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Buzz escuchó la respiración de Audrey, sintió que se le enfriaba la piel sudorosa. Trató de imaginarla encontrando un trabajo de contable, regresando a Mobile, Alabama y conociendo a un amable corredor de seguros en busca de una beldad sureña. No lo consiguió. Hizo un último intento: ellos dos saliendo del país cuando a él lo buscaban por matar a un policía. Hizo un gran esfuerzo para imaginarlo, y no encontró el modo.

Audrey se movió, alejándose de él. Buzz vio a Mickey cansado de ella a los pocos años, dejándola por una mujer más joven, dándole un bonito regalo de despedida. Vio a policías del sheriff y de la ciudad, a federales y a matones de Cohen persiguiéndolo hasta la luna. Vio a Ellis Loew y Ed Satterlee dándose la gran vida y al viejo doctor Lesnick acosándolo con: «¿Y cómo arreglará eso?»

Lesnick lo decidió. Buzz se levantó, entró en el salón, cogió el teléfono y pidió a la operadora que le pusiera con Los Ángeles CR-4619.

– Sí -respondió una voz. Era Mickey.

– Está en Montebello Drive 1006, Ventura -dijo Buzz-. Si llegas a tocarle un pelo, te mataré más despacio de lo que nunca pensaste hacer conmigo.

– Mazel tov -dijo Mickey-. Amigo mío, todavía no estás muerto, pero morirás deprisa.

Buzz colgó el auricular, regresó al dormitorio y se vistió. Audrey estaba en la misma posición, la cabeza enterrada en la almohada. No se le veía la cara.

– Has sido la única -se despidió Buzz, apagando la luz. Al salir cogió el bolso y dejó la puerta sin llave.

Conduciendo por carreteras secundarias, llegó al Valle de San Fernando después de las siete y media. Era una noche negra y estrellada. La casa de Ellis Loew estaba a oscuras y no había coches aparcados enfrente.

Buzz fue hasta el garaje, rompió el candado y abrió la puerta. El claro de luna alumbró una bombilla colgada de un cable. Tiró del cable y vio lo que buscaba en un anaquel bajo: dos bidones de gasolina. Los levantó y advirtió que estaban casi llenos. Los llevó hasta la puerta del frente y usó su llave de investigador especial para entrar.

La luz se encendió, el salón se puso blanco: paredes, mesas, cajas de cartón, anaqueles, montículos de papel. El gran viaje político de Loew y compañía. Gráficos, planos, miles de páginas de testimonios forzados. Cajas de fotografías con caras en círculos para probar traición. Una gran carga de mentiras unidas para demostrar una teoría que era fácil de creer porque creer era más fácil que atravesar un charco de estiércol para decir: «Equivocado.»

Buzz roció las paredes y anaqueles y mesas y pilas de papel con gasolina. Empapó las fotos de Sleepy Lagoon. Rompió los gráficos de Ed Satterlee, vació los bidones en el suelo y trazó una huella de gasolina hasta el porche. Encendió una cerilla, la arrojó al suelo. El blanco se volvió rojo y estalló.

El fuego se propagó, la casa se transformó en una llamarada gigantesca. Buzz subió al coche y se alejó. El fulgor rojo se reflejaba en el parabrisas. Tomó por calles secundarias hacia el norte, hasta que el fulgor desapareció y oyó sirenas que iban en dirección contraria. Cuando el ruido murió, Buzz ya trepaba por las colinas y Los Ángeles se había convertido en un borrón de neón en el espejo retrovisor. Su futuro estaba en el asiento: escopeta recortada, heroína, ciento cincuenta mil dólares. Faltaba algo, así que encendió la radio y encontró una emisora de música del Oeste. La música era demasiado suave y triste, como un lamento por un tiempo en que todo resultaba fácil. Escuchó de todos modos. Las canciones le hicieron pensar en sí mismo, en Mal y en el pobre Danny Upshaw. Tipos duros, policías renegados y cazadores de rojos. Tres hombres peligrosos siguiendo rumbos desconocidos.

James Ellroy

***

[1] Título concedido a quienes se distinguen en el mundo académico norteamericano. (N. del T)

[2] United Alliance of Extras and Stagehands.

[3] HUAC: House Un-American Activities Committee, «Comité de Actividades Antiamericanas Internas». (N. del T)

[4] Norteamericanos de origen mexicano, habitualmente de pocos recursos y pertenecientes a pandillas callejeras identificadas con tatuajes. (N. del T)

[5] Fourthsquare Church: culto fundamentalista originado en el sur de California después de la Primera Guerra Mundial. (N. del T)