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La unidad osciló suavemente en el aire.

Veamos… ¿Qué más puedo contarte? Oh, sí. La Factor limitativo tampoco es tan inocente como aparenta. Desmontamos los efectores viejos mientras estábamos a bordo del Bribonzuelo, cierto, pero sólo para poder instalar otros. La Factor limitativo lleva dos efectores que ocupan dos de las tres protuberancias del morro. La que estaba vacía sirvió para engañar a todo el mundo, y usamos hologramas de protuberancias vacías para ocultar lo que había en los otros dos.

¡Pero yo estuve en las tres! protestó Gurgeh.

No. Estuviste en la misma protuberancia tres veces. La nave se limitó a hacer girar la estructura del pasillo, jugó un poco con el campo antigravitatorio e hizo que un par de unidades cambiaran algunas cosas de sitio mientras ibas de una protuberancia a otra…, o, mejor dicho, mientras ibas de un pasillo a otro y acababas en la misma. No hizo falta emplearlos, claro, pero si hubiéramos necesitado un poco de armamento pesado habría estado allí. Un plan sólido que cubra todas las eventualidades posibles hace que te sientas mucho más seguro, ¿no te parece?

Oh, sí dijo Gurgeh, y suspiró.

Se puso en pie y salió al balcón. La nieve-hollín negra seguía cayendo en silencio del cielo.

Hablando de la Factor limitativo, la vieja bruja acaba de llegar dijo Flere-Imsaho con voz jovial. El módulo ya viene hacia aquí. Estarás a bordo dentro de un par de minutos. Podrás darte un buen baño y quitarte la ropa sucia. ¿Estás listo para la partida?

Gurgeh clavó los ojos en el suelo y movió un pie empujando un montoncito de hollín y cenizas a lo largo de las losas.

No hay mucho equipaje que recoger, ¿verdad?

No, desde luego. Estaba tan ocupado intentando impedir que te asaras que no pude ir a buscar tus cosas y, de todas formas, lo único que parece importarte es esa horrible chaqueta vieja que llevas puesta. ¿Encontraste tu brazalete? Lo dejé encima de tu pecho cuando fui a explorar.

Sí, gracias dijo Gurgeh. Volvió la cabeza hacia la negra desolación de la llanura que se extendía hasta confundirse con la línea oscura del horizonte. Miró hacia arriba. El módulo emergió de entre las masas marrones que cubrían el cielo dejando detrás suyo una estela de vapor. Gracias repitió.

El módulo fue descendiendo hasta casi rozar el suelo y empezó a deslizarse sobre el desierto calcinado en dirección al castillo creando surtidores de ceniza y hollín. Redujo la velocidad, empezó a girar sobre sí mismo y el ruido de su desplazamiento supersónico crepitó alrededor de la fortaleza como un trueno que hubiera llegado tarde a la destrucción.

Gracias por todo…

El módulo enfiló su parte trasera hacia el castillo y fue subiendo hasta quedar a la altura del parapeto. Abrió las puertas de atrás y sacó una rampa plana por el hueco. El hombre cruzó el balcón, subió a los restos del parapeto y entró en el fresco interior de la máquina.

La unidad le siguió y las puertas se cerraron sin hacer ningún ruido.

El módulo se alejó a toda velocidad del castillo seguido por un inmenso surtidor de hollín y cenizas. Cruzó las nubes que se cernían sobre el castillo como si fuera un rayo sólido y el trueno que la acompañaba retumbó sobre la llanura, el castillo y la hilera de colinas.

La ceniza volvió a posarse lentamente sobre el suelo; el hollín siguió cayendo silenciosamente del cielo.

El módulo volvió unos minutos después para recoger las unidades de la nave y los restos del equipo efector que se había desprendido del techo. Se alejó del castillo por última vez y volvió a hendir las nubes dirigiéndose hacia la nave que le esperaba.

Un rato después el pequeño y aturdido grupo de supervivientes liberado por las dos unidades de la nave casi todos eran sirvientes, soldados, concubinas y administrativos salió tambaleándose del refugio. Los supervivientes contemplaron el día convertido en noche y la nevada de hollín que se había apoderado de las ruinas de la fortaleza y se prepararon para enfrentarse a su exilio temporal y reclamar aquella tierra que había sido suya.

CUARTA PARTE:

El peón coronado

36

La nave avanzó lentamente por el extremo de un campo tensor que tenía tres millones de kilómetros de longitud igualando poco a poco su velocidad. La estructura de metal grisáceo dejó atrás un muro monocristalino y empezó a descender a través de la cada vez más espesa atmósfera de la Placa. Desde quinientos kilómetros de altura las dos masas de tierra y mar la que había más allá de donde estaban era roca medio oculta por las nubes y la que se encontraba a continuación era tierra aún en proceso de formación resultaban perfectamente visibles en la noche despejada.

La Placa que había al otro lado del muro de cristal era muy nueva. La masa de oscuridad que unos ojos humanos habrían creído estaba vacía era inmensa, y la nave podía distinguir los haces emitidos por los radares de las máquinas que iban creando el paisaje cuando llegaban del espacio con sus cargamentos de rocas. La nave contempló como un asteroide gigantesco estallaba en la oscuridad produciendo un perezoso surtidor rojo de roca fundida que fue cayendo lentamente sobre la nueva superficie o fue atrapada por los campos para ir cobrando forma en el vacío antes de que se le permitiera posarse encima de la Placa.

La Placa contigua también estaba sumida en la oscuridad, y cerca del final de su embudo cuadrado había un manto de nubes que ocultaba el proceso que iba dando forma a su tosquedad inicial.

Las otras dos Placas eran mucho más antiguas y estaban repletas de luces que parpadeaban. Chiark se encontraba en su afelio; Gevant y Osmolon eran dos manchas blancas sobre la negrura; islas de nieve que flotaban en la oscuridad de los mares. La vieja nave de guerra se fue sumergiendo lentamente en la atmósfera y bajó por la curvatura del muro de la Placa hasta llegar a las primeras capas de aire digno de ese nombre. Después avanzó por encima del océano disponiéndose a tomar tierra.

Una embarcación repleta de luces que surcaba las aguas del océano hizo sonar sus sirenas y saludó el paso de la Factor limitativo a un kilómetro por encima de ella con una exhibición de fuegos artificiales. La nave devolvió el saludo produciendo una falsa aurora con sus efectores. Los pliegues de luz se retorcieron en el aire límpido e inmóvil que tenía encima. Las dos naves se alejaron la una de la otra y siguieron moviéndose por la noche.

* * *

El trayecto de vuelta había transcurrido sin ninguna clase de incidentes. Gurgeh había viajado en el interior de un depósito de almacenamiento. El hombre insistió en que no quería estar despierto. Necesitaba dormir, descansar y un período de olvido. La nave tenía el equipo preparado, pero insistió a su vez en que lo pensara bien antes de hacerlo. La Factor limitativo acabó rindiéndose pasados diez días y el hombre, que había ido volviéndose más silencioso y malhumorado durante ese tiempo, lanzó un suspiro de alivio y se sumió en el sopor sin sueños del metabolismo reducido al mínimo.

No había jugado ni una sola partida de cualquier juego durante esos diez días, apenas había dicho una palabra, ni tan siquiera se tomaba la molestia de vestirse y pasaba la mayor parte del tiempo inmóvil con los ojos clavados en las paredes. La unidad había estado de acuerdo en que dormirle probablemente fuese lo mejor para él.