Uno a uno, sus amigos le dejaron a regañadientes, eran llamados a casa por sus familias, para ser recibidos en sus pueblos con honores de héroe. Ender contempló los vídeos de sus recibimientos, y se conmovió cuando vio que se pasaban el tiempo alabando a Ender Wiggin, que les había enseñado todo lo que sabían, decían, que les había enseñado y les había conducido a la victoria. Pero si habían pedido que fuera traído a casa, esas palabras eran censuradas y cortadas de los vídeos y nadie oía la súplica.
El único trabajo que hubo en Eros durante cierto tiempo consistió en limpiarlo todo tras la sanguinaria Guerra de las Ligas y en recibir los informes de las astronaves, antes naves de guerra y que ahora se dedicaban a explorar los mundos colonizados por los insectores.
Pero ahora había en Eros más ajetreo que nunca, estaba más atestado de gente que durante la guerra, pues estaban trayendo colonos para prepararlos para sus viajes a los mundos vacíos de los insectores. Ender participó en el trabajo, tanto como se lo permitían, pues no se les ocurrió pensar que ese niño de doce años podría estar tan bien dotado para la paz como para la guerra. Pero soportó con resignación la tendencia a ignorarle, y aprendió a presentar sus propuestas y a sugerir sus planes a través de los pocos adultos que le escuchaban, y dejaba que las presentaran como suyas. Estaba preocupado, no por ganar prestigio, sino porque se hiciera el trabajo.
Lo único que no podía aguantar era la adoración de los colonos. Aprendió a evitar los túneles donde vivían, porque siempre le reconocían (el mundo se había aprendido de memoria su cara), y le gritaban y le chillaban y le abrazaban y le felicitaban y le mostraban al niño que se llamaba como el en su honor y le decían que era tan joven; eso les destrozaba el corazón y ellos no le echaban la culpa de sus asesinatos porque no era culpa suya, pues no era más que un niño.
Se escondía de ellos todo lo que podía.
Hubo un colono, sin embargo, del que no podría esconderse.
Ender no estaba en Eros ese día. Había salido con el transbordador al nuevo L.I.E, donde había estado aprendiendo a hacer trabajos de superficie en las astronaves; era indecoroso que un oficial hiciera trabajos mecánicos, le dijo Chamrajnagar, pero Ender le respondió que como ahora no había mucha necesidad del oficio que conocía, era ya tiempo de que aprendiera otro.
Le hablaron por la radio del casco y le dijeron que alguien quería verle en cuanto entrara. Ender no se acordó de nadie a quien quisiera ver, y por eso no se dio prisa. Acabó de instalar el campo para el ansible de la nave y luego caminó con ayuda del garfio por la superficie de la nave y se subió a la cabina.
Estaba esperándole fuera del vestuario. Por un instante le disgustó que dejaran a un colono venir a molestarle aquí, donde había venido para estar solo; luego miró por segunda vez y pensó que si esa joven fuera una niña la conocería.
Valentine dijo:
—Hola, Ender.
—¿Qué haces aquí?
—Demóstenes se ha retirado. Me voy con la primera colonia.
—Se tarda cincuenta años en llegar.
—Sólo dos años si estás a bordo de la nave.
—Pero si alguna vez vuelves, todos los que conocías en la Tierra estarán muertos.
—Eso es lo que estaba pensando. Tenía la esperanza de que viniera conmigo una persona de Eros a la que conocía.
—No quiero ir a un mundo que hemos robado a los insectores. Sólo quiero ir a casa.
—Ender, no volverás nunca a la Tierra. Me aseguré de ello antes de salir. La miró en silencio.
—Te lo digo ahora para que, si quieres odiarme, puedas odiarme desde el principio.
Fueron al diminuto compartimiento de Ender en el L.I.E y se lo explicó. Peter quería que Ender volviera a la Tierra, bajo la protección del Consejo de la Hegemonía.
—Tal como están las cosas en este momento, Ender, eso te pondría en realidad bajo el control de Peter, pues la mitad del consejo hace ahora todo lo que quiere Peter. Los que no son perros falderos de Peter, están sometidos a él de una forma u otra.
—¿Saben quién es en realidad?
—Sí. No se le conoce públicamente, pero los que están arriba le conocen. De todas formas, ya no tiene importancia. Tiene demasiado poder como para que se preocupen de su edad. Ha hecho cosas increíbles, Ender.
—Noté que el tratado del año pasado tenía el nombre de Locke.
—Esa fue su entrada en escena. Lo propuso a través de sus amigos de las redes públicas, y luego Demóstenes le apoyó. Era el momento que había estado esperando, utilizar la influencia de Demóstenes con la chusma y la influencia de Locke con la inteligencia para conseguir algo notorio. Previno una guerra horrible que podía haber durado décadas.
—¿Decidió no ser estadista?
—Creo que sí. Pero en uno de sus momentos de cinismo, de los que tiene muchos, me señaló que si hubiera permitido que la Liga se rompiera totalmente, habría tenido que conquistar el mundo palmo a palmo. Si mantenía la existencia de la Hegemonía, podía hacerlo de un solo golpe.
—Ese es el Peter que conocía —dijo Ender.
—Es divertido, ¿verdad? Que Peter haya salvado a millones de seres.
—Mientras que yo he matado a miles de millones.
—No iba a decir eso.
—Así que quería utilizarme.
—Tenía planes para ti, Ender. Revelaría su identidad cuando tú llegaras, yendo a verte delante de todos los vídeos. El hermano mayor de Ender Wiggin, que además es también el gran Locke, el arquitecto de la paz. De pie a tu lado, parecería bastante maduro. Y el parecido físico entre vosotros es mayor que nunca. Le resultaría fácil tomar el poder.
—¿Por qué se lo impediste?
—Ender, no te gustaría ser el peón de Peter el resto de tu vida.
—¿Por qué no? Toda mi vida he sido el peón de alguien.
—Yo también. Mostré a Peter todas las evidencias que había reunido, suficientes para probar a los ojos del público que era un asesino psicópata. Entre ellas había fotografías en color de ardillas torturadas y algunos vídeos del monitor, donde se veía cómo te trataba. Me costó mucho trabajo reunirías, pero cuando las vio accedió a darme todo lo que quisiera. Lo que yo quería era tu libertad y la mía.
—Ir a vivir a la casa de la gente que he matado no es la idea que yo tengo de la libertad.
—Ender, lo hecho, hecho está. Ahora sus mundos están vacíos, y los nuestros están llenos. Y podemos llevar con nosotros lo que sus mundos no han conocido nunca: ciudades llenas de personas que viven vidas privadas, individuales, que se aman y se odian por razones personales. En todos los mundos de los insectores sólo había una historia que contar; cuando estemos allí, el mundo estará lleno de historias, e improvisaremos sus desenlaces día a día. Ender, la Tierra pertenece a Peter. Y si no vienes conmigo ahora, te tendrá a su alcance, y te utilizará hasta el punto de que preferirás no haber nacido. Ésta es tu única posibilidad de escapar.
Ender no dijo nada.
—Sé lo que estás pensando, Ender. Estás pensando que estoy intentando influenciarte exactamente igual que Peter, Graff o cualquier otro.
—Se me ha pasado por la cabeza.
—Bienvenido a la raza humana. Nadie controla su propia vida, Ender. Lo más que puedes hacer es elegir ser controlado por personas buenas, por personas que te quieran. No he venido aquí porque quiera ser colono. He venido porque me he pasado toda la vida en compañía del hermano que odiaba. Ahora quiero tener la posibilidad de conocer al hermano que amaba, antes de que sea demasiado tarde, antes de que dejemos de ser niños.
—Ya es demasiado tarde para eso.
—Estás equivocado, Ender. Crees que eres un adulto, cansado y hastiado de todo, pero sigues teniendo el corazón de un chico, como yo. Podemos mantenerlo en secreto cara a lo demás. Mientras tú gobiernas la colonia, yo escribiré tratados de filosofía política, y nunca adivinarán que en la oscuridad de la noche nos deslizamos a hurtadillas a la habitación del otro y jugamos a las damas y hacemos guerras de almohadas.