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– No podría haberlo hecho mejor, Herr Becker. Le estamos muy agradecidos.

– He perdido la cuenta de las violaciones de las normas bancarias suizas, entre ellas la muy sagrada del secreto bancario, que he cometido.

– Es verdad, pero son unas leyes de mierda. Además, recibirá sus cien millones de dólares, y seguirá con su banco.

– Pero ya no es mi banco, ¿no? Ahora es su banco.

El norteamericano se reclinó en la silla y se cruzó de brazos. No insultó a Becker negándoselo.

14

JERUSALÉN

Gabriel no tenía ni la más remota idea de quién era Erich Radek. Rivlin se lo dijo.

Erich Wilhelm Radek había nacido en 1917 en Alberndorf, un pueblo a unos cincuenta kilómetros al norte de Viena. Hijo de un agente de policía, Radek había demostrado unas excelentes aptitudes para las matemáticas y la física en la escuela. Había ganado una beca para la Universidad de Viena, donde había estudiado ingeniería y arquitectura. Según el expediente universitario, había sido un estudiante destacado con muy buenas notas. También había sido un miembro muy activo de las organizaciones católicas de extrema derecha.

En 1937 había solicitado afiliarse al partido nazi. Lo habían aceptado y su número de afiliado era el 57984567. Radek también había ingresado en la Legión Austriaca, una organización paramilitar nazi, ilegal. En marzo de 1938, cuando se produjo el Anschluss, se presentó como voluntario de las SS. Rubio, de ojos azules y de complexión atlética, Radek fue declarado «ario puro» por la comisión racial de las SS y, tras un exhaustivo estudio de su árbol genealógico para comprobar que no había ningún antepasado judío o de raza no aria, fue aceptado en el cuerpo.

– Ésta es una copia del expediente de Radek en el partido y de los cuestionarios que rellenó en el momento de la solicitud. Nos la facilitó el Centro de Documentación de Berlín, que es donde están los expedientes del partido nazi y de las SS. -Rivlin le mostró dos fotografías, una de frente y la otra de perfil-. Éstas son las fotos oficiales. Se parece a nuestro hombre, ¿no?

Gabriel asintió. Rivlin guardó las fotos en el expediente y continuó con la lección de historia.

En noviembre de 1938, Radek había abandonado sus estudios para ir a trabajar a la Oficina Central de la Emigración Judía, el organismo nazi que llevaba a cabo una campaña de terror y de confiscaciones contra los judíos austriacos, con el objetivo de impulsarlos a abandonar el país «voluntariamente». Radek había causado una impresión muy favorable en el jefe de la Oficina Central, que no era otro que Adolf Eichmann. Cuando Radek manifestó el deseo de ir a Berlín, Eichmann le ofreció su ayuda. Además, Eichmann contaba en Viena con la ayuda de un joven austriaco llamado Aloïs Brunner, quien más tarde desempeñaría un papel relevante en las deportaciones y asesinatos de ciento veintiocho mil judíos de Grecia, Francia, Rumania y Hungría. En mayo de 1939, con la recomendación de Eichmann, Radek fue transferido a la Oficina Central de la Seguridad del Reich en Berlín, donde lo asignaron al Sicherheitsdienst, el servicio de seguridad nazi conocido como SD. Muy pronto se encontró trabajando directamente a las órdenes del tristemente célebre jefe del SD, Reinhard Heydrich.

En junio de 1941, Hitler lanzó la Operación Barbarroja, la invasión de la Unión Soviética. Erich Radek recibió el mando de las operaciones del SD en el Reichskommissariat Ukraine, una muy extensa zona de Ucrania que incluía las regiones de Volhynia, Zhitomir, Kiev, Nikolayev, Tauria y Dnepropetrovsk. Las responsabilidades de Radek incluían, entre otras, las operaciones de la seguridad en las zonas ocupadas. También creó y dirigió la policía auxiliar ucraniana, integrada por colaboracionistas.

Durante los preparativos de la Operación Barbarroja, Hitler había ordenado en secreto a Heinrich Himmler el exterminio de los judíos de la Unión Soviética. A medida que la Wehrmacht avanzaba por el territorio soviético, cuatro unidades móviles, los Einsatzgruppen, se encargaban de la tarea. Reunían a los judíos y los llevaban a lugares aislados -por lo general, trincheras antitanques, canteras abandonadas o cañadas- donde los ametrallaban y luego los enterraban precipitadamente en fosas comunes.

– Erich Radek conocía a fondo las actividades de los Einsatzgruppen en el Reichskommissariat -señaló Rivlin-. Después de todo, era su campo de acción, y no se puede decir que sólo fuera un burócrata. Según todos los relatos, Radek era un espectador entusiasta de las ejecuciones en masa de judíos. Pero aún no había llegado el momento de su contribución más importante a la Shoah.

– ¿Qué hizo?

– Tiene la respuesta a la pregunta en su bolsillo. Está grabada en el interior del anillo que se llevó de aquella casa en Austria.

Gabriel sacó el anillo y leyó la inscripción: «1005, bien hecho, Heinrich.»

– Sospecho que Heinrich no es otro que Heinrich Müller, el jefe de la Gestapo. Pero para nuestros propósitos, la información más importante que contiene son los cuatro números en el principio: uno, cero, cero, cinco.

– ¿Qué significan?

Rivlin abrió el segundo expediente. En la etiqueta ponía:

Aktion 1005.

Por curioso que pareciera, había comenzado con la queja de un vecino.

A principios de 1942, el deshielo primaveral dejó a la vista una serie de fosas comunes en el distrito de Warthegau, en Polonia occidental, a lo largo del río Ner. Miles de cadáveres salieron a la superficie, y un hedor insoportable se extendió en un radio de varios kilómetros. Un alemán que vivía en la zona envió una carta anónima al Ministerio de Asuntos Exteriores, en Berlín, para quejarse. De inmediato sonaron las campanas de alarma. Las tumbas contenían los restos de miles de judíos asesinados en las cámaras de gas móviles que se utilizaban en el campo de Chelmno. La solución final, el secreto mejor guardado de la Alemania nazi, corría el peligro de desvelarse por culpa del deshielo.

Los primeros informes de los asesinatos en masa de judíos ya habían comenzado a llegar al mundo exterior gracias a un mensaje soviético que alertaba a los aliados de las atrocidades cometidas por las fuerzas alemanas en el territorio polaco y soviético. Martin Luther, el encargado de los «asuntos judíos» en el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, sabía que las tumbas abiertas cerca de Chelmno eran una seria amenaza para mantener en secreto la solución final. Envió una copia de la carta anónima a Heinrich Müller, de la Gestapo, y solicitó que se adoptaran acciones inmediatas.

Rivlin tenía una copia de la respuesta de Müller a Martin Luther. La dejó sobre la mesa, le dio la vuelta para que Gabriel la viera, y le señaló el párrafo importante:

La carta anónima enviada al Ministerio de Asuntos Exteriores referente a la solución del tema judío en el distrito de Warthegau, que me remitió el 6 de febrero de 1942, recibirá el tratamiento adecuado. Pronto tendremos resultados. Donde se corta madera, caen astillas, es inevitable.

Rivlin le señaló una anotación en la esquina superior derecha del escrito: «IV B4 43/42 gRs [1005].»

– Es casi seguro que Adolf Eichmann recibió una copia de la respuesta de Müller a Martin Luther. Como ve, aparece el departamento de Eichmann. Los números «43/42» corresponden a la fecha: el cuadragésimo tercer día de 1942, o sea, e1 28 de febrero. Las iniciales «g-R-s» significan que el tema es Geheime Reichssache, es decir, un asunto de alto secreto. Aquí, entre corchetes, al final de la línea, están los cuatro números que acabarían siendo utilizados como el nombre en código de la ultra secreta Aktion, uno, cero, cero, cinco.

Rivlin guardó la copia en el expediente.

– Poco después de que Müller enviara la respuesta a Martin Luther, Erich Radek fue relevado de su mando en Ucrania y transferido de nuevo a la Oficina Central de la Seguridad del Reich en Berlín. Fue asignado al departamento de Eichmann, donde participó en un curso intensivo de estudio y planificación. Ocultar el asesinato masivo más grande de la historia no era una empresa baladí. En junio, regresó al este, bajo las órdenes directas de Müller, y comenzó su trabajo.