—Doctora Lineberry, ¿le importaría dejarnos solos?
Lineberry estaba molesta.
—Pensándolo bien, doctora Lineberry, creo que Valentine y yo tendremos una conversación mucho más productiva si damos un paseo. Lejos de los dispositivos de grabación que su director ha colocado en esta habitación.
Era la primera vez que Valentine había visto a la doctora Lineberry quedarse sin habla. El coronel Graff levantó un cuadro de la pared y despegó una membrana sensible al sonido, junto con su pequeña unidad de transmisión.
—Barato —dijo Graff—, pero efectivo. Creí que lo sabía.
Lineberry cogió el dispositivo y se sentó pesadamente en el escritorio. Graff condujo a Valentine afuera.
Se dirigieron al campo de rugby. Los soldados les seguían a una distancia discreta; se desplegaron y formaron un gran círculo, para protegerles desde el perímetro más amplio posible.
—Valentine, necesitamos que ayudes a Ender.
—¿Qué clase de ayuda?
—No estamos ni siquiera seguros de eso. Necesitamos que nos ayudes a resolver cómo nos puedes ayudar.
—Bien, ¿cuál es el problema?
—Eso es parte del problema. No lo sabemos. Valentine no pudo evitar reír.
—¡No le he visto en tres años! ¡Lo han tenido ahí arriba con ustedes todo este tiempo!
—Valentine, mi vuelo a la Tierra y la vuelta a la Escuela de Batalla cuesta más dinero del que tu padre ganará en toda su vida. No hago este viaje todos los días.
—El rey tuvo un sueño —dijo Valentine—, pero se le olvidó, así que dijo a sus sabios que interpretaran el sueño o morirían. Sólo Daniel pudo interpretarlo, porque era un profeta.
—¿Lees la Biblia?
—Este año estamos estudiando a los clásicos en inglés avanzado. No soy un profeta.
—Ojalá pudiera decirte todo lo relativo a la situación de Ender. Pero tardaría horas, tal vez días, y después tendría que ponerte en reclusión preventiva porque una gran parte es estrictamente confidencial. Así que veamos qué podemos hacer con una información limitada. Hay un juego que nuestros alumnos desarrollan con el ordenador. Le habló del Fin del Mundo, de la habitación cerrada y de la imagen de Peter en el espejo.
—Es el ordenador el que pone la imagen allí, no Ender. ¿Por qué no se lo preguntan al ordenador?
—El ordenador no lo sabe.
—¿Y se supone que lo tengo que saber yo?
—Esta es la segunda vez desde que Ender está con nosotros que ha llevado este juego a un punto muerto. A un punto que parece no tener salida.
—¿Lo resolvió la primera vez?
—Con tiempo.
—Entonces, denle tiempo y probablemente resolverá éste de nuevo.
—No estoy seguro. Valentine, tu hermano es un muchachito muy infeliz.
—¿Porqué?
—No lo sé.
—No sabe mucho, ¿verdad? Valentine pensó por un momento que el hombre se podía enfadar. Sin embargo, decidió reírse.
—No, no demasiado. Valentine, ¿por que Ender sigue viendo a su hermano Peter en el espejo?
—No debería. Es estúpido.
—¿Por qué es estúpido?
—Porque si alguna vez ha habido alguien que fuera opuesto a Ender, ése es Peter.
—¿Cómo?
Valentine no conseguía pensar una respuesta que no fuera peligrosa. Demasiadas preguntas sobre Peter podían conducir al problema real. Valentine sabía lo suficiente sobre la gente para saber que nadie tomaría en serio los planes de Peter para dominar el mundo, un peligro para los gobiernos actuales. Pero podían decidir que estaba loco y que necesitaba tratamiento para su megalomanía.
—Te estás preparando para mentirme —dijo Graff.
—Me estoy preparando para no hablar con usted nunca más —respondió Valentine.
—Y tienes miedo. ¿Por qué tienes miedo?
—No me gustan las preguntas sobre mi familia. Dejemos a mi familia fuera de esto.
—Valentine, estoy intentando dejar a tu familia fuera de esto. Recurro a ti para no tener que comenzar una batería de pruebas con Peter e interrogar a tus padres. Estoy intentando resolver este problema ahora, con la persona a la que Ender más quiere y en la que más confía, tal vez la única persona a quien quiere y en la que confía algo. Si no lo podemos solucionar de esta forma, secuestraremos a tu familia y haremos lo que nos plazca. Esto no es un problema trivial, y no me iré así, sin más ni más.
La única persona a la que Ender quiere y en la que confía algo. Sintió una profunda puñalada de dolor, de remordimiento, de vergüenza de que ahora fuera a Peter a quien estaba unida, de que fuera Peter el centro de su vida. «A ti, Ender, te encendí fuegos en tu cumpleaños. A Peter le ayudo a satisfacer todos sus sueños.»
—Nunca pensé que fuera un hombre bueno. Ni cuando vino a llevarse a Ender, ni ahora.
—No pretendas ser una niñita ignorante. Seguí tus pruebas cuando eras pequeña y de momento no hay demasiados profesores de colegio que puedan ponerse a tu altura.
—Ender y Peter se odiaban.
—Ya lo sabía. Dijiste que eran opuestos. ¿Por qué?
—Peter… puede ser odioso algunas veces.
—¿Odioso en qué sentido?
—Ruin, simplemente ruin, eso es todo.
—Valentine, por el bien de Ender, dime qué hace Peter cuando es ruin.
—Amenaza de muerte a la gente. No lo dice en serio. Pero cuando éramos pequeños, Ender y yo siempre le teníamos miedo. Nos dijo que nos mataría. En realidad, dijo que mataría a Ender.
—Vimos algo de eso por el monitor.
—Era a causa del monitor.
—¿Nada más? Háblame más de Peter.
Le habló de los niños de todas las escuelas a las que había asistido Peter. Nunca les golpeaba, pero, de todas formas, les torturaba. Averiguaba qué era lo que más les avergonzaba y se lo decía a la persona cuyo respeto apreciaban más. Averiguaba qué era lo que más temían y se aseguraba de que tropezaran con ello a menudo.
—¿Hizo eso con Ender? Valentine negó con la cabeza.
—¿Estás segura? ¿No tenía Ender un punto débil? Alguna cosa que temiera más, o de la que se sintiera más avergonzado.
—Ender nunca hizo nada de qué avergonzarse.
Y de repente, profundamente avergonzada por haber olvidado y traicionado a Ender, se puso a llorar.
—¿Por qué lloras?
Negó con la cabeza. No sabía explicar cómo se sentía al pensar en su hermano pequeño, que era tan bueno, al que había protegido durante tanto tiempo, y acordarse luego de que ahora era aliada de Peter, la ayudante de Peter, la esclava de Peter en un plan que estaba totalmente fuera de su control. «Ender nunca se rindió a Peter, pero yo he cambiado, me he convertido en una parte de él, lo que Ender nunca fue.»
—Ender nunca se dio por vencido —dijo.
—¿A quién?
—A Peter. A ser como Peter.
Caminaron en silencio por la línea de meta.
—¿Cómo puede Ender llegar alguna vez a ser como Peter?
Valentine se encogió de hombros.
—Ya se lo he dicho.
—Pero Ender nunca hizo ese tipo de cosas. Era sólo un niño.
—Sin embargo, los dos llegamos a desearlo. Llegamos a desear… matar a Peter.
—¡Ah!
—No, no es verdad. Nunca lo dijimos. Ender nunca dijo que quisiera hacerlo. Simplemente… lo pensaba. Era yo, no Ender. El nunca dijo que quisiera matarle.
—¿Qué quería?
—Simplemente no quería ser…
—¿Ser que?
—Peter tortura a las ardillas. Las clava con estacas en el suelo y las despelleja vivas, y se sienta y las mira hasta que mueren. Lo hacía, ahora no lo hace. Pero lo hacía. Si Ender lo hubiera sabido, si Ender le hubiera visto, creo que habría…
—¿Qué habría hecho? ¿Rescatar a las ardillas? ¿Intentar curarlas?
—No, en aquellos días no se… desataba lo que Peter ataba. No le llevaba la contraria. Pero Ender habría sido bueno con las ardillas. ¿Lo entiende? Las habría alimentado.