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Un largo silencio. Danny se quedó junto a la puerta, inquieto; Karen Hiltscher la abrió, arrojó un montón de papeles en el escritorio del capitán y salió con la mirada baja. Danny pensó: que el capitán no le diga que salgo con una mujer; que Karen no le diga que ella recibió la llamada del hospital.

– Un momento, Norton -dijo Dietrich-. Primero quiero hablarle yo. -Puso la mano sobre el micrófono y le dijo a Danny-: Han identificado los dos cuerpos. Son basura, así que te lo advierto: no habrá investigación conjunta, y tienes cinco días más con Goines antes de dejar el caso. Esta mañana asaltaron el Sun-Fax Market. Si para entonces no lo tenemos resuelto, quiero que trabajes en eso. Olvidaré que no comunicaste la dirección de Goines, pero óyeme bien: no te metas con el Departamento de Policía. Tom Poulson es un amigo íntimo. Conservamos nuestra amistad de Mickey y Brenda, y no quiero que tú lo eches a perder. Ahora ten. Norton Layman quiere hablar contigo.

Danny cogió el teléfono.

– Sí, doctor.

– Habla tu contacto con la ciudad. ¿Tienes un lápiz?

Danny sacó libreta y pluma de los bolsillos.

– Escucho.

– El hombre más alto es George William Wiltsie, nacido el 14/9/13. Dos arrestos por prostitución masculina, echado de la Marina en el 43 por depravación moral. El otro hombre compartía el domicilio con Wiltsie, tal vez era su amante. Duane Lindenaur, nacido el 5/12/16. Un arresto por extorsión en junio de 1941. No fue juzgado porque el denunciante retiró los cargos. No sabemos en qué trabajaba Wiltsie; Lindenaur trabajaba como corrector de guiones en Variety International Pictures. Ambos vivían en Ventura Boulevard 11768, motel Leafy Glade. El Departamento de Policía está trabajando allí, así que no te acerques. ¿Son buenas noticias?

Danny contó las mentiras.

– No lo sé, doctor.

Desde su cubículo, Danny llamó a Registros y a Circulación y obtuvo informes completos sobre las víctimas dos y tres. George Wiltsie tenía arrestos por solicitar actos indecentes en bares en el 40 y el 41; el fiscal de distrito había retirado los cargos en ambas ocasiones por falta de pruebas, y el hombre contaba con una larga lista de infracciones de tránsito. Duane Lindenaur no tenía problemas con Circulación, y sólo tenía esa acusación retirada que había mencionado el doctor Layman. Danny pidió al empleado de Antecedentes que le detallara los arrestos de las víctimas; los de Wiltsie eran en la jurisdicción de la ciudad, el de Lindenaur en la zona sudeste del condado, patrullada por la División Firestone. Pidió un vistazo a los antecedentes de Lindenaur y obtuvo el nombre del policía que lo había arrestado: el sargento Frank Skakel.

Danny llamó a Personal y supo que Skakel aún trabajaba en Firestone. Una nueva llamada, y desde la centralita le pusieron con la oficina.

– Skakel. Hable.

– Sargento, habla el agente Upshaw de Hollywood Oeste.

– Escucho, agente.

– Estoy trabajando en un homicidio relacionado con dos 187 hallados en la ciudad, y usted arrestó a una de las víctimas en el 41. Duane Lindenaur. ¿Lo recuerda?

– Sí -dijo Skakel-. Un homosexual que intentaba extorsionar a un rico abogado llamado Hartshorn. Siempre recuerdo las extorsiones. Liquidaron a Lindenaur, ¿eh?

– Sí. ¿Recuerda usted el caso?

– Bastante bien. El denunciante se llamaba Charles Hartshorn. Le gustaban los chicos, pero estaba casado y tenía una hija que era la niña de sus ojos. Lindenaur conoció a Hartshorn a través de un servicio de presentación para homosexuales, se acostó con él y amenazó con contarle a la hija que era invertido. Hartshorn nos llamó, arrestamos a Lindenaur, Hartshorn no quiso atestiguar en el juicio y retiró la acusación.

– Sargento, ¿Hartshorn era alto y canoso?

Skakel rió.

– No, bajo y calvo. ¿Cómo anda su trabajo? ¿Tiene pistas?

– Lindenaur está en la jurisdicción de la ciudad, y todavía no hay buenas pistas. ¿Qué opina de Hartshorn?

– No es un asesino, Upshaw. Es rico, tiene influencia y no se digna ni a dar la hora. Además, no vale la pena molestarse por estos casos de maricas, y Lindenaur era un indeseable. En mi opinión, c'est la vie, y allá ellos.

De vuelta a la ciudad, con discreción. No quería más problemas que lo obligaran a mentir. Danny se dirigió a Variety International Pictures, esperando que Gene Niles pasara mucho tiempo en el motel Leafy Glade. Solucionado el asunto Goines, las víctimas dos y tres eran la perspectiva más interesante, y Lindenaur como guionista y extorsionador parecía más interesante que Wiltsie con su prostitución masculina.

Facciones sindicales rivales formaban piquetes frente a la entrada; Danny aparcó enfrente, puso un letrero de «Vehículo policial» en el parabrisas, se apeó y se abrió paso entre un laberinto de personas que blandían pancartas. El guardia de la entrada estaba leyendo un periódico sensacionalista que presentaba una truculenta columna sobre los tres asesinatos. Los detalles sórdidos provenían de una «fuente fiable» del depósito de cadáveres de Los Ángeles. Danny miró media página mientras sacaba la insignia. El guardia, enfrascado, mascaba un puro. Ahora los dos casos estaban vinculados en letras de molde _aunque fuera en el Tattler- y eso significaba la posibilidad de más artículos, radio y televisión, confesiones y pistas falsas, patrañas.

Danny golpeó la pared; el hombre dejó el periódico y miró la placa.

– Sí. ¿A quién busca?

– Quiero hablar con la gente que trabajó con Duane Lindenaur.

El guardia no se alteró ante el nombre; el periódico no lo había publicado. Miró una hoja sujeta a una tablilla.

– Plató 23 -dijo-, la oficina que está junto al interior de Matanza salvaje.

Apretó un botón y señaló. El portón se abrió y Danny avanzó za por un largo pasaje atestado de actores disfrazados. La puerta del plató 23 estaba abierta de par en par; adentro había tres mexicanos sacándose pintura de guerra de la cara. Miraron a Danny con fastidio; Danny vio una puerta donde decía CORRECCIÓN, fue hasta allí y llamó.

– Está abierto -dijo una voz. Danny entró. Un joven enclenque con tweeds y gafas de concha guardaba unas páginas en un maletín-. ¿Es usted el sustituto de Duane? Hace tres días que no aparece y el director necesita un diálogo adicional, deprisa.

Danny fue al grano.

– Duane está muerto, y su amigo George Wiltsie también. Asesinados.

El joven soltó el maletín; le temblaban las manos y se ajustó las gafas.

– ¿A… as… asesinado?

– En efecto.

– ¿Y es us-us-usted policía?

– Agente del sheriff. ¿Conocía bien a Lindenaur?

El joven recogió el maletín y se dejó caer en una silla.

– N-no, bien no. Sólo por el trabajo, superficialmente.

– ¿Lo veía fuera del estudio?

– No.

– ¿Conocía a George Wiltsie?

– No. Sabía que él y Duane vivían juntos, porque Duane me lo contó.

Danny tragó saliva.

– ¿Eran amantes?

– Prefiero no pensar en la relación que mantenían. Sólo sé que Duane era reservado, que era un buen corrector de guiones y que cobraba poco, lo cual es una gran ventaja en este campo de trabajos forzados.

Hubo un ruido de pasos frente a la puerta. Danny giró y vio una sombra que se alejaba. Mirando hacia fuera, vio a un hombre de espaldas que caminaba deprisa hacia un grupo de cámaras y focos. Lo siguió; el hombre se detuvo allí, las manos en los bolsillos, la clásica postura del «no tengo nada que ocultar».

Danny lo abordó y se decepcionó al ver que era joven, de talla mediana y no tenía cicatrices de quemaduras en la cara. A lo sumo era un camello de segunda fila.

– ¿Qué hacías escuchando detrás de esa puerta?

El hombre parecía un muchacho: huesudo, con marcas de acné, voz aguda y susurrante.