– La policía autonómica no puede investigar delitos específicamente políticos o que rebasen el área geopolítica catalana. Concretamente tienen una buena red infiltrada en las sectas, las drogas, la extrema derecha y la corrupción institucional, pero esta última dedicada a los pequeños chorizos, no se han podido meter hastaahora con la alta corrupción. Durante una etapa determinada operó un grupo llamado «los mortadelos» que acabaron buscando informaciones de bragueta para desacreditar a éste o a aquélla y pusieron sus informaciones a veces al servicio de una trama judicial económica que sólo contribuyó a crear nuevos ricos en conexión con el poder. Detrás de algunas dimisiones sonadas había dossiers, pero como objetivo sólo se trataba de ver quién se llevaba el mayor botín. Los tiempos van a cambiar. El señor presidente está políticamente herido de muerte y cuando él se retire pueden ganar formaciones políticas, no diré yo que anticatalanas, pero sí anacionalistas, que jamás se plantearán el papel de unos servicios de información pancatalanes y en tensión dialéctica no sólo con el Estado español, sino con las restantes comunidades autónomas que pueden tener intenciones contrarias a nuestros intereses. Por no hablar de nuevas estructuras de poder en el interior de la globalización que en Europa están larvadas, por ejemplo, la Padania, una Italia del Norte que más tarde o más temprano romperá con Roma y se escindirá del Sur. Y quien habla de la Padania habla de la nueva geografía nacional de Europa derivada de la ruptura del bloque socialista y de Yugoslavia. Nadie está a salvo de una redivisión, ni Suiza está a salvo, y no digamos ya los frentes de indagación que necesitamos con respecto a las intenciones de la estrategia económica global, de la estrategia ecológica y del intento de desvirtuación del Estado nacional por parte de las multinacionales, que si inicialmente nos conviene porque debilita a nuestro enemigo principal, el Estado español, a la larga busca también el aniquilamiento o la sumisión de todo hecho diferencial. ¿Se imagina usted una Cataluña sin servicios de información que puedan indagar las intenciones francesas o españolas con respecto al equilibrio de las reservas acuíferas? Aquí se propone sin más hacer un trasvase del Ródano a Cataluña, pero ¿qué relaciones de dependencia se inauguran con este paso? ¿Qué ocurrirá el día en que el Estado español no sea capaz de repartir las aguas del Ebro entre todas las regiones ribereñas pasando por encima de la tozudería de los aragoneses?
Carvalho tenía respuestas graciosas para tantas preguntas, pero era consciente de que Xibert se extendía a la espera de una pregunta mayéutica o de una pregunta substancial en boca de un reputadísimo, así se decía, ex agente de la CÍA.
– Bien. Si me permiten, puedo completar el cuadro de necesidades, habida cuenta de que desde la percepción de la aldea global, es decir, de la globalización, según he leído, brotarán nuevas guerras civiles por motivaciones hoy ya latentes.
Xibert asintió y repitió su asentimiento hacia Quimet, con el mismo rigor con el que el público educado asiente entre sí valorando la excelencia de un cantante. Carvalho esperó a que la intensidad del silencio subrayara la expectación y preguntó.
– ¿Saben ustedes cuántos conflictos hay en el mundo de hoy?
No estaban dispuestos a comprometer una cifra y Carvalho se arriesgó a suponerla:
– Una cincuentena de conflictos armados, desde Bosnia a Sri Lanka, pasando por Argelia, Sudán, Las Molucas, México, y buena parte de ellos afectan a la unidad de diversos Estados y de esa fragmentación se derivarán nuevos conflictos.
Carvalho recapacitó para recordar lo que necesitaba recordar. Actuaba desde una nueva personalidad que tal vez alguna vez había sido suya. La del experto jefe de comando que da la clave de la situación.
– Cada vez hay más diversidad de motivos y más autonomía para iniciar conflictos, incluso armados, y la reacción global para detenerlos o atemperarlos tarda en llegar el tiempo suficiente como para que el que pegue primero pegue dos y tres veces.
El asentimiento ya era clamor. Acababan de descubrir a un líder.
– Los servicios de información empiezan a ser necesarios para toda estructura de poder, desde una empresa hasta lo que queda del Estado, desde un poder de barrio hasta la relación entre un gobierno regional y las multinacionales, a través de frentes tan diversos como el financiero, el económico en el sentido más amplio, el estratégico con el armamentístico incluido, el étnico vinculado con lo lingüístico y todo lo diferencial, el ecológico. Pero las pautas culturales a seguir para tener un servicio completo se siguen basando en afirmaciones elementales: la voluntad de defenderse desde una identidad y ningún escrúpulo para conseguir los fines propuestos. Si quieren ustedes un servicio de información propio o pagan muy bien, muy competitivamente, o se basan en patriotas dispuestos al juego sucio, desde matar a prestaciones sexuales.
Lo de matar lo habían encajado sin pestañear, las Prestaciones sexuales en cambio hicieron que todos cerraran los ojos menos Xibert, que empezaba a considerar a Carvalho casi un dirigente del espionaje israelí.
– Por ejemplo, en la CÍA te enseñan a matar y a torturar utilizando mendigos, marginados que nadie va a reclamar.
Esta vez hasta Xibert, brevemente, cerró los ojos.
– Si se quiere tener soberanía hay que aprender a torturar, a no ser que ustedes se inventen una nueva manera de demostrarla, a no ser que ustedes concedan a otro Estado la práctica de la tortura de sus propios detenidos.
Había tanto desconcierto en los presentes que Carvalho detuvo el caballo de la imaginación irónica.
– Lo cual sería inconcebible. A no ser que se llegara a un acuerdo europeo, en primera instancia, de delegar las funciones torturadoras en un estado o comunidad concreta, para que las demás no se contaminaran éticamente. Tal vez Turquía, en el caso de que entrara en la Comunidad, podría torturar y ahorcar para que no lo hicieran los alemanes o ustedes, pero en cualquier caso, los mejores instructores de tortura son los norteamericanos. Ellos divulgaron la tortura científica por toda América Latina a partir de los años sesenta.
Quimet parecía alarmado por el giro que tomaba el discurso de Carvalho. También lo estaba el propio Carvalho, que atendió la señal de Quimet como una liberación.
Ya a solas a Quimet no le llegaban las palabras con fluidez, pero los gestos anunciaban la reconvención y finalmente encontraron los términos adecuados. Ha sido usted demasiado crudo y nadie va a torturar ni a prostituirse, al menos mientras yo sea responsable de todo esto. Tenemos un estilo diferente, ¿comprende? ¿Cómo un pueblo que ha sido torturado, asesinado, sometido a un genocidio sistemático puede ser torturador, asesino, genocida?
– Había quien me escuchaba con mucha atención.
– ¡Claro! Es que hay mucho patriota al que le falta un tornillo, que carece de seny [20] . ¿Lo dice usted por Xibert? Se equivoca. Xibert es un posibilista. En cambio, ha de saber usted que hubo quien propuso colorear a los catalanes para aumentar su diferencia con respecto a otros pueblos y sobre todo a los españoles.
– Repítamelo.
– Pues una vez estábamos bromeando, hace más de veinte años, al comienzo de la Transición y alguien dijo: Lástima que los catalanes no seamos negros porque nos distinguiríamos más de los españoles y de los franceses, nuestros opresores. Y un joven profesor no numerario de la universidad y de ciencias, nada menos, dijo: Se puede conseguir. ¿Ha oído usted, Carvalho? Según aquel loco, mediante un condicionante alimentario diluido en materias de consumo obligatorio, por ejemplo el agua, se puede cambiar la pigmentación de la piel.
– ¿Qué color hubiera sido el preferido?
– El instigador opinaba que debía ser un color realmente diferenciaclass="underline" ni negro, ni amarillo, ni cobrizo.