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Cenó en la terraza con la pantalla de la terminal activada mostrándole las páginas de un viejo tratado bárbaro sobre los juegos. El libro la civilización que lo produjo había sido contactada hacía dos milenios, y por aquel entonces la obra ya tenía mil años de antigüedad, resultaba un tanto limitado en cuanto a sus apreciaciones, claro está, pero la forma en que los juegos de una sociedad revelaban gran cantidad de datos sobre su ética, su filosofía y su mismísima alma siempre conseguía fascinar a Gurgeh. Aparte de eso las sociedades bárbaras siempre le habían parecido especialmente intrigantes incluso antes de que hubiera empezado a interesarse por sus juegos.

El libro era muy interesante. Gurgeh descansó la vista contemplando la puesta de sol y volvió a concentrarse en la lectura apenas hubo anochecido. Los robots de la casa le trajeron algo de beber, una chaqueta más gruesa y un poco de comida, tal y como había pedido. Gurgeh ordenó a la casa que rechazara las llamadas.

La intensidad de las luces de la terraza fue aumentando lentamente. El lado más distante de Chiark brillaba con una claridad blanquecina sobre su cabeza cubriéndolo todo con una capa plateada. Las estrellas parpadeaban en un cielo sin nubes. Gurgeh siguió leyendo.

La terminal emitió un zumbido. Gurgeh se volvió hacia el ojo de la cámara incrustado en un rincón de la pantalla y frunció el ceño.

Casa, ¿tienes problemas de audición o qué? preguntó.

Por favor, disculpe la anulación de su orden dijo una voz de tono más bien oficial desde la pantalla. Gurgeh no la conocía y la entonación de las palabras les quitaba cualquier posible calidad de disculpa que hubieran podido tener. ¿Estoy hablando con Chiark-Gevantsa Jernau Morat Gurgeh dam Hassease?

Gurgeh contempló el ojo de la cámara con expresión dubitativa. Hacía años que no oía pronunciar su nombre completo.

Sí.

Me llamo Loash Armasco-Iap Wu-Handrahen Xato Koum.

Gurgeh enarcó una ceja.

Bueno, no creo que tenga problemas para recordarlo…

Señor, ¿me permite que le interrumpa?

Ya lo ha hecho. ¿Qué desea?

Quiero hablar con usted. He anulado su orden pero no se trata de una emergencia, aunque sólo puedo hablar directamente con usted esta noche. Actúo en calidad de representante de la Sección de Contacto a petición de Dastaveb Chamlis Amalk-Ney Ep-Handra Thedreiskre Ostle-hoorp. ¿Me da su permiso para visitarle?

Sí, a condición de que pueda prescindir de los nombres completos.

Llegaré enseguida.

Gurgeh desactivó la pantalla. Dio unos cuantos golpecitos con la terminal en forma de pluma sobre el canto de la mesa de madera y alzó la cabeza hacia las oscuras aguas del fiordo. Sus ojos escrutaron las débiles lucecitas de las casas esparcidas al otro lado.

Oyó un rugido en el cielo, levantó la cabeza y vio una estela de vapor luminoso procedente del lado más distante de Chiark. La estela se desvió trazando un ángulo muy pronunciado y se dirigió hacia la pendiente que había junto a Ikroh. Un estruendo ahogado hizo vibrar los troncos de los árboles que se alzaban por encima de la casa y hubo un ruido semejante al que podría hacer una ráfaga de viento surgida de la nada. Un instante después Gurgeh vio a una unidad bastante pequeña que dobló a toda velocidad la esquina de la casa. Sus campos eran de un azul intenso surcado por franjas amarillas.

La unidad fue hacia Gurgeh. Su tamaño era bastante parecido al de Mawhrin-Skel y Gurgeh pensó que habría cabido perfectamente en la bandeja rectangular de bocadillos que tenía encima de la mesa. Las placas de un gris metalizado que formaban su estructura parecían un poco más complicadas que las de Mawhrin-Skel, y estaban cubiertas con todavía más remaches y protuberancias que las suyas.

Buenas noches dijo Gurgeh.

La unidad flotó por encima del muro de la terraza y se posó sobre la mesa junto a la bandeja de los bocadillos.

Contacto, ¿eh? dijo Gurgeh. Cogió la terminal y la guardó en un bolsillo de su albornoz. Qué rapidez… Hablé de esa posibilidad con Chamlis hace sólo dos noches.

Da la casualidad de que me encontraba en este volumen de espacio explicó la unidad con su voz seca y desprovista de entonación. Estaba en tránsito entre la UGC Conducta flexible y el VGS Lamentable conflicto de evidencias viajando a bordo de la Unidad de Ofensiva Rápida (Desmilitarizada) Fanático. Mi calidad de agente de Contacto más cercano me convirtió en la elección obvia para visitarle pero, como ya le he dicho, no puedo quedarme mucho tiempo.

Oh, qué lástima dijo Gurgeh.

Sí. Su Orbital es realmente encantador… Bien, quizá en alguna otra ocasión.

Bueno, espero que no haya perdido el tiempo viniendo hasta aquí, Loash… Debo confesar que no esperaba una audiencia con un agente de Contacto. Mi amigo Chamlis creía que Contacto quizá pudiese… Bueno, no sé exactamente qué esperaba. Chamlis parecía pensar que ustedes quizá dispusieran de algún dato interesante que no estuviera incluido en el flujo de información general. En cuanto a mí, no esperaba nada o, como mucho, sólo un poco de información. ¿Puedo preguntarle qué está haciendo aquí?

Gurgeh se inclinó hacia adelante y apoyó los codos sobre la mesa acercando la cabeza a la pequeña unidad. La bandeja junto a la que se había posado aún contenía un bocadillo. Gurgeh lo cogió y empezó a masticarlo sin apartar los ojos de la unidad.

Por supuesto. He venido para averiguar hasta qué punto desea cambiar de aires y si estaría dispuesto a aceptar nuestras sugerencias al respecto. Existen ciertas posibilidades de que Contacto pueda encontrar algo que quizá le interese.

¿Un juego?

Se me ha dado a entender que guarda cierta relación con un juego.

Eso no quiere decir que deba jugar conmigo dijo Gurgeh.

Puso las manos encima de la bandeja y las sacudió para quitarse las migajas del bocadillo. Algunas de ellas salieron despedidas hacia la unidad tal y como Gurgeh había esperado que ocurriría, pero sus campos interceptaron hasta la más diminuta desviándolas limpiamente y haciéndolas caer en el centro de la bandeja que tenía delante.

Señor, lo único que sé es que Contacto ha encontrado algo que quizá pueda interesarle. Creo que está relacionado con un juego. Me han dado instrucciones de averiguar si está dispuesto a viajar, por lo que supongo que el juego si es que se trata de un juego, debe desarrollarse en algún lugar que se encuentra a cierta distancia de Chiark.

¿Viajar? exclamó Gurgeh. Se reclinó en su asiento. ¿Adonde? ¿Queda muy lejos? ¿Cuánto duraría el viaje?

No lo sé con exactitud.

Bueno, intente darme una respuesta aproximada.

Prefiero no hacer conjeturas aproximadas. ¿Cuánto tiempo estaría dispuesto a pasar lejos de su hogar?

Gurgeh entrecerró los ojos. Su estancia más prolongada fuera de Chiark había tenido lugar hacía ya treinta años, cuando se inscribió en un crucero. La experiencia no le había parecido demasiado agradable. Se había embarcado porque en aquellos tiempos ese tipo de viajes estaban de moda más que porque realmente le gustara la idea. Los distintos sistemas estelares habían sido espectaculares, desde luego, pero se podían ver igual de bien en una holopantalla, y Gurgeh seguía sin comprender qué extraño placer encontraba la gente en el hecho de haber estado físicamente en un sistema estelar determinado. Al principio había planeado pasar varios años de crucero, pero acabó volviendo a Ikroh cuando sólo llevaba un año de viaje.