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~ GALA BENÉFICA DE FIN DE SEMANA EN EL METROPOLITAN.

~ ESPECTÁCULOS DE PRIMAVERA PARA NIÑOS, JÓVENES Y ANCIANOS.

~ EL GOBERNADOR Y EL ALCALDE SE REÚNEN PARA DISCUTIR EL NUEVO PLAN PARA EL WEST SIDE.

§ Escena del Crimen en Río Harlem:

s No hay pruebas, salvo huellas del frenazo en el barro.

Escena del crimen en la casa de Lincoln Rhyme

§ Víctima: Lincoln Rhyme.

§ Identidad del agresor: Erick A. Weir.

s Última dirección conocida: Las Vegas.

s Sufrió quemaduras en un incendio en Ohio, hace tres años. Circo Hasbro y Keller Brothers. Después desapareció. Quemaduras de tercer grado. El productor era Edward Kadesky.

s Condenado en Nueva Jersey por imprudencia temeraria.

s Obsesionado con el fuego.

s Maníaco. Habla dirigiéndose al «Venerado Público».

s Ejecutaba trucos peligrosos.

s Casado con Marle Cosgrove, muerta en el incendio.

~ Desde el accidente nunca se ha puesto en contacto con la familia de ella.

s Los padres de Weir murieron. No tiene parientes ni allegados.

s No figura en VICAP ni NCIC.

s Se hace llamar «El Mago del Norte».

s Atacó a Rhyme porque tenia que pararle los pies antes del domingo por la tarde (¿siguiente victima?).

s Color de ojos: castaño.

§ Perfil psicológico (según Terry Dobyns, NYPD): Le motiva la venganza, aunque podría no ser consciente. Quiere desquitarse. Siempre airado. Matando alivia algo el dolor que le causó la muerte de su esposa y la pérdida de la capacidad de actuar.

§ Weir se puso recientemente en contacto con sus ayudantes John Keating y Arthur Loesser, de Nevada. Les preguntó por el incendio y por los que habían intervenido en él. Describen a Weir como un hombre enloquecido, arrogante, maníaco y peligroso, pero brillante.

§ Se ha establecido contacto con el director del circo en el momento del Incendio, Edward Kadesky.

§ Mata a sus víctimas por lo que representan, posiblemente momentos felices o traumáticos anteriores al incendio.

§ Pañuelo impregnado de gasolina. No se puede averiguar su procedencia.

§ Zapatos Ecco. No se puede averiguar su procedencia.

Perfil como ilusionista

§ El criminal utilizará la técnica de la desorientación (desvío de la atención) contra las víctimas y para librarse de la policía.

s Desorientación física (para distraer).

s Desorientación psicológica (para borrar sospechas).

§ La huida de la Escuela de Música es parecida a un truco llamado «El hombre evanescente». Demasiado corriente para averiguar procedencia.

§ El criminal es principalmente un ilusionista.

§ Tiene talento para la prestidigitación.

§ Conoce también la magia proteica (transformismo). Utiliza ropa hecha de piezas independientes, de nylon y seda; gorro que parece una calva; fundas para los dedos y otros elementos de látex. Puede ser de cualquier edad, género o raza.

§ La muerte de Calvert = número de Selbit «Mujer serrada en dos mitades».

§ Experto en forzar cerraduras (es posible que en la técnica del «restregado»).

§ Conoce técnicas de escapismo.

§ Experiencia en ilusionismo con animales.

§ Utilizó el mentalismo para sacar información a la víctima.

§ Utilizó la prestidigitación para drogar a la victima.

§ Intentó matar a la tercera víctima mediante un número de Houdinclass="underline" «La cámara de tortura acuática».

§ Ventriloquia.

§ Cuchillas de afeitar.

§ Está familiarizado con el número de «El espejo ardiente». Es muy peligroso y ahora casi nunca se hace.

* * *

Era un hombre rechoncho, de mediana estatura. Barba gris y pelo ondulado del mismo tono.

Rhyme, que se había vuelto suspicaz después de la visita de la noche anterior, saludó a Edward Kadesky y acto seguido le pidió que se identificara.

– No se moleste -aclaró Sellitto, que le explicó las recientes complicaciones que habían tenido con alguien que pretendía hacerse pasar por quien no era.

Kadesky, poco habituado a pasar inadvertido y mucho menos a tener que enseñar documentos de identificación, se sintió incómodo, pero obedeció y enseñó a Sellitto su carné de conducir de Illinois. Mel Cooper miró por encima la fotografía y al productor, y dio su conformidad a Rhyme con un gesto de asentimiento con la cabeza. El técnico ya había entrado en contacto por Internet con la Dirección General de Tráfico de Illinois y había obtenido los detalles del carné y una fotografía de Kadesky y verificado todo ello.

– Según su recado, esto tiene que ver con Erick Weir -dijo Kadesky. Su forma de mirar era aguda e imperiosa.

– Exacto.

– Así que sigue vivo.

Que Kadesky hiciera esa pregunta descorazonó a Rhyme, pues significaba probablemente que sabía aún menos que ellos.

– Vivo y coleando -dijo Rhyme-. Es sospechoso de haber cometido varios asesinatos en la ciudad.

– ¡No! ¿A quién ha matado?

– A algunos residentes. Y también a un oficial de la policía -explicó Sellitto-. Esperábamos que usted pudiera proporcionarnos alguna información que nos ayudara a encontrarlo.

– No sé nada de él desde el incendio. ¿Sabían eso?

– Algo sabíamos -dijo Sachs-. Pónganos al tanto.

– Me echaba la culpa de lo que pasó. Fue hace tres años. Weir y sus ayudantes hacían trucos de ilusionismo y transformismo en nuestro espectáculo. Eran muy buenos. Asombrosos. Pero llevábamos varios meses recibiendo quejas, y no sólo del personal, sino también del público. Weir asustaba a la gente. Era una especie de dictador. Y sus ayudantes…, los llamábamos «Los Lunáticos». Les tenía sorbido el seso. Para él la magia era una especie de religión. A veces miembros del personal se hacían daño durante los ensayos o durante el espectáculo, incluso los voluntarios del público, pero a él le daba lo mismo. Creía que la magia funcionaba mejor cuando había algún riesgo. Decía que era como un hierro al rojo: debía marcar el alma. -El productor se rió con tristeza-. Pero en el mundo del espectáculo no podemos admitir esas cosas. Así que hablé con Sidney Keller, el propietario, y decidimos despedirle. Un domingo, antes de la sesión matinal, le dije al director de escena que se lo comunicase.

– ¿Fue el día del incendio? -preguntó Rhyme.

Kadesky asintió.

– El director de escena encontró a Weir instalando en el escenario unos tubos de propano para un truco, «El espejo ardiente». Le dijo lo que habíamos decidido, pero Weir no le hizo ni caso, le empujó escaleras abajo y continuó preparando su número. Bajé yo mismo a hablar con él y me agarró…, no llegamos a pelearnos, sólo a forcejear, pero uno de los tubos de propano se soltó. Caímos sobre unas sillas de metal y, supongo, saltó una chispa que inflamó el gas. Él sufrió quemaduras y su esposa murió. La carpa quedó completamente destruida. Pensamos en demandarle, pero se escabulló del hospital y desapareció.

– Hemos descubierto que fue demandado en Nueva Jersey por imprudencia temeraria. ¿Sabe si fue arrestado en alguna otra ocasión? -preguntó Rhyme.

– No tengo ni idea-respondió Kadesky negando con la cabeza-. No debería haberlo contratado, pero me entendería si hubiese visto su número. Era el mejor. El público salía aterrorizado y a veces maltratado, pero el caso es que compraban entradas para verle. Y tenía que haber oído los aplausos… -El productor miró el reloj. Eran las dos menos cuarto-. Como sabe, mi espectáculo empieza dentro de quince minutos. Creo que sería buena idea que hubiese más coches de la policía ahí enfrente. Con Weir rondando y todo lo que pasó entre nosotros…

– ¿Ahí enfrente? -preguntó Rhyme.

– En mi espectáculo -dijo señalando con la cabeza hacia Central Park.

– ¿Es suyo} ¿Es suyo el Cirque Fantastique?

– Sí. Pensé que lo sabían. Hay un coche de la policía. Como ustedes seguramente saben, el Cirque Fantastique es el antiguo circo Hasbro y Keller Brothers.