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– Sólo si me lo servís Kara o tú -respondió Rhyme-. No permitas que lo haga él -añadió inclinando la cabeza con acritud hacia Thom.

– ¿Quieres tú algo? -preguntó Thom a Kara.

– Seguro que quiere un café irlandés -respondió Rhyme-. ¿Por qué no empiezan a servirlo en Starbucks?

Kara rechazó el licor, pero pidió un Maxwell House o un Folgers solo.

Sellitto preguntó si había alguna posibilidad de comer algo, ya que el sandwich cubano previsto no había sobrevivido al trayecto de vuelta a casa.

Cuando el ayudante desapareció y se fue a la cocina, Sachs pasó a Kara las notas que había tomado y le pidió que anotase en la pizarra del perfil del mago lo que considerase procedente. La joven se levantó y se dirigió al laboratorio.

– Buena entrevista -le dijo Sellitto a Sachs-. No conozco a ningún sargento capaz de hacerlo mejor.

Aceptó el cumplido con un movimiento de cabeza y sin sonreír, pero Rhyme estaba seguro de que le había encantado.

Unos minutos más tarde apareció en la puerta Mel Cooper, también con la cara sucia. Llevaba una bolsa de plástico.

– Aquí están todas las pruebas del Mazda. -La bolsa contenía lo que parecía una hoja del The New York Times doblada en cuatro. Era obvio que Sachs no había estudiado la escena; las pruebas mojadas deben conservarse en bolsas de papel o de fibra, nunca de plástico, pues éste favorece la proliferación de hongos capaces de destruirlas en poco tiempo.

– ¿Es todo lo que han encontrado? -preguntó Rhyme.

– Hasta ahora, sí. Todavía no han podido sacar el coche. Demasiado peligroso.

– ¿Ves la fecha? -le preguntó Rhyme.

Cooper examinó el papel empapado.

– Es de hace dos días.

– Entonces tiene que ser de El Prestidigitador -observó Rhyme-. El coche fue robado antes de esa fecha. ¿Por qué iba alguien a guardar una hoja en lugar del periódico entero? -La pregunta era puramente retórica, como muchas de las que hacía Rhyme, que no esperaba ninguna respuesta-. Porque contiene un artículo importante para él y, por tanto, quizá importante para nosotros. Por supuesto, a lo mejor es un vicioso y le gustan los anuncios de ropa interior de Victoria's Secret, pero hasta eso puede ser información valiosa. ¿Puedes leer algo?

– Nada. Y no quiero desdoblarlo todavía. Está demasiado mojado.

– Vale. Llévalo al laboratorio de documentos. Si no pueden abrirlo, al menos podrán ver los titulares con infrarrojos.

Cooper pidió un mensajero para que llevase la muestra al laboratorio criminal del NYPD en Queens y a continuación llamó a su casa al responsable del análisis de documentos para que lo agilizase. Después desapareció en el laboratorio para depositar el periódico en un envase más apropiado para el transporte.

Thom llegó con las bebidas y una bandeja de sándwiches sobre la que Sellitto se abalanzó rápidamente.

Pocos minutos más tarde volvió Kara y aceptó agradecida la taza de café que le ofreció el ayudante. Mientras echaba el azúcar, le dijo a Sachs:

– Estaba escribiendo en la pizarra los detalles que he encontrado sobre él y he tenido una idea. Así que he hecho una llamada telefónica y creo que he descubierto su verdadero nombre.

– ¿El de quién? -preguntó Rhyme mientras sorbía su delicioso whisky.

– El de El Prestidigitador.

El débil tintineo de la cucharilla revolviendo el azúcar en el café era el único sonido perceptible en la habitación, de repente silenciosa como una tumba.

Capítulo 28

– ¿Has averiguado su nombre? -preguntó Sellitto-. ¿Y quién es?

– Creo que se llama Erick Weir.

– ¿Puedes deletrearlo? -pidió Rhyme.

– W-E-I-R. -Más azúcar en el café antes de continuar-. Trabajó como ilusionista hasta hace unos pocos años. Llamé al señor Balzac (nadie conoce este mundillo como él), le di el perfil y le conté algunas de las cosas que le había dicho a Lincoln esta noche. Se puso un tanto misterioso, además de enfadado, como esta mañana -dijo mirando a Sachs-. Al principio no quiso ayudarme, pero por fin lo tranquilicé y me dijo que debía de ser Weir.

– ¿Por qué? -preguntó Sachs.

– En primer lugar, la edad coincide: poco más de cincuenta años. Weir era, además, conocido por ejecutar números peligrosos, trucos con cuchillas y navajas. También es uno de los pocos que ha hecho «El espejo ardiente». ¿Recuerdan que les dije que los ilusionistas siempre se especializan, que es muy raro encontrar a alguien que sea bueno en tantos terrenos, ilusionismo y escapes, transformismo y juegos de manos, y hasta ventriloquia y mentalismo? Bueno, pues Weir hacía todo eso. Y era experto en Houdini. Algunas de las cosas que ha estado haciendo este fin de semana son números de Houdini o se basan en ellos.

»También está eso que dijo del mago. En el siglo XIX hubo un ilusionista, un tal John Henry Anderson, que se hacía llamar El Mago del Norte. Tenía mucho talento, pero mala suerte con el fuego. Su espectáculo resultó casi completamente destruido en un par de ocasiones, y David me dijo que Weir sufrió quemaduras graves en un incendio que se produjo en un circo.

– Las cicatrices -dijo Rhyme-. La obsesión por el fuego.

– Y quizá la voz no fuese asmática -sugirió Sachs-. El fuego pudo haberle dañado los pulmones o las cuerdas vocales.

– ¿Cuándo ocurrió el accidente de Weir? -preguntó Sellitto.

– Hace tres años. La carpa del circo en el que estaba ensayando fue destruida por el fuego y la esposa de Weir murió. Acababan de casarse. Nadie más sufrió lesiones graves.

Era una buena pista.

– ¡Mel! -gritó Rhyme, olvidando el temor a poner en peligro sus pulmones-. ¡Mel!

Un momento después entraba Cooper en la habitación.

– Ya oigo que estás mejor.

– Búsqueda en Lexis/Nexis [21] y en las bases de datos del VICAP, el NCIC y el Estado. Detalles sobre Erick Weir. W-E-I-R, artista, ilusionista, mago. Podría ser nuestro asesino.

– El nombre se escribe E-R-I-C-K -añadió Kara.

– ¿Has descubierto tú su nombre? -preguntó el técnico, impresionado.

– Lo ha descubierto ella -respondió Rhyme señalando con la cabeza hacia Kara.

– Yo.

Cooper volvió a los pocos minutos con varias hojas impresas. Rebuscó entre ellas mientras se dirigía al equipo.

– No hay gran cosa -dijo-. Da la impresión de que ha tenido a buen recaudo todo lo relativo a su vida. Erick Albert Weir. Nacido en Las Vegas en octubre de 1950. Prácticamente no se sabe nada de sus primeros años. Trabajó como ayudante en distintos circos, casinos y empresas de espectáculos antes de empezar a actuar como ilusionista y transformista. Casado con Marie Cosgrove hace tres años, justo después de debutar en el circo Thomas Hasbro y The Keller Brothers. Durante un ensayo se produjo un incendio; la carpa quedó destruida, él sufrió graves quemaduras de tercer grado y su esposa murió. Desde entonces no se sabe nada más de él.

– Busca algo sobre la familia de Weir.

Sellitto dijo que él se encargaría. Como Bedding y Saul estaban saturados de trabajo, el detective llamó a algunos compañeros de homicidios y los puso manos a la obra.

– Aún hay algo más -dijo Cooper mientras hojeaba las páginas impresas-. Un par de años antes del incendio, Weir fue detenido y condenado en Nueva Jersey…; pasó treinta días en la cárcel por imprudencia temeraria. Un miembro del público sufrió quemaduras graves a consecuencia de algo que salió mal en el escenario. Más tarde, algunos propietarios de distintos locales iniciaron pleitos civiles por daños materiales y lesiones a los empleados, al tiempo que Weir planteó otros por incumplimiento de contrato. En un espectáculo, el propietario descubrió que Weir estaba utilizando una pistola y balas de verdad en su actuación. Weir se negó a cambiar el número y fue despedido. -El técnico siguió leyendo otros datos y continuó-. En un artículo he encontrado los nombres de dos ayudantes que estaban trabajando con él en el momento del incendio, uno de Reno y otro de Las Vegas. La policía del estado de Nevada me ha proporcionado sus nombres.

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[21] Lexis/Nexis es una empresa privada que se dedica a la distribución en línea de información jurídica. (N. de la T) Lexis/Nexis es una empresa privada que se dedica a la distribución en línea de información jurídica. (N. de la T)