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A Blair le tembló el labio superior como si se avecinara un estornudo. Su mirada osciló hacia arriba y hacia abajo.

– Bueno, ejem, Conejo no trabaja. Y yo he tenido la mala fortuna de…

– Maldición, Bob, ya sabes que estoy hablando de ti. No me hace falta decírtelo.

– Bueno, lo que quiero decir es…

– ¿Dónde trabajas?

– Oh, ejem… en GE Solutions. Pero estoy a prueba, la verdad, y no he…

– ¿GL Solutions?

– En el proyecto de los aplicadores de sándwiches.

– Te lo aseguro, Bobby, es una bomba… Y es mi criatura, no me preguntes de dónde me vienen las ideas. Un día, mientras estaba comiendo, simplemente pensé: ¿por qué tengo que mancharme los dedos de mayonesa? Pumba. El manipulador de sándwiches: acceso a los bocados sin ensuciarse. Entre eso, y el negocio del espectáculo, y la franquicia petrolífera…

– Y la sanidad pública británica -dijo Conejo en tono solícito.

– Y la sanidad pública británica, y el cóctel de bebidas… -Truman hizo una pausa-. Eso sí que es una bomba: el Howitzer, la bebida que más levanta el ánimo, ya mezclada y envasada. Es el futuro, chicos, va a transformar el modo en que la gente disfruta de su ocio, probablemente sus vidas.

– Caray -dijo Conejo-. ¿Y se mezcla con alcohol?

– No, ya está todo incorporado y liofilizado. ¿Qué clase de anfitrión sería si no les sacara uno a mis chicos? -Se alejó para pulsar un botón en su escritorio. Al cabo de un momento, apareció una joven oriental caminando con afectación con un vestido de satén. Era tan flaca y tenía unos rasgos tan finos, y un cuello tan largo y delicado, que parecía un pájaro zancudo. Llevaba una bandeja con vasos, una jarra y una caja para el té llena de bolsitas de papel de aluminio. Les dirigió una sonrisa radiante a los hombres.

Blair se puso tenso y le dirigió una mirada a Conejo.

La chica se desabrochó el vestido, que cayó al suelo dejando entre sus piernas un simple triángulo íntimo de seda blanca, sin más, sin un solo pelo, ni el asomo. Con precisión ceremonial vertió un líquido de color claro en los vasos, sacó una bolsita del cuenco y la vació en las bebidas. El contenido provocó un destello violento, primero rojo y luego azul, antes de diluirse. La mujer se llevó la bebida a la boca, la retuvo sin tragarla y empujó a Blair contra el respaldo de su asiento para subirse a horcajadas encima de él. Le atenazó las caderas con las rodillas, arqueó la espalda hacia atrás y le puso la cara delante con la boca llena.

La mirada de Blair se desplazó hacia su hermano.

– Adelante. -Truman hizo un gesto con la mano-. Es bueno.

Arqueándose hacia la cara de Blair, la chica se encajó en la entrepierna de él, soltó un suspiro por la nariz que parecía el primer aliento de un pájaro y vació la boca en la de él. A Blair se le derritieron los hombros. Su mano fue temblando hasta la cabeza de ella. Tragó, escupió y se puso a toser.

La chica se apartó y se levantó con delicadeza de su regazo. Luego, durante unos momentos, tuvo la mirada de quien ha tenido un orgasmo de forma poco habitual. Por fin recompuso la cara y se dio la vuelta para dedicarle una sonrisa a Conejo.

Los dientes de conejo asomaron bajo su labio.

– Ya me bebo la mía yo solo, creo.

– Espera, Conejo -dijo Blair-. Ni siquiera sabemos qué es. Yo nunca he visto nada que suelte esos destellos dentro de un vaso, son fuegos artificiales líquidos. Todo esto es muy raro. Muy raro, lo siento.

– No te pierdes detalle, colega.

– Chicos, chicos, chicos. -Truman hizo un gesto con la mano para que le hicieran sitio en el sofá y se acomodó con un suspiro entre los hermanos. Miró a uno y después a otro-. Lleváis tiempo fuera de circulación, y lo entiendo. Quiero que sepáis que estamos aquí para ayudaros a entrar de nuevo. Es un mundo nuevo y fascinante, y está ahí para quien se lo lleve. O sea, ¿tenéis alguna idea de dónde estamos?

Cuatro ojos escrutaron el despacho. Dos cabezas negaron despacio, sincronizadas entre ellas.

– ¿Qué quiere decir exactamente?

– ¿A vosotros que os parece? ¡En el tiempo y en el espacio!

Los gemelos retrocedieron.

– Dejadme que os lo plantee en términos simples. En vuestras vidas, ¿buscáis la felicidad o la tristeza?

La pareja se lo pensó un momento. Batieron las pestañas.

– ¿Lo pregunta en un sentido aristotélico? -se aventuró a decir Conejo-. ¿Como por ejemplo, en el drama de…?

– ¡Me refiero a si queréis estar felices o tristes, joder!

Los gemelos se encogieron del susto. Al cabo de un momento largo e incómodo, Conejo levantó una ceja.

– ¿Nos está tomando el pelo?

Traman les apretujó las manos, se las colocó en el regazo y levantó la vista al techo con expresión de paciencia.

– Chicos, chicos, chicos, dejadme que os cuente algo sobre nuestra especie. Es indiscutible que el cuerpo humanoide, conocido científicamente como homo saxonis, no ha movido el culo evolutivo en diez mil años. Estamos igual que cuando salimos de los pantanos. Sin embargo, nuestros cerebros se han desarrollado más allá de toda comprensión. ¿Creéis que es un accidente de la naturaleza? ¡No! -Traman se acercó a la cara de Blair-. De ahora en adelante, la evolución es mental. El cerebro es la vía de avance. ¿Estamos de acuerdo en eso?

Los hermanos se miraron.

– Vale, de acuerdo -dijo Conejo.

– Perfecto. Ahora bien, el ritmo de nuestra evolución implica que no estamos tomándonos el tiempo necesario para desmantelar los antiguos sistemas del cerebro, sino que nos estamos limitando a añadir capas encima. Lo cual implica que ahí debajo siguen quedando circuitos redundantes, confusión emocional y conflictos interiores. Así que aunque podamos mezclar mojitos a cuarenta mil pies de altura y descargar porno entre un agujero de golf y el siguiente en Augusta, seguimos teniendo la misma instalación neuronal que en los pantanos. ¿Lo entendéis? Es como intentar hacer que un software de última generación funcione en una máquina de escribir. Es un hecho de la naturaleza. ¿Estamos de acuerdo?

Los hermanos permanecieron sentados y totalmente quietos. Truman interpretó aquello como un sí.

– Lo cual quiere decir que la manipulación de esas estructuras mentales es la clave de nuestro éxito continuado. ¿De acuerdo? Aceptar los conceptos que nos impulsan hacia delante y desembarazarnos de las rutinas que nos impiden avanzar, ésas son las herramientas del progreso humano. Porque francamente, chicos, las cualidades que todo el mundo dice que nos hacen humanos son un coñazo. A tu hijo se le cae la pelota en la línea de banda, oh, Dios mío, solamente es humano. Y una mierda. Lo que nos hace humanos es nuestra capacidad para no dejarla caer, para no llorar y no retroceder.

Blair miró fijamente al hombre.

– Ya veo, sí. Hum…

– Tengo que ir un segundito al baño -dijo Conejo. Cogió su Howitzer, se lo bebió de un trago y cruzó la sala dando tumbos. La camarera apareció antes de que llegara a la puerta. Lo cogió del brazo y se lo llevó hacia la oscuridad.

Truman trazó unos signos en el aire con la mano, como si quisiera encender un sensor. No pareció ocurrir nada. Repitió el gesto, enérgicamente. Al cabo de un momento, las luces del techo se apagaron lentamente, dejando únicamente un haz almidonado sobre el sofá. El hombre se colocó bajo el mismo, con una cara hecha de trazos de color rojo oscuro y con los ojos iluminados como espejos.

– Así que mi pregunta, Bob, es la siguiente: ¿cumplimos con los deberes sagrados del progreso mejor cuando somos felices o cuando estamos tristes? -dijo guiñando los ojos-. Ya conocéis la respuesta. Seguro, podéis ser liberales, podéis comer comida orgánica, podéis quejaros de que las cosas ya no son como antes, cuando nadie estaba colocado de azúcar ni destruido por las hamburguesas. Podéis seguir esa línea. Pero ¿sabéis qué?