propio benefactor, el nagual Elías, abrió la cortina del otro mundo, y sin vacilaciones, nos empujó a todos adentro Con excepción de Silvio Manuel, todos casi nos morimos allí. No tuvimos un ápice de energía para resistir el impacto del otro mundo. A excepción de Silvio Manuel nadie había seguido la recomendación del nagual Julián.
– ¿Qué es la cortina del otro mundo? -le pregunté don Juan.
– Pues ya lo dijo Genaro, es una cortina -contestó don Juan-. Y como siempre, te estás desviando de tema. Estamos hablando de que el Águila ordenó que la energía sexual se use para crear vida. A través de la energía sexual, el Águila otorga la conciencia de ser. Por eso cuando los seres conscientes realizan el acto sexual, las emanaciones que están dentro de sus capullos hacen lo mejor que pueden para conferirle conciencia al nuevo ser que están creando.
Dijo que durante el acto sexual, las emanaciones contenidas en los capullos de ambos participantes sufren una profunda agitación, cuyo punto culminante es una unión, una fusión de dos pedazos de energía consciente, uno de cada participante, que se separan de sus capullos.
– El acto sexual es siempre una donación de conciencia aunque ese regalo no se consolide y cree un nuevo ser viviente -agregó-. Las emanaciones que están dentro del capullo de los seres humanos no saben del acto sexual sólo como placer.
Desde su silla al otro lado de la mesa, Genaro se inclinó hacia mi y me habló en voz baja, moviendo la cabeza para hacer énfasis.
– El nagual te está diciendo la verdad -dijo guiñándome el ojo-. Esas emanaciones realmente no saben nada.
Don Juan hizo un esfuerzo por no reírse, y agregó que la falacia del hombre es actuar con total desdén por el misterio de la existencia y creer que el sublime acto de conceder vida y conciencia es simplemente un impulso físico que uno puede distorsionar a voluntad.