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– Cada uno tiene lo que se merece -aseguró lady Marlowe, dolida porque su amiga se negaba a revelar los detalles más jugosos del escándalo-. Me imagino qué dirán sus padres cuando se enteren de que se ha comportado como una cualquiera -añadió maliciosamente-. Apuesto a que el conde de Langford tenía en mente un matrimonio más adecuado a la posición de su hijastra.

– ¡Ya es suficiente, Adela! -exclamó Bliss perdiendo la paciencia-. Para empezar, mi sobrina no es ninguna fresca. Es una muchacha ejemplar y tanto el rey como la reina así lo afirman. Y en cuanto a Varían de Winter, es un caballero encantador. Tiene tierras y propiedades y no es ningún cazador de fortunas. Además, es un Howard. Ni siquiera una persona tan tonta como tú desconoce el nombre de la futura reina de Inglaterra: Catherine Howard. Varían y Nyssa forman parte de esa familia que pronto gozará del favor del rey. Por cierto, querida -añadió, sabedora de que iba a herir a su amiga con sus palabras-, ¿has encontrado ya a alguna dama dispuesta a casarse con tu encantador hijito?

– Míralas -murmuró Varían mientras atravesaban el jardín salpicado de manzanillas-. Parecen dos comadres de pueblo. Me pregunto a quién estarán poniendo verde.

– Mi tía está muy acalorada -observó Nyssa-. Apuesto a que ha tenido que parar los pies a lady Marlowe. No se me olvida lo que dijiste ayer sobre hacerle un nudo en la lengua -añadió con una risita traviesa-. ¿Creéis que es posible hacer algo así, señor?

– ¿Lo intentamos? -contestó él enarcando una ceja y provocando otro acceso de risa en su joven esposa-. ¿Crees que tiene la lengua partida como las víboras?

– ¡Basta, por favor! -suplicó Nyssa entre carcajadas sujetándose los costados-. Me voy a ahogar si no dejo de reír. ¿Queréis que os deje solo esta noche y lleno de deseo insatisfecho, señor?

– No te atrevas a hacer algo así -respondió Varían enlazándola por la cintura y besándola.

– Señor, mi tía y lady Marlowe están mirando -protestó Nyssa débilmente.

– Mejor -replicó él-. Así tendrán algo de que hablar. ¡Ojalá estuviéramos en Winterhaven y pudiera tenerte para mí solo! Sólo nos queda un día de luna de miel -se lamentó.

– Pero pasaremos las noches juntos -le consoló Nyssa-. Ni tú ni yo volveremos a dormir en palacio, así que podremos encerrarnos en nuestra habitación y aislarnos del mundo. ¿No estás contento?

– ¡Virgen santa! -exclamó lady Marlowe, escandalizada-. ¡Bliss, mira, la está besando! ¿Es que va a tomarla aquí mismo, en el jardín? ¡Es lo más indecente que he visto!

– Pues a mí me parece muy romántico -replicó Bliss Fitzhugh-. Acaban de casarse y apenas se conocen pero hacen una pareja encantadora. Me alegro por Nyssa. Cuando mi hermana y mi cuñado vean que es feliz se tranquilizarán inmediatamente.

– ¿Les has escrito para contarles lo del precipitado matrimonio de su hija?

– No -respondió Bliss-. Nyssa y Varían prefieren ser ellos quienes se lo digan cara a cara. Cuando el rey solucione el asunto de su anulación, marcharán de palacio y pasarán unos días en Riveredge antes de instalarse definitivamente en Winterhaven. Opino que hacen bien -añadió asintiendo aprobatoriamente-. Una carta es algo demasiado frío e impersonal cuando se trata de un asunto tan delicado.

Nyssa y Varían pasaron junto a las damas, les hicieron una reverencia y desaparecieron en el interior de la casa.

– Me pregunto a dónde van tan sonrientes -murmuró lady Marlowe.

– Supongo que a la cama -rió Bliss-. Si yo fuera Nyssa y estuviera casada con ese bandido no saldría de mi habitación en una semana. Llegaron ayer por la tarde y no les he vuelto a ver hasta las diez de esta mañana. Tillie les subió una bandeja repleta de comida y no dejaron ni una migaja. Varian parece vigoroso como un caballo y salta a la vista que tiene un buen apetito -añadió haciendo un guiño malicioso a su amiga.

– El comportamiento de tu sobrina no me parece propio de una muchacha que hace dos días aseguraba ser virgen -repuso ésta-. Aseguras que no conocía a ese caballero pero se comporta como una mujer con gran experiencia.

– Nyssa era virgen cuando se casó -:aseguró Bliss, furiosa-. El duque de Norfolk trajo la sábana del lecho nupcial y mostró la prueba al rey. Owen y yo estábamos allí y también lo vimos. Además, Tillie dijo a May que Nyssa tenía restos de sangre en las piernas. No te atrevas a insinuar que Nyssa no era virgen porque no es cierto. ¡Y si le cuentas a alguien lo que acabo de decirte no volveré a hablarte nunca más! -amenazó, consciente de que se había ido de la lengua-. Apuesto a que al rey no le hará ninguna gracia escuchar chismes sobre Nyssa.

– ¡Sabía que me ocultabas algo importante! -exclamó Adela Marlowe con aire triunfante-. Tranquilízate, Bliss. Tu secreto está a salvo conmigo -prometió-. Sólo quería que me contaras todo. Me divierte saber lo que los demás no saben, nada más.

Los recién casados pasaron la última noche de su luna de miel casi en vela. A la mañana siguiente, los hermanos de Nyssa se presentaron en casa de sus tíos para conocer a su cuñado. Los rumores que corrían por palacio habían llegado a oídos de Philip y el joven se había disgustado mucho. Giles, un diplomático nato de carácter conciliador a pesar de su corta edad, aconsejó a su hermano que no juzgara al conde de March tan a la ligera.

– No debes creer ni la mitad de lo que has oído -había dicho el sensato niño-. ¡Ni siquiera la cuarta parte! ¿No has aprendido nada durante los meses que hemos pasado sirviendo a lady Ana? El más inocente parpadeo da pie a un escándalo de proporciones desmesuradas.

– ¡Pero Nyssa es una mujer casada! -había replicado Philip-. Los mismísimos Enrique Tudor y lady Ana aseguran que es verdad. Temo por Nyssa y exijo saber qué ha ocurrido. Lord De Winter no tiene una buena reputación.

– Sólo se le conoce un desliz y ocurrió hace muchos años. Lo que pasa es que lady Marlowe y sus amigas no tienen nada mejor que hacer que criticar a todo el mundo. Apuesto a que si lord De Winter no fuera un hombre tan atractivo nadie se acordaría del suicidio de la hija del granjero.

– Pues yo quiero saber qué ha ocurrido -insistió el testarudo Philip-. Si Nyssa hubiera planeado casarse con ese caballero nos lo habría dicho. Además, ella siempre ha querido casarse en Riveredge.

Cuando Philip llegó a casa de sus tíos no le gustó lo que vio. Enseguida advirtió que Nyssa había cambiado y se había convertido en la mujer más hermosa y seductora que había visto en su vida. Y lo que era más extraño, parecía feliz. Él y Giles se apresuraron a hacer una reverencia a la joven pareja.

– Buenos días, Nyssa -saludó a su hermana entre dientes-. Buenos días, señor.

– Hermanos, os presento a Varian de Winter, mi marido -respondió Nyssa.

– ¿Y cómo demonios se ha convertido este hombre en tu marido? -estalló Philip, ante el disgusto de Giles-. ¿Qué piensas decir a nuestros padres? He oído toda clase de habladurías, hermanita, y exijo una explicación.

– ¡Philip! -exclamó Nyssa, furiosa-. ¿Cómo te atreves a hablarme así? ¿Quién eres tú para pedirme cuentas? Soy cuatro años mayor que tú. ¿Lo has olvidado o se te han subido los humos a la cabeza?

A Giles se le escapó una risita que se apresuró a contener cuando sus hermanos le dirigieron una mirada furiosa.

– A pesar de los años que nos separan, soy el futuro conde de Langford y es mi deber vigilar tu comportamiento. Se te acusa de buscona.

– Philip, eres un pedante y un idiota -replicó Nyssa-. ¿Quién dice eso? ¿No has aprendido nada en estos meses? Para tu información, te diré que me casé en la capilla real hace dos días. El obispo Gardiner.celebró la ceremonia y la tía Bliss y el tío Owen estuvieron conmigo. Eso es todo. ¿Desde cuándo es pecado casarse?

– Dicen que os encontraron juntos en la cama y que este caballero te forzó -acusó Philip-. Me da igual que sea un Howard. ¡Le mataré con mis propias manos si es verdad!