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—Pero si las alimentaba, se volverían dóciles, y Peter las podría atrapar más fácilmente.

Valentine se echó a llorar de nuevo.

—Hagas lo que hagas, siempre beneficia a Peter. Todo beneficia a Peter, todo; no se puede evitar, sea lo que sea.

—¿Estás ayudando a Peter?—preguntó Graff.

No respondió.

—Valentine. ¿Es Peter tan malo? Valentine asintió con la cabeza.

—¿Es la peor persona del mundo?

—¿Lo malo que puede ser? No lo sé. Es la peor persona que conozco.

—Y sin embargo, tú y Ender sois sus hermanos. Tenéis los mismos genes, los mismos padres, ¿cómo puede ser tan malo si…?

Valentine se dio la vuelta y le gritó, le gritó como si estuviera matándola:

—¡Ender no es como Peter, no es como Peter en ningún aspecto! Excepto en que es listo, eso es todo… En cualquier otro aspecto en que una persona podría ser como Peter, él no es como Peter en nada, nada, nada.

—Ya lo veo —dijo Graff.

«Sé lo que estás pensando, desgraciado, estás pensando que estoy equivocada, que Ender es como Peter. Puede que yo sea como Peter, pero Ender no lo es, ni mucho menos; solía decírselo cuando lloraba, se lo dije muchas veces: “¡No eres como Peter, no te gusta hacer daño a los demás, eres bondadoso y bueno, y no eres ni mucho menos como Peter!”»

—Y es verdad. —Su aquiescencia la calmó.

—Es verdad, maldita sea, es verdad.

—Valentine, ¿ayudarás a Ender?

—Ahora no puedo hacer nada por él.

—En realidad es lo mismo que siempre hacías por él. Simplemente confortarle y decirle que no le gusta hacer daño a los demás, que es bondadoso y bueno, y ni mucho menos como Peter. Eso es lo más importante. Que él no es, ni mucho menos, como Peter.

—¿Puedo verle?

—No. Quiero que escribas una carta.

—¿Para qué? Ender nunca ha contestado a ninguna de las cartas que le envié.

—Contestó todas las cartas que le llegaron —susurró Graff.

Sólo necesitó un segundo para comprenderlo.

—Me da asco.

—Aislamiento es… el contexto óptimo para la creatividad. Eran sus ideas lo que queríamos, no… Bueno, no tengo por qué disculparme ante ti.

«¿Por qué lo haces entonces?», aunque no le preguntó en voz alta.

—Está flaqueando. Está cayendo por una pendiente. Queremos sacarle de ahí, solo no saldrá.

—Quizás haría un favor a Ender si le dijera que se fuera usted a la mierda.

—Me has ayudado ya. Y puedes ayudar más.

—Prométame que no suprimirá nada de lo que escriba. —No prometeré nada de eso.

—Entonces olvídelo.

—No importa. Yo mismo escribiré tu carta. Podemos utilizar tus otras cartas para unificar los estilos de escritura. Es sencillo.

—Quiero verle.

—Tendrá su primer permiso cuando tenga dieciocho años.

—Usted le dijo que lo tendría cuando tuviera doce años.

—Cambiamos las normas.

—¡No tengo por qué ayudarle!

—No me ayudes. Ayuda a Ender. ¿Que importa que eso nos ayude también a nosotros?

—¿Qué clase de cosas terribles le está haciendo allá arriba?

Graff se rió entre dientes.

—Valentine, mi querida muchachita, las cosas terribles están a punto de comenzar.

Ender había leído ya cuatro líneas de la carta antes de comprender que no era de ninguno de los otros soldados de la Escuela de Batalla. Había llegado por el conducto regular, un mensaje CORRESPONDENCIA EN ESPERA cuando conectó la consola. Leyó cuatro líneas, luego saltó al final y leyó la firma. Volvió al principio, y se acurrucó en la cama para leer las palabras una y otra vez.

ENDER

LOS DESGRACIADOS NO DEJABAN PASAR NINGUNA DE MIS CARTAS HASTA AHORA. DEBO HABERTE ESCRITO MÁS DE CIEN VECES PERO PENSARÍAS QUE NUNCA LO HICE. NO TE HE OLVIDADO. ME ACUERDO DE TU CUMPLEAÑOS, ME ACUERDO DE TODO, ALGUNOS QUIZÁ PIENSEN QUE PORQUE ERES UN SOLDADO AHORA ERES UNA PERSONA CRUEL Y DURA QUE LE GUSTA HACER DAÑO A LA GENTE, COMO LOS MARINES DE LOS VÍDEOS, PERO SÉ QUE NO ES VERDAD. TÚ NO TE PARECES NADA A TÚ-SABES-QUIÉN. ES MÁS BUENO, EN APARIENCIA, PERO POR DENTRO TODAVÍA ES UN BRUJANTRO, TÚ QUIZÁ PAREZCAS RUIN PERO NO ME DEJO ENGAÑAR. TODAVÍA PEDALEO EN LA VIEJA ENRIQUETA, MUCHOS BESOS LABIOS DE PAVO.

VAL

(NO ME ESCRIBAS, PROBABLEMENTE SIKOANALISARÍAN TU CARTA)

Obviamente, la carta fue escrita con el pleno consentimiento de los profesores. Pero no había ninguna duda de que fue escrita por Val. La ortografía de psicoanalizarían, el epíteto de brujantro para Peter, la broma de llamar Enriqueta a la bicicleta, eran cosas que nadie más que Val podía saber.

Y sin embargo había demasiadas cosas, como si alguien quisiera asegurarse bien de que Ender creyera que la carta era genuina. ¿Por qué habría de preocuparles tanto si era auténtica?

De todos modos, no era auténtica. Aunque la hubiera escrito con su propia sangre, no era auténtica porque le mandaron escribirla. Había escrito antes, y no dejaron pasar ninguna de esas cartas. Esas puede que fueran reales, pero ésta había sido pedida, ésta formaba parte de su manipulación.

Y la desesperación le embargó de nuevo. Ahora sabía por qué. Ahora sabía qué era lo que odiaba tanto. No tenía ningún control sobre su propia vida. Ellos dirigían todo. Ellos tomaban todas las decisiones. Sólo le dejaban el juego, eso era todo; todo lo demás estaba formado por ellos y sus normas y planes y lecciones y programas, y lo único que él podía hacer era hacer esto o aquello en la batalla. La única cosa real, la única cosa real e inapreciable era su recuerdo de Valentine, la persona que le quería incluso antes de haber jugado un juego, que le quería tanto si había guerra con los insectores como si no, y ellos la habían puesto de su parte. Ahora era una de ellos.

Les odiaba, y a todos sus juegos. Les odiaba tanto que lloró, leyendo de nuevo la carta pedida y vacía de Val. Los demás chicos de la escuadra Fénix se dieron cuenta y desviaban los ojos ¿Ender Wiggin llorando? Eso era inquietante. Algo terrible estaba pasando. El mejor soldado de todas las escuadras tendido en su litera llorando. El silencio en la habitación era profundo.

Ender suprimió la carta, la borró de la memoria y activó el Juego de Fantasía. No estaba seguro por qué se sentía tan impaciente por jugar el juego, por llegar al Fin del Mundo, pero no perdió tiempo para llegar allí. Sólo cuando planeaba montado en la nube, rozando los colores otoñales del mundo pastoril, sólo entonces comprendió qué era lo que más odiaba de la carta de Val. Todo lo que decía era referente a Peten Que él no era ni mucho menos corno Peter. Lo que le había dicho con tanta frecuencia mientras le abrazaba, le confortaba cuando él temblaba de miedo y rabia y aversión después de que Peter le hubiera torturado, eso era todo lo que decía la carta.

Y eso era lo que le habían pedido. Los desgraciados lo sabían, y sabían lo de Peter en el espejo de la habitación del castillo, lo sabían todo y para ellos Val era sólo un instrumento más que utilizar para controlarle, simplemente un truco más que jugar. Dink tenía razón, ellos eran el enemigo, no querían a nadie y nadie les importaba y no iba a hacer lo que ellos querían, no iba a hacer nada por ellos, maldita sea. Había tenido sólo un recuerdo digno de confianza, sólo una cosa buena, y esos desgraciados habían escarbado dentro de él y la habían desenterrado con el resto del estiércol; estaba acabado, no iba a jugar.

Como siempre, la serpiente esperaba en la habitación de la torre, destejiéndose de la alfombra del suelo. Pero esta vez Ender no la trituró con los pies. Esta vez la cogió con sus manos, se arrodilló frente a ella, y muy delicadamente se llevó la boca abierta de la serpiente a sus labios.